Dirce Navarrete Pérez/Lenguantes
Cimacnoticias
El proceso electoral en el que actualmente nos encontramos me ha mantenido muy preocupada. Si es verdad que las elecciones en el Estado de México son el reflejo de lo que vendrá en la presidencial, podemos esperar la jornada más violenta de la historia de los últimos años en nuestro país. Frente a este panorama tan desalentador, donde parece que no hay opciones, algunas tenemos una certeza: gane quien gane, nosotras perdemos.
Desde hace algunos años lo único que puedo pensar cuando hay contienda electoral es que urge organizarnos y entender que las elecciones son quizá la forma más limitada en la que podemos ejercer nuestra ciudadanía; el voto me parece el acto más costoso, más efímero y más cuestionable en su real repercusión en nuestro sistema democrático, a pesar de que nos han vendido la idea de que es aquí donde hay que concentrar el ejercicio de nuestros derechos políticos.
Las feministas sabemos que ningún candidato o candidata representa actualmente la agenda de las mujeres y que no hay súper héroes que puedan acabar con el patriarcado. Así que, desde ya, sabemos que nos toca seguir organizándonos pues el contexto siempre puede ser peor para nosotras.
En medio de esta reflexión me pregunto: ¿cómo le vamos a hacer para sostener y fortalecer nuestras luchas? ¿Cómo le vamos a hacer para seguir haciendo activismo y que éste no nos cobre con la vida?
Y es que, aceptémoslo, frecuentemente hacemos activismo en las peores condiciones: poniéndonos en riesgo a nosotras y nuestras colectividades, trabajando las 24 horas los 365 días del año, sin un pago o remuneración, sin comer bien, sin dormir, sin seguridad social, en los lugares más inseguros, sin contención y acompañamiento psicoemocional, saturándonos de chamba, sintiéndonos culpables por dejar de ir a una reunión, dejando de ver a nuestras familias, quedándonos sin tiempo hasta para nuestro placer. Además, juzgándonos entre nosotras por estas acciones que parecieran medir quién es “más o menos activista”.
Poder construirnos condiciones mínimas para vivir y continuar luchando, tales como tener dinero para comer, para vivir dignamente, poder atender nuestra salud física y mental, no es un “privilegio”, es una necesidad básica. Reconocer que la defensa de derechos que hacemos implica un trabajo puede ser un primer paso.
Revisar hasta qué punto el activismo que realizamos lo hacemos dese el sacrificio y la culpa y cómo juzgamos desde este lugar las acciones de las demás, quizá nos pueda ayudar a definir nuestros propios límites y respetar los de las otras. Además, nos ayudará a tener más claridad de la diferencia entre un activismo crítico y feminista y otras acciones que más bien son asistencialistas. Recordemos que no queremos ser mártires y tampoco somos las salvadoras de nadie.
Procurar espacios de compartición y contención entre nosotras, con nuestras colectivas y amigas, donde hablar de cómo nos sentimos en nuestra chamba, con nuestras familias, parejas, hijes, es muy necesario para ir tejiendo acciones colectivas hacia el #ActivismoSostenible.
En escenarios tan violentos y desesperanzadores como el que actualmente vivimos en México y con la incertidumbre en la que nos tiene el proceso electoral, algunas sentimos que es necesario reforzar la lucha, estar más presentes que nunca. Y tal vez es ahora cuando más tenemos que parar y darnos cuenta que tal vez no va por ahí, que necesitamos hacer un alto y respirar.
La lucha no se va a terminar unos días después de las elecciones, lo sabemos, esto va para largo, largo, largo. Si no paramos ahora para atendernos primero a nosotras, si no empezamos a revisar las formas en las cuales hacemos del activismo nuestra vida, podemos poner el riesgo la continuidad de nuestros movimientos.
Quizá nuestras mejores estrategias y apuestas de lucha en estas elecciones deberían ser algunas como: dormir más, comer mejor, procurarnos placer, hablar más con nuestras amigas, repartirnos equilibradamente la chamba y no juzgar nuestros activismos. Ser y construirnos espacios de refugios, porque la vida ya es bastantes dolorosa y parece empeorar, y nosotras necesitamos hacer #ActivismoSostenible para poder enfrentarla.
*Dirce Navarrete Pérez es politóloga feminista @agateofobia_El proceso electoral en el que actualmente nos encontramos me ha mantenido muy preocupada. Si es verdad que las elecciones en el Estado de México son el reflejo de lo que vendrá en la presidencial, podemos esperar la jornada más violenta de la historia de los últimos años en nuestro país. Frente a este panorama tan desalentador, donde parece que no hay opciones, algunas tenemos una certeza: gane quien gane, nosotras perdemos.
Desde hace algunos años lo único que puedo pensar cuando hay contienda electoral es que urge organizarnos y entender que las elecciones son quizá la forma más limitada en la que podemos ejercer nuestra ciudadanía; el voto me parece el acto más costoso, más efímero y más cuestionable en su real repercusión en nuestro sistema democrático, a pesar de que nos han vendido la idea de que es aquí donde hay que concentrar el ejercicio de nuestros derechos políticos.
Las feministas sabemos que ningún candidato o candidata representa actualmente la agenda de las mujeres y que no hay súper héroes que puedan acabar con el patriarcado. Así que, desde ya, sabemos que nos toca seguir organizándonos pues el contexto siempre puede ser peor para nosotras.
En medio de esta reflexión me pregunto: ¿cómo le vamos a hacer para sostener y fortalecer nuestras luchas? ¿Cómo le vamos a hacer para seguir haciendo activismo y que éste no nos cobre con la vida?
Y es que, aceptémoslo, frecuentemente hacemos activismo en las peores condiciones: poniéndonos en riesgo a nosotras y nuestras colectividades, trabajando las 24 horas los 365 días del año, sin un pago o remuneración, sin comer bien, sin dormir, sin seguridad social, en los lugares más inseguros, sin contención y acompañamiento psicoemocional, saturándonos de chamba, sintiéndonos culpables por dejar de ir a una reunión, dejando de ver a nuestras familias, quedándonos sin tiempo hasta para nuestro placer. Además, juzgándonos entre nosotras por estas acciones que parecieran medir quién es “más o menos activista”.
Poder construirnos condiciones mínimas para vivir y continuar luchando, tales como tener dinero para comer, para vivir dignamente, poder atender nuestra salud física y mental, no es un “privilegio”, es una necesidad básica. Reconocer que la defensa de derechos que hacemos implica un trabajo puede ser un primer paso.
Revisar hasta qué punto el activismo que realizamos lo hacemos dese el sacrificio y la culpa y cómo juzgamos desde este lugar las acciones de las demás, quizá nos pueda ayudar a definir nuestros propios límites y respetar los de las otras. Además, nos ayudará a tener más claridad de la diferencia entre un activismo crítico y feminista y otras acciones que más bien son asistencialistas. Recordemos que no queremos ser mártires y tampoco somos las salvadoras de nadie.
Procurar espacios de compartición y contención entre nosotras, con nuestras colectivas y amigas, donde hablar de cómo nos sentimos en nuestra chamba, con nuestras familias, parejas, hijes, es muy necesario para ir tejiendo acciones colectivas hacia el #ActivismoSostenible.
En escenarios tan violentos y desesperanzadores como el que actualmente vivimos en México y con la incertidumbre en la que nos tiene el proceso electoral, algunas sentimos que es necesario reforzar la lucha, estar más presentes que nunca. Y tal vez es ahora cuando más tenemos que parar y darnos cuenta que tal vez no va por ahí, que necesitamos hacer un alto y respirar.
La lucha no se va a terminar unos días después de las elecciones, lo sabemos, esto va para largo, largo, largo. Si no paramos ahora para atendernos primero a nosotras, si no empezamos a revisar las formas en las cuales hacemos del activismo nuestra vida, podemos poner el riesgo la continuidad de nuestros movimientos.
Quizá nuestras mejores estrategias y apuestas de lucha en estas elecciones deberían ser algunas como: dormir más, comer mejor, procurarnos placer, hablar más con nuestras amigas, repartirnos equilibradamente la chamba y no juzgar nuestros activismos. Ser y construirnos espacios de refugios, porque la vida ya es bastantes dolorosa y parece empeorar, y nosotras necesitamos hacer #ActivismoSostenible para poder enfrentarla.
*Dirce Navarrete Pérez es politóloga feminista @agateofobia_