Martha Canseco/ Botella de Mar
SemMéxico
Hace ocho años, durante la presidencia de Felipe Calderón y con el apoyo de éste, los empresarios tuvieron la fabulosa idea de copiar o tratar de emular el fenómeno consumista norteamericano del “Black Friday”, pero a la mexicana, a calzón quitado.
Apenas hace algunas semanas hablaba del efecto psicológico que tiene en la publicidad y el marketing el uso de verbos en imperativo, ¡compre!, ¡no se lo puede perder!, etcétera, el consumo se convierte así en un mandato. Sin lugar a dudas el uso de imperativos durante éste próximo pasado fin de semana rayó en lo que las y los comunicólogos denominamos, ruido en la comunicación.
Cuando esto ocurre puede producirse el efecto contrario, muchas personas prefirieron ni asomarse a las tiendas.
Fue también muy evidente otro fenómeno de la comunicación que se llama “efecto marco” y tiene que ver con la manera en que se nos plantea una situación y que puede incidir en nuestro poder de decisión.
Mire, hace semana y media si usted tuvo la oportunidad de ir a un gran almacén, seguro le tocó ver el frenético re etiquetado de todos y cada uno de los productos, (por cierto es labor de todas las y los empleados hacerlo sin un pago extra), esto quiere decir que los precios llegaron inflados al Buen Fin.
Pero el lenguaje usado durante ésta semana de “ofertas” nos convencieron de que estábamos comprando a un 15 o 20 por ciento por debajo del costo, cuando en realidad los compramos a su precio regular e incluso en algunos casos más caros.
Seguro que usted sabe y si no se lo comento, que ésas imágenes de voraces compradores y compradoras que esperan ansiosos a que abran las puertas de la tienda, son montajes, ¡que ése es su trabajo!, como el de los extras en las películas. Pro no cabe duda que jalan y logran crear en la y el consumidor ésa sensación de urgencia, de angustia, de necesidad por consumir.
Hace algunos años, siguiendo a una caravana hidalguense a Columbus, Indiana, tuve la oportunidad de entrevistar a una migrante hondureña quien me platicaba sobre las trampas que les tendían los patrones para que produjeran más, sin necesidad de incrementar el sueldo a las y los empleados latinos.
Entre otras cosas elaboraban los botones para poner los seguros en las puertas de diferentes vehículos, hacían miles a la semana, entonces los retaban a incrementar la producción a cambio de un bono en efectivo. Las y los migrantes cumplían, les daban sus 50 dólares, pero a partir de ése momento tenían que producir la misma cantidad de botones lograda durante el desafío, sin bono y sin aumento, so pena de perder el empleo.
Amigas, amigos, ¡Es que eso deberíamos hacer con empresarios y comerciantes voraces!
Si una empresa de aviación puede durante El Buen Fin, vender un boleto a Puerto Vallarta a mitad de precio, eso quiere decir que ese es el costo real del ticket e incluso más barato, así deberían venderlo el resto del año.
Y bueno usted se quedó con la ilusión de que compró el boleto a la mitad, pero la única forma de pago posible fue con tarjeta de crédito y ¡mire que casualidad, Banxico, el ente gubernamental que fija ésos estándares, aumentó las tasas de interés esa misma semana!
Éste es un claro ejemplo de cómo el gobierno, el estado, está para servir sólo a algunos, perdemos la mayoría. ¡Así funciona el sistema!, ¡La nueva cara del machismo es el consumismo!
¡Quién no quiere ver, no ve, pero quién ve ya no puede dejar de ver!
Así que mejor me quedo con lo que una amiga subió a FB. ¡Queremos rebajas de violencia!, ¡Ofertas de justicia!, ¡Paz a meses sin intereses! y ¡Respeto total a los derechos humanos de las mujeres, GRATIS!
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.