Opinión

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Teresa C. Ulloa Ziáurriz/ Mujeres cautivas

Cimacnoticias

El liberalismo es una doctrina filosófica con expresiones concretas en el terreno político, económico y social, cuyos pilares fundamentales son la libertad individual, la limitación del papel del Estado en la vida civil y las relaciones económicas, la protección de la propiedad privada, la igualdad ante la ley sustentada en el Estado de derecho, la separación de poderes y la tolerancia de credos.Como tal, el liberalismo es un sistema político esencialmente compatible con la democracia republicana de tipo representativo.

Pero, también, el liberalismo nace en oposición al absolutismo, y se inspira en las ideas de John Locke, considerado padre del liberalismo, y de pensadores de la Ilustración como Montesquieu, Voltaire o Jean Jacques Rousseau, así como de los británicos Adam Smith y John Stuart Mill. Parte de un idealismo individual y en muchas ocasiones alejado de la realidad.

Asimismo, el liberalismo no es de izquierda y pondera, por encima del concepto de bien común, la libertad o los derechos individuales.

Y prueba de ello es la iniciativa presentada en el Senado de la República, sobre los métodos de reproducción asistida, que intenta consagrar el derecho a la maternidad y la paternidad como un derecho humano, sin importar los medios, y que para cumplir con ese objetivo incluye los vientres de alquiler o la maternidad subrogada. La iniciativa está hoy radicada en la Comisión de Salud del Senado de la República en espera de dictamen.

Pero cierto es que los vientres de alquiler se alimentan de las mujeres pobres y sin tomar en cuenta que las niñas y niños tienen el derecho inalienable que consagra la Convención de los Derechos de la Niñez a conocer su origen y mantener relaciones con su progenitores. 

Es por eso me pareció muy importante dar a conocer la posición de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres Internacional y, por tanto, de la Organización que representó, respecto de los vientres de alquiler y que suscribimos en junio de 2018 con líderes y activistas del movimiento por la justicia de género, racial y económica.

Cualquier iniciativa de ley tendiente a legalizar los contratos para la maternidad subrogada o vientres de alquiler y la industria reproductiva subrogada son un atentado contra los derechos humanos de las mujeres pobres, vulnerables y de las niñas y niños que tienen derecho a conocer su origen y estar en contacto con sus madres y padres. Nuestra oposición emerge de nuestra profunda preocupación por la legalización de los contratos de subrogación.

Creemos que la industria de los vientres de alquiler y la maternidad subrogada daña la salud física y psicológica de las mujeres más vulnerables y marginalizadas, -mujeres en condición de pobreza que desproporcionalmente tienen historias de abuso y discriminación, incluyendo aquellas que se basan en género y etnicidad – y que incentivan y liberan una industria despiadada para sacar provecho de su explotación.

Podemos entender que quienes proponen la legalización de la industria de la subrogación lo analizan desde el derecho de quienes no pueden concebir y lo hacen porque tienen una trayectoria de lucha por los derechos humanos de las mujeres, específicamente, en la lucha de los derechos sexuales y reproductivos, del que han sido apasionadas luchadoras y es un interés bien intencionado.

Pero creemos que hace falta contar con información integral sobre la magnitud del daño que podría ocasionar que este tipo de propuestas de ley se convirtieran en normas legales en las mujeres económicamente más vulnerables. Estamos convencidas que esté tipo de leyes legitiman la trata reproductiva de las mujeres, en beneficio de clases económicas empoderadas y abre la puerta a la explotación masiva de mujeres en embarazos de contrato impulsados por las personas consumidoras y, en última instancia, convertirían los países en vías de desarrollo, inclusive México, como un destino global para el turismo reproductivo.

La reproducción subrogada crea riesgos para la salud física y el bienestar de las mujeres. La legalización y legitimación de las sustitutas reproductivas socavan objetivos crucialmente importantes, como abatir la mortalidad materna. Un informe reciente sobre 124 madres sustitutas demostró que los embarazos sustitutos y los nacimientos “tenían complicaciones obstétricas significativamente más altas”, incluyendo diabetes gestacional, hipertensión, uso de la amniocentesis, placenta previa, requisito antibiótico durante el trabajo previo, y la cesárea. Estas estadísticas se traducen en embarazos de mayor riesgo y estadías de hospitalización más largas tanto para las madres sustitutas como para los recién nacidos, que enfrentan tasas más altas de parto prematuro y bajo peso al nacer.

La relación entre la madre sustituta, que con frecuencia se encuentra en una situación de necesidad económica y las madres y/o padres sustitutos previstos, que típicamente son personas con medios económicos considerables, se basa en la desigualdad brutal.

Aunque las legislaciones sobre contratos gestacionales supuestamente proporcionan protecciones contra ciertos términos onerosos e invasivos que se han impuesto a las mujeres en este tipo de contratos de vientres de alquiler o contratos de vientres subrogados, como las restricciones a la dieta, la presentación a las pruebas y las proscripciones en relaciones sexuales, estas legislaciones no puede garantizar que tales restricciones no serán utilizadas contra la mujer usada como sustituta, por la (s) madre (s) y el padre o padres a quienes se le permite comprar su póliza de seguro médico y pagar por su asistencia legal.

Los contratos de subrogación institucionalizan la mercantilización de los cuerpos de las mujeres. Incluso el lenguaje de madres sustitutas y gestacionales señala esta mercantilización de las mujeres, el embarazo y la reproducción. La llamada sustituta se convierte en un instrumento del deseo de los demás por las niñas y niños biológicos.

En el enrarecido mundo de los contratos de subrogación, el embarazo que en condiciones habituales es una relación de la madre biológica con el feto, se vuelve despojada de cualquier conexión en desarrollo entre la madre biológica y la niña o niño nacer. De hecho, esta relación normal está mal vista, se interpreta como interferir con los derechos de las personas contratantes, porque la madre gestacional está obligada a entregar a la niña o niño recién nacido. La función principal de las mujeres utilizadas como madres sustitutas es la de producir una niña o niño para las personas contratantes y no desarrollar ninguna relación con la niña o niño que se pretende. Se le alienta a decirse a sí misma que no es la madre de esta niña o niño en desarrollo y esencialmente es tratada como una criadora para otros. Los vientres de las mujeres se convierten en meras incubadoras.

En casi todos los países del mundo, las personas no pueden vender legalmente sus órganos. Se reconoce que la venta de órganos, incluso con disposiciones reglamentarias, puede crear un mercado floreciente e invitar a corredores sin escrúpulos cuyo objetivo es obtener beneficios financieros y aprovecharse de aquellas cuyos cuerpos se utilizan. Las más pobres, las más desfavorecidas, son las que pagan el mayor precio.

Al igual que con quienes argumentan en contra de la legalidad de los arreglos de venta de órganos, argumentamos que sin embargo los contratos de madres sustitutas están regulados, los arreglos sustitutos nunca pueden ser éticos porque siempre atacarán y perjudicarán a las mujeres más vulnerables.

El marco de política de la Unión Europea para combatir la violencia contra las mujeres exhorta a todos los países miembros a “reconocer el grave problema de los vientres subrogados, que constituye una explotación del cuerpo femenino y de sus órganos reproductivos”. También subraya que “las mujeres y las niñas y niños están sujetos a las mismas formas de explotación, que ambos pueden considerarse productos básicos en el mercado reproductivo internacional, y que estos nuevos arreglos reproductivos, como los sustitutos, aumentan la trata de las mujeres, niñas y niños”.

Los vientres de las mujeres son un gran negocio. Las leyes, reglamentos y contratos protegen abrumadoramente a las personas que tienen dinero, no a las que lo necesitan. Inclusive, en España se han hecho estudios sobre el daño psicológico en las niñas y niños producto de la subrogación de vientres, lo mismo que del daño en las madres gestantes sustitutas.

Y yo me pregunto por qué tienen que estar siempre implicados en los negocios millonarios la sexualidad y la capacidad reproductiva de las mujeres. Una muestra más del poder del patriarcado para continuar controlando las vidas y la sexualidad de las mujeres y toda la violencia que esto entraña.

*Directora de la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe, (CATWLAC por sus siglas en inglés).

Twitter: @CATWLACDIR

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