Manuel Ibarra Santos
Más de 7 mil egresados de todas las carreras de educación superior en Zacatecas registró el ciclo escolar 2018/2019 que recién terminó hace poco más de un mes. Lo dramático de esta cifra es que la mayoría de ellos tendrán dificultades para insertarse en el mercado de trabajo y se quedarán engrosando las filas del ejército de desempleados.
Particularmente en Zacatecas no existen mecanismos para dar seguimiento a los egresados de las carreras universitarias y de esa forma conocer cuál es el destino que tienen los jóvenes que culminan sus estudios de educación superior. Se carece en la entidad de planeación y visión para atender y procesar esta vertiente de la enseñanza terciaria. Los burócratas metidos en estos asuntos andan entretenidos en otros menesteres, como en garantizar plazas con ingresos jugosos, como ya lo habían hecho deshonestamente con anticipación los “caballeros liberales”.
Con esta falta de capacidad en la educación superior en Zacatecas para vincular e incorporar a sus egresados al mercado de trabajo, se rompe así con los criterios de relevancia y pertinencia de la enseñanza y, entonces, la inversión en la formación de los jóvenes se constituye en un monumental y criminal desperdicio, que absolutamente nadie ha procurado detener. Es una sangría de grandes repercusiones para el desarrollo.
El número de egresados de carreras universitarias en el país, en el pasado ciclo escolar, fue de 650 mil jóvenes y de esos, el 1.1% los aportó el Estado de Zacatecas, así lo revela la ANUIES.
De los egresados de educación superior en la entidad, el mayor porcentaje fue de ciencias sociales y administrativas, un 17,2%; ciencias naturales y exactas, 18%; y ciencias de la salud 24.5%. (fuente: SEP. Ciclo 2018/2019).
En Zacatecas no solamente ha faltado visión, sino también capacidad para construir un círculo virtuoso que permita que los egresados de educación superior puedan encontrar horizonte laboral en el mercado de trabajo. Ante esto, muchos jóvenes profesionistas se ven en la necesidad de emigrar, de subemplearse y de engrosar el ejército de desempleados. Otros más son reclutados por las mafias delincuenciales.
EL DESEMPLEO ENTRE LOS EGRESADOS UNIVERSITARIOS:
En la actualidad, más de 500 mil personas con licenciatura y posgrado en la República integran el ejército de desocupados, lo cual se traduce en un brutal desperdicio de recursos económicos y de capital humano, fenómeno que afecta a la Nación
Uno de cada dos desempleados registrados en México (el 50%) son profesionistas universitarios, lo revela el INEGI, a través de su Encuesta de Ocupación y Empleo (ENOE).
Pero hay algo más preocupante: del total de profesionistas desocupados, el 57% de ellos son jóvenes entre los 20 y 29 años de edad, lo que habla del drama que afecta a las generaciones de egresados de las instituciones de educación superior en Zacatecas y México.
EDUCACIÓN Y LA MOVILIDAD SOCIAL.
El ejército de profesionistas desempleados es encabezado por abogados, administradores, contadores, psicólogos, comunicadores, médicos, ingenieros, criminólogos, arquitectos, mercadólogos, educadores y en general por egresados de todas las áreas del conocimiento. Ninguna se salva.
Lo anterior igualmente nos narra que la educación ha dejado de ser factor de movilidad social, de oportunidad para las nuevas generaciones. Se requiere en este ámbito una reforma de gran calado que le devuelva a la enseñanza su fuerza y capacidad transformadora de la sociedad.
En Zacatecas, las políticas de educación superior se mueven en la línea de las tendencias inerciales y de la improvisación, caracterizadas por una ausencia de visión estratégica, lo que ha impedido y obstruido que nos coloquemos en los espacios de la creatividad y la innovación. Se padece una pérdida de horizonte y de brújula. No se cuenta con definiciones hacia dónde hay que ir.
En Zacatecas, por lo pronto, las instituciones de educación superior seguirán trabajando sin orden, sin planeación, sin integración. Una falla más de las políticas en el sector, difícil de superarse, por la indolencia, la mediocridad y la soberbia que prevalece.