No podemos basarnos únicamente en el PIB, tenemos que tener otros indicadores
David Monreal Ávila
El Producto Interno Bruto (PIB) es una de las medidas económicas más conocidas y una forma de medir el crecimiento económico de un país. Banxico explica que el PIB mide la actividad productiva, y se obtiene al sumar cuánto valen en pesos todos los bienes y servicios de consumo inicial que se producen en un año, es decir, que no se usan para producir algo más.
En términos generales, una base económica firme es indispensable para el desarrollo social, pero el PIB por sí solo no es suficiente como medida de bienestar. Por ejemplo, si entra Bill Gates a un bar, en promedio todos los clientes se vuelven millonarios. De igual manera, el PIB per cápita no dice nada sobre la riqueza o la pobreza de grandes sectores de la población, ya que puede darse el caso —como efectivamente sucede— de que muchas personas tengan pocos recursos económicos y unas cuantas tengan miles de millones de pesos. Además, el PIB general no distingue entre los diferentes tipos de actividad económica (primaria, secundaria, terciaria), por lo que no representa fielmente el desarrollo del ecosistema productivo nacional.
El PIB indica el comportamiento general de la economía, pero es importante reconocer sus limitaciones como medida de bienestar; si bien, ayuda a tener una idea más clara del aumento o disminución de la producción de un país, y de las posibles crisis, recesiones, o problemas económicos que se puedan generar en un futuro, y se permite con dicha medición hacer comparaciones globales, no fomenta la medición y tabulación de otras variables como: calidad de vida, bienestar social, felicidad, entre otras.
Por ello, es que se han creado otros índices para complementar al PIB, para entender la vida de un país más allá de lo económico, como el IPS que mide el desarrollo social en tres grandes dimensiones: 1) necesidades humanas básicas, 2) fundamentos de bienestar, y 3) oportunidades; el Índice de la Felicidad; el Índice para una Vida Mejor.
En el caso de México, con el IPS 2019, el país se ubicó en el lugar 55 de 149 países, con una puntuación de 71.5 sobre 100. En el Índice para una Vida Mejor, nos encontramos en la posición 39 de 40 países evaluados. Finalmente en el Índice de la Felicidad, México ocupa la posición 24 entre 153 países.
Son más los países con economías estables y fuertes, que han preferido optar por otro tipo de mediciones para poder tener un mayor entendimiento de la vida de sus ciudadanos y mejorar las condiciones. Incluso, el mismo Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, ha reiterado en diversas ocasiones que no podemos basarnos únicamente en el PIB, que tenemos que tener mejores indicadores que nos permitan conocer y llegar a la economía que queremos; un indicador que nos permita conocer las preocupaciones y desigualdades que el PIB no nos refleja.
Debemos evolucionar la manera en la que recibimos y concentramos los resultados, debemos mejorarla para poder tener una visión más amplia y profunda de cómo establecer las políticas públicas que van a favorecer al país. Lo que no es medible no es mejorable y no forma parte de la agenda pública; por ello debemos empezar a considerar lo que realmente es importante para las personas, la calidad de vida, la cobertura de las necesidades básicas, el bienestar, el progreso social y la felicidad.