Carmen R. Ponce Meléndez/ Monedero
Cimacnoticias
En la conmemoración del día Internacional de la Mujer Rural y del Día Mundial de la Alimentación, la representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Lina Pohl, resaltó el papel protagónico de las mujeres —que en esta crisis sanitaria muestran una vulnerabilidad mayor— y tenemos el compromiso conjunto de acompañarlas y asistirlas en las iniciativas de producción familiar en el sector rural.
Por efecto de la crisis económica que ha provocado la pandemia, se prevé que en el país aumente a 7 millones el número de personas afectadas por el hambre crónica, que se sumarían a los casi 10 millones que hay en ese rubro, advirtió Lina Pohl. A finales de 2020 la pandemia de COVID-19 en el mundo podría provocar un aumento de hasta 132 millones de personas afectadas por el hambre crónica.
“Es una oportunidad para darnos cuenta que en materia de alimentación lo estamos haciendo muy mal y que las políticas públicas en la materia puedan reorientarse. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social en 2018, en México existían 52.4 millones de personas en pobreza y respecto a la carencia alimentaria, registró a 25.5 millones”.
Adicionalmente al participar en el foro virtual: “La mujer rural como motor de la economía y seguridad alimentaria”, el representante de la Secretaría de Agrícultura, Victor Villalobos Arámbula, destacó que de acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) y la Procuraduría Agraria, hay un gran reto por delante orientado a reconocer y acompañar a las mujeres emprendedoras del campo mexicano, las cuales representan 51 por ciento de la población rural.
Hay avances en la regularización de la propiedad de las tierras de las mujeres rurales y el acceso a esquemas de capacitación y créditos con la Banca de Desarrollo, en una cobertura de más de 123 municipios comunitarios.
Este año, de las 106 mil 252 Unidades de Producción Familiar atendidas dentro del Proyecto de Desarrollo Territorial (Prodeter), 32 por ciento son dirigidas por mujeres, a las que se apoya con los programas prioritarios: Precios de Garantía, Producción para el Bienestar, Bienpesca y Fertilizantes Bienestar.
De septiembre de 2019 a junio de 2020, este programa ha beneficiado a casi 98 mil productores de pequeña y mediana escala, y con el Programa de Abasto Social se trabajan 25 mil 256 tiendas comunitarias, cuyo manejo se encuentra, en 69 por ciento, a cargo de mujeres rurales. En materia de entrega equitativa, dijo que este año se trabajó para que los fertilizantes entregados fueran distribuidos de manera proporcional entre mujeres y hombres.
La alimentación es un tema nodal porque es causa y efecto en momentos de crisis sanitaria, la mala alimentación provoca enfermedades, causante de morbilidad y mayor riesgo de contagio y muerte. A su vez, la crisis económica genera pobreza y reducidos ingresos para adquirir alimentos; por fortuna hasta ahora su produccion no se ha visto mayormente afectada, gracias a que el campo no ha parado y ahí el efecto de la pandemia sanitaria (hasta ahora) es menor.
Se enfrenta la paradoja del hambre y el sobrepreso, causante de enermedades crónico degenerativas. La Organización Mundial de la Salud reconoce que la causa fundamental del sobrepeso y la obesidad es el desbalance energético producto de las calorías consumidas y la energía gastada por el organismo, mientras que el hambre es generada por la pobreza.
Según Inegi, del gasto corriente monetario mensual de los hogares, 35 por ciento se destina al rubro de alimentos, bebidas y tabaco, lo que representa el principal rubro de gasto. Con datos de 2018, se observa que en los hogares, 4 de cada 10 pesos se destina a carne y cereales, sólo 1 por ciento a pescados y mariscos (ver gráfica).
Del total de los hogares en el país, 41 por ciento experimentó preocupación de que la comida se acabara; un dato relevante es que en 11 entidades federativas el porcentaje de hogares que experimentaron alguna dificultad para satisfacer sus necesidades alimentarias por falta de dinero o recursos es mayor al 50 por ciento.
Las entidades federativas del sureste del país son las que presentan mayores proporciones de hogares que experimentaron alguna dificultad para satisfacer sus necesidades alimentarias. Guerrero, y Tabasco con 73 encabezan esta lista, seguidas por Oaxaca con 67, Chiapas 66 y Veracruz 63 por ciento.
La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2018, reportó 10.3 millones de hogares con alguna dificultad para satisfacer necesidades alimentarias de los menores de edad. Con los efectos económicos de la pandemia ¿cuáles serán los resultados en la alimentación de la población del país?
En la actualidad la evolución del hambre y el sobrepeso y obesidad está estrechamente ligada a la transformación de los sistemas alimentarios que, a su vez, han cambiado los patrones de consumo de alimentos de toda la población. La transformación de dichos sistemas son resultado principalmente del crecimiento de los ingresos medios, la mejora de las infraestructuras, la urbanización, la liberalización comercial y el aumento del empleo rural no agrícola
En la región, se ha producido un aumento más acelerado del consumo de alimentos ultraprocesados y de comida rápida, que son densamente calóricos, altos en grasas y azúcar y aumentado la inactividad física. Lo anterior está ligado a un rápido aumento de los ingresos y urbanización, mejoras en las infraestructuras la liberalización de las políticas de regulación de mercado y el aumento del empleo rural no agrícola, que han transformado rápidamente el sistema alimentario de la región y con ello sus patrones de consumo.
Ante estos cambios, las comidas preparadas y fuera del hogar se han vuelto alternativas atractivas. A lo anterior, se suma la desproporcionada e inequitativa porción de áreas cultivadas destinadas a producción de insumos básicos para productos procesados y ultraprocesados (aceites, harinas, azúcar), en contraste con la reducción de las áreas dedicadas a producir frutas, hortalizas y legumbres.
La creciente urbanización, el cambio en los patrones alimentarios y las nuevas formas de producir y procesar alimentos ha modificado la cantidad y calidad de alimentos que se consumen hoy en día. Por ejemplo, hace treinta años el consumo de cereales, legumbres y raíces era relativamente más común comparado con lo que se observa hoy. En la actualidad las carnes y los lácteos tienen mayor participación en nuestra alimentación, pero también los productos con altos niveles de azúcar, grasas y sal han pasado a ser parte habitual de los patrones alimentarios de los latinoamericanos y caribeños.
Todos los países de la región enfrentan problemas considerables en cuanto a prevalencias de sobrepeso. Por ejemplo, los países con las mayores prevalencias de sobrepeso en adultos –con tasas superiores de 60 por ciento- serían: Argentina, Bahamas, Chile, Costa Rica, México, República Dominicana, Uruguay y Venezuela (República Bolivariana de).
El sobrepeso en menores de 5 años de edad se encuentra en aumento y pasó de 6,2 a 7.5 por ciento entre 1990 y 2018. Asimismo, el sobrepeso en niños, niñas mayores de 5 años y adolescentes, se ha duplicado desde 1990, para el caso de los niños y niñas (entre 5 y 9 años). Lo anterior está relacionado a que en la actualidad, la niñez y adolescencia crecen con frecuencia en entornos obesogénicos que fomentan la ganancia de peso, el sobrepeso y la obesidad.
De mantenerse la tendencia actual, se estima que la prevalencia de obesidad en adultos alcanzaría 30 por ciento para 2030. En la misma línea, la prevalencia de sobrepeso en adultos (que incluye a las personas con obesidad) pasaría del 60 actual a 70 por ciento el 2030.
La diferencia de precios entre los productos saludables y no saludables ha tendido a aumentar: actualmente es más fácil para los hogares acceder a alimentos con aportes nutricionales relativamente menores y altos en calorías, no recomendados para una alimentación saludable.
A medida que aumentan los ingresos per-cápita el problema de la subalimentación tiende a disminuir, mientras que los problemas de sobrepeso y obesidad tienden a aumentar.
Los impuestos y subsidios que promueven una alimentación adecuada pueden ser políticas fiscales claves para disminuir el consumo de alimentos con altos contenidos de nutrientes críticos y hacer frente al sobrepeso, la obesidad y las enfermedades no transmisibles (FAO).
PD.
Estimaciones del Fondo Monetario Internacional calculan que el producto interno bruto (PIB) por habitante en México caerá 9.9 por ciento en 2020, con una contracción de 9 por ciento en la actividad económica en conjunto. En el caso del empleo, calcula que el desempleo aumentará a una tasa de 5.2 por ciento este año y a 5.8 por ciento, respecto de la población activa, en 2021.