Manuel Ibarra Santos
Por la pandemia del Covid-19, se está produciendo en la actualidad una generación marchita de niños, niñas y adolescentes, que se agrava con el confinamiento en casa y el cierre de escuelas, lo que está provocando profundas repercusiones psicológicas y emocionales, que ya han marcado negativamente a las nuevas generaciones, pero que nadie se ha preocupado por procesar de manera profesional.
En Zacatecas son al menos 400 mil niños, niñas y adolescentes del sistema educativo que están sufriendo las consecuencias del encierro, sin que medie la acción de los especialistas en atención emocional, por una simple razón: las escuelas no cuentan con profesionales en la materia.
La recuperación plena de los aprendizajes en esta etapa de crisis, tiene que pasar, inequívocamente, por la atención responsable de los problemas de corte emocional de los alumnos.
Pero hay otro problema de fondo asociado a la cerrazón y miopía de los responsables de las políticas educativas, de querer reducir las tareas de enseñanza-aprendizaje, a sólo procesos vinculados a la adquisición de conocimientos, cuando el aprender tiene que ver también con el autocuidado, aspectos de valores y el razonamiento ético.
La educación digital a distancia en casa, por ejemplo, ha aniquilado el uso del principal recurso didáctico para los aprendizajes significativos, como lo es el juego.
Las autoridades del ramo se han visto fuertemente limitadas en sus acciones y la atención educacional que se ha ofrecido en esta encrucijada a niños, niñas y adolescentes, ha incurrido en una muy clara violación de sus derechos fundamentales.
Si continúan las cosas en esta dinámica, no solo crearemos una nueva generación marchita, sino tal vez, y lo que es peor, una generación perdida, propiciada por la indolencia y la incapacidad.
Recientemente el Sistema Nacional Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes (SIPINNA), en coordinación con el Instituto de Desarrollo Social (INDESOL) realizó una extraordinaria consulta entre más de 500 mil niños de todo el país y se les preguntó si están aprendiendo en casa y si son felices de no ir a la escuela. La respuesta contundente de manera mayoritaria fue que “no”. Los resultados de este estudio se publicaron a finales de diciembre del 2020.
Pero, además, casi el 50 por ciento de los niños consultados dijeron sentirse aburridos, estresados, malhumorados y preocupados;7 de cada10 no han hecho ejercicios físicos en los últimos meses y se olvidaron de realizar lecturas; y un alto porcentaje son testigos recurrentes de pleitos en casa.
Si no se atiende y modifica esta dinámica perniciosa de atención a los niños, niñas y adolescentes, las consecuencias colectivas para el país, a futuro, serán funestas y dramáticas.
LA CONSULTA A LOS NIÑOS.
¿Se debe consultar a los niños sobre los asuntos fundamentales que les atañen? Muchos desde una visión cultural anacrónica y errónea podrán decir que no. Pero esa es una grave equivocación que se tiene que corregir.
El artículo 12 de La Convención de los Derechos del Niño de 1989 señala que los niños tienen derecho a opinar y que sus opiniones sean consideradas cuando los adultos tomen decisiones que les afecte.
En el caso de México, nuestra Constitución es muy clara cuando reafirma el compromiso de que “todas las decisiones y actuaciones del Estado velarán y cumplirán con el principio del interés superior de la niñez” (Artículo Cuarto).
Es obligación del Estado Mexicano considerar la opinión de niños y niñas y tomar decisiones que les favorezca a ellos en los aspectos culturales, económicos, éticos, afectivos y educativos. Eso es incuestionable.
A lo mejor la consulta en este sentido para implementar las medidas de corte sanitario ante la pandemia era injustificada, pero no así para definir las particularidades de los programas a distancia Aprende en Casa (I, II y III). La opinión de niños, niñas y adolescentes debe contar.
LOS AJUSTES A LA EDUCACIÓN:
Ante la crisis pandémica que se experimenta, hace necesario realizar ajustes a la oferta educativa, al menos en los tres siguientes aspectos y dimensiones:
1).-Reformar el sistema educativo para combinar presencialidad con virtualidad. Solo la educación a distancia mediante el uso de dispositivos digitales, por sí sola, no representa la respuesta a los problemas escolares que hoy aquejan a la población mexicana.
2).-Se requiere avanzar en el diseño, integración y constitución de un nuevo paradigma de formación de docentes, que incorpore la promoción y certificación del dominio de las nuevas y emergentes habilidades que el profesional de la educación debe manejar y dominar, más allá del pleno uso de las tecnologías digitales.
3).-El diseño de renovados planes y programas curriculares, que integre los contenidos que hasta antes de la Covid-19 no eran tomados en cuenta. Uno de ellos, puede ser, el relacionado con el procesamiento eficaz de los escenarios de crisis pandémicas.
Es pertinente tomar decisiones para impedir que la nueva generación de niños, niños y adolescentes se pierda.