Manuel Ibarra Santos
Iniciaron las campañas electorales rumbo a los comicios del seis de junio, en una etapa de pandemia, fenómeno que impuso un escenario inédito, y en donde el uso de la promoción personal mediante la tecnología digital resultará relevante, aunque los contendientes para su triunfo dependerán de manera decisiva de las estrategias tradicionales del manejo de las estructuras territoriales y del control del voto asistencial.
El pasado domingo por la madrugada arrancaron las campañas políticas, en una carrera en la cual David Monreal, candidato a la gubernatura por la coalición “Juntos Haremos Historia”, comenzó posicionado y ubicado como el puntero en todas las mediciones de las encuestas, las que le dan ventaja hasta de dos a uno, en las preferencias ciudadanas. Sin embargo, habrá que esperar el desenlace el día que los ciudadanos acudan a las urnas.
David Monreal estará, por esa razón, en la posición de marcar la dinámica y el ritmo en el proceso de competencia en los dos próximos meses y sus adversarios acudirán a la revisión constante de sus estrategias para procurar, en un contexto del arte auténtico de la guerra sin cuartel (al estilo de los postulados de Sun Tzu), para alcanzar al candidato puntero.
Las campañas negras no están descartadas, porque son para desgracia, una herramienta muy naturalizada y generalizada en su uso, en las democracias modernas y en las que árbitro electoral poco o nada podrá hacer para evitarlas. Aunque es pertinente ponerles límites, éticos y legales, por los daños que producen.
En El Arte de la Guerra Sun Tzu formuló la idea estratégica de ganar la batalla antes de iniciarla, mostrando poderío de sus ejércitos, el adiestramiento de sus soldados, la disciplina y sus tácticas.
David Monreal llega posicionado antes de la guerra, con poderío, con importantes alianzas nacionales y estatales, con proyecto, al igual que con el respaldo de la gente. Lo que hay que impedir es que los recursos estratégicos se agoten en el desarrollo de la batalla.
Y así, la batalla electoral inició con la utilización en Zacatecas de mecanismos inéditos en campañas, privilegiando en primer término el uso de los video-mensajes y de las redes digitales. Pero eso no será suficiente y se tendrá que acudir a combinar la virtualidad con el contacto físico y directo de los candidatos, con los ciudadanos y potenciales votantes.
En el estado de Zacatecas, el 57 por ciento de su población (en contraste con el 70% de la media nacional), tienen acceso a la conectividad de internet, lo que equivale a que 900 mil personas tienen la posibilidad del uso de las redes digitales. Y están se concentran en un 80% en los principales corredores urbanos de la entidad. (Fuente: INEGI/2020).
Quien quiera ganar en estas elecciones, relevante será el uso de las redes, pero no será suficiente. Se tendrá que acudir incuestionablemente al despliegue de la movilización de estructuras territoriales efectivas y al control del voto de corte asistencial, en una entidad con elevados índices de pobreza y desigualdad.
Por el perfil socio-demográfico que caracteriza al Estado se puede afirmar que en Zacatecas no existen segmentos de votantes que hayan tomado decisiones de una vez y para siempre. Estos podrán modificar sus preferencias de acuerdo a los incentivos que los proyectos políticos les hayan entregado con anticipación, para su convencimiento. Incluso en la región de Pinos, tradicionalmente priísta, no está dicha la última palabra.
El resultado de las elecciones será producto, entonces, de la adecuada articulación de métodos digitales de persuasión y de la utilización de las tradicionales estrategias física de contacto con el votante y el control de estructurales territoriales.
Un punto clave, en primer término, para el éxito estará en el control del corredor urbano Guadalupe-Zacatecas-Fresnillo, que aporta más del 36 por ciento del total de los votos en disputa. Pero eso no será definitivo.
A lo anterior se tendrá que combinar una estrategia que busque, como un segundo punto clave, la presencia y control de los municipios que en lo individual aportan votaciones entre el 2 y el 4 por ciento de los sufragios en la entidad, entre los que se encuentran: Jerez, Sombrerete, Río Grande, Ojocaliente, Nochistlán, Pinos, Loreto, Tlaltenango, Jalpa, Calera y Valparaíso.
LA CONSPIRACIÓN DE LOS GRUPOS:
Con el arranque de campañas el domingo pasado, entraron en ebullición todos los grupos políticos locales y nacionales, en la búsqueda de mantener presencia, protagonismo y privilegios. Los comicios se transformaron, así, en espacios de lucha descarnada, pero también de conspiración contra los adversarios.
En Zacatecas, las elecciones se convirtieron de facto en arena de lucha, no sólo de los grupos locales, sino también de las expresiones políticas nacionales que entraron anticipadamente a la puja por el control de los escenarios de la sucesión presidencial del 2024. La confrontación será feroz y sin cuartel. En algunos episodios aparecerá el fantasma de la tragedia y en otros la comedia como signo.
Unos días antes del arranque de campañas, la eliminación de algunos candidatos, por razones de legalidad, a diputaciones locales y a la alcaldía de la capital, tomaron visos de tragedia y comedia. Ambas legítimas en su manifestación pública.
La eliminación de candidatos en la víspera del inicio de campañas, dejó derrotados a expresiones, dinastías y grupos no sólo locales, sino a algunos de ellos con extensiones nacionales.
Corichi y sus extensiones en el país, fue una de esas expresiones damnificadas, no sólo por los abiertos servicios de apoyo y asesoría de confrontación, que ha brindado a grupos de la capital, que por ahora fracasaron. En teoría de la compensación, lo único que le estimula es la obtención de una posición plurinominal para su madre por la vía de Movimiento Ciudadano.
La lucha encarnizada por el poder inició en esta ruta de 60 días que serán de fragor intenso, en donde los grupos y dinastías están procurando reciclarse a través de sus retoños y/o por la vía de la promoción de algunos tentativos nuevos cuadros.