Lucía Lagunes Huerta/ Zona de Reflexión
Cimacnoticias
Nuevamente escuchamos los informes sobre los recursos que invierte este gobierno en las mujeres y los programas que se tienen, los reportes más allá de cifras y actividades, no ofrecen ningún resultado palpable a favor de las mujeres, y pese a ello, se sigue insistiendo en lo mismo.
Si hay una política que no ha tenido éxito, es precisamente la responsable de construir la igualdad plena de las mujeres y niñas y eliminar la violencia contra ellas.
Que le vaya mal a la política que diseñaron e implementan las instituciones que creamos desde hace veinte años para alcanzar la igualdad, no es buena noticia para nadie, ni es de festejar, ni mucho menos, porque si a las instituciones les va mal, a las ciudadanas nos va peor.
Desde hace tres años nos vienen diciendo lo mismo que nos dijeron ayer sin mostrarnos los logros que han tenido para que las mexicanas tengamos igualdad y vivamos libres de violencia.
Tienen tres años diciendo que las mujeres son la mayoría de beneficiarias de los programas insignes del gobierno federal, es cierto, pero eso no quiere decir que hay mayor igualdad para las mexicanas, sino que reflejan que las más pobres entre los pobres son las mujeres, por eso son más beneficiarias.
También han dicho que dedican dinero en construir Centros de Justicia para las Mujeres y buscan disminuir el rezago en carpetas de investigación, cuando la administración y procuración de justicia le toca a la Fiscalía General de la República que es la institución responsable de garantizar a la ciudadanía el acceso a la justicia y que no está haciendo su tarea para erradicar la violencia contra las mujeres, cuando los propios Centros de Justicia se van a enfrentar a una Fiscalía misógina.
Otro de los temas que reiteran es la organización de las mujeres para la recuperación del tejido social, nuevamente la responsabilidad se coloca en las mujeres, cuando es el gobierno el responsable de ello, a través de acciones de gobierno, aunque suene redundante.
Las becas escolares, por sí solas, no libran a las niñas, adolescentes y a las jóvenes de la violencia sexual ni dentro ni fuera de sus escuelas, tampoco las libera de la precariedad laboral, ni mucho menos de la sobrecarga de deberes domésticos y de cuidado, entre otros retos que enfrentan.
No hay evidencia en ningún lugar del mundo que la entrega de dinero a las adultas mayores las proteja del abuso, les garantice el respeto y la autonomía para decidir sobre sí mismas. Y no la hay porque estas medidas sin un verdadero acompañamiento del Estado para construir la igualdad son insuficientes.
Mientras la política para erradicar la discriminación y desigualdad de mujeres y niñas siga anidada en la marginalidad sin las instituciones del Estado como entes articuladores de la políticas de igualdad, pocos resultados se podrán tener en la transformación que se requiere.
En tres años no hay un resultado que nos revele que la igualdad de las mexicanas ha aumentado con la política de este gobierno. Y por desgracia no tenemos en el horizonte cercano el escenario de un posible cambio, porque se esta más preocupado en agradar al presidente que lograr la verdadera transformación social que se requiere.