Lucía Lagunes Huerta / Zona de Reflexión
Cimacnoticias
Pues otra vez la designación presidencial de un agresor genera una gran polémica y no es para menos, pues gracias a las víctimas, valientes hay que decir, se ha colocado nuevamente en el centro del debate que aún se sigue privilegiando la palabra del agresor antes que la de las víctimas.
La designación que hace el Presidente de la República de Pedro Salmerón como embajador de México en Panamá tiene varios efectos negativos para las mujeres y niñas de nuestro país, por lo tanto para la democracia mexicana y la supuesta política exterior feminista que tanto se ha presumido por el Canciller Ebrard. Está difícil creer en ella cuando colocas a un agresor como embajador.
Pedro Salmerón tiene por lo menos cuatro años denunciado públicamente por mujeres que han tenido contacto con él, estudiantes y militantes de Morena lo han denunciado por acoso y hostigamiento sexual.
El solo hecho de nominarlo, pese a las denuncias públicas de ser un agresor de mujeres, normaliza la violencia, desdeña los daños que ésta ocasiona, violenta a las víctimas, deslegitima a las instituciones creadas para erradicar la violencia machista y debita la política de igualdad, al privilegiar un perfil académico frente a un actuar ético apegado al respeto y dignidad de las mujeres
La respuesta ante el rechazo lógico de las víctimas y feministas por la nominación de un agresor, es la de un gobierno que no cree en las mujeres y que se pone del lado del agresor, a quien no le exige demostrar que no lo es y por el contrario, demanda a las víctimas que demuestren que fueron agredidas.
Esta reacción confirma que la ideología de este gobierno es misógina, y explico, porque para el presidente las mujeres son instrumentos para cuidar y tener hijos, en la política para apoyarlo, por ello cuando era candidato creó “Las Adelitas”; en su gabinete hay muchas mujeres sin agenda verdadera de igualdad de género y de Derechos Humanos de las mujeres.
Las Adelitas acompañaron al candidato en 2006, llamaron al voto y como dice la canción iban “detrás de su Juan”. Por más que repitan que este es un gobierno feminista, no lo es.
Ya como presidente, se ha negado a escuchar las exigencias de las mujeres, ha descalificado al movimiento feminista, lo ha tachado de conservador, de ser infiltrado, ha negado su historia y ha señalado que la única lucha que reconoce es precisamente la del siglo XIX.
Y más recientemente, ha puesto en el banquillo de los acusados a las víctimas que denuncian agresiones contra los hombres de su confianza, Félix Salgado Macedonio y ahora Pedro Salmerón.
La ideología misógina es la que sostiene a los agresores en el poder, porque a través de la impunidad, alienta en los hombres violentar a las mujeres, les da prestigio, e instala en la sociedad a las víctimas propiciatorias.
Por ello, el presidente ha pedido a las víctimas que prueben las agresiones y ha desdeñado su dicho alegando ataques políticos, ninguneando la agresión.
Cuando él sobreexpone a las víctimas resguarda en la sombra a los agresores.
Un hombre que cada mañana despliega su conocimiento histórico, se resiste a mirar el bosque de los Derechos Humanos de las mujeres.
En México las estudiantes llevan años denunciando las agresiones que viven de sus profesores, el movimiento MeeToo dio la oportunidad de hacerlo cuidando la identidad de la víctima, porque se sabe que esa complicidad social que hay con los agresores, caería como tsunami contra ellas.
En 2019 en el #MeTooITAM salieron las denuncias contra Salmerón cuando era profesor en este centro educativo, el cual no negó los hechos, no investigó las denuncias de las estudiantes, y se escudó en la renuncia Salmerón.
En 2017, Estefanía Vela y 8 militantes de Morena denunciaron la violencia ejercida por Salmerón contra ellas, sin que el instituto político hiciera ninguna investigación al respecto, al igual que en el caso de Basilia Castañeda, quien denunció a Félix Salgado Macedonio, Morena le dio carpetazo, protegió al agresor y se fue contra la víctima.
La omisión de las instituciones deja solas a las víctimas y eso queda claro, nuevamente, con quienes acusan a Salmerón de violencia sexual.
En un país donde la impunidad alcanza 98 por ciento en delitos contra las mujeres, cómo exigirles a las víctimas que crean en la denuncia, hacerlo es tratar de lavarse las manos y sobrecargar a las víctimas.
La andanada violenta contra quienes levantan la voz para denunciar a los hombres poderosos tiene efectos gravísimos al desempoderar a las mujeres, un ejemplo es lo puesto por Estefanía Veloz estos días en su tuit “No importa lo que digamos, no importa si hay pruebas o sólo testimonios, contra un hombre poderoso siempre vamos a perder la batalla en redes sociales. De alguna manera terminamos linchadas y agredidas, por eso nadie quiere denunciar a sus agresores”.
La última frase sintetiza el efecto de la incredulidad en la palabra de las víctimas, por ello el peso está en congruencia y autonomía de las instituciones, ellas tienen la obligación de romper con la permisividad social que cobija a los agresores.
El senado de la República en concreto tiene en sus manos retirar a Pedro Salmerón en el encargo como embajador en Panamá, esta institución cuenta con la Medalla Elvia Carrillo Puerto, un reconocimiento a la trayectoria femenina a favor de los Derechos Humanos de las mujeres, creado en 2013, a propuesta de la Comisión de Igualdad de Género.
En 2021 se otorgó a Laura Martínez, directora de la organización ADIVAC que acompaña a víctimas de violación, en su participación, Laura Martínez pidió al senado que no dejara solas a las víctimas de violencia machista. Será que el senado de la paridad sí lo escuche, será que las senadoras que han declarado estar del lado de las víctimas sí lo hagan.
Qué tanto este poder guardará su autonomía frente al Ejecutivo y será congruente para negar la ratificación de Salmerón como embajador de Panamá, es lo que vamos a ver en estos días.
De ratificarlo estarán violando su deber como poder autónomo al mostrar su sumisión ante el presidente, pues al instituir la Medalla, asumieron un compromiso con la igualdad y por una vida libre de violencia hacia las mujeres, ratificado al otorgar el primer reconocimiento a la creadora de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, Marcela Lagarde.
Sé que para las mujeres no es fácil mantenerse en la política de los hombres, pero la sumisión nunca ha sido la opción para avanzar, desde el feminismo la política de las mujeres es pactar a favor de las mujeres y sus Derechos Humanos.
Sostener la nominación de Salmerón como embajador de México en Panamá es ratificar que somos un país feminicida, porque las autoridades se coluden con los agresores y les dan la espalda a las víctimas. Veremos de qué lado está el senado de la paridad.