Lucía Lagunes Huerta
Cimac Noticias Ciudad de México
Estamos en víspera del Día Internacional de la Mujer y las declaraciones dadas este martes por la ex secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, nos recuerdan que aun cuando hemos ganado la igualdad y la paridad en la norma, todavía están lejanas en la vida cotidiana y más cuando el poder está en juego.
Esta no es la primera vez que sabemos que tras el nombramiento de la exministra en retiro la jauría misógina se vino encima, como ocurre cuando las mujeres ocupan puestos de altísimo nivel y son las primeras.
Incluso ahora, las caricaturas en los periódicos reflejan la misoginia con la cual se interpreta la presencia de las mujeres en el mundo público.
No hay posibilidad de gobernar con poder si la percepción que se construye de las mujeres es de adorno o desecho.
Esta negación del poderío de las mujeres se basa en el menosprecio de sus capacidades políticas y sus habilidades de concertación y acuerdo. Sin embargo, ha sido esta capacidad y estas habilidades las que les han permitido sobrevivir en un mundo que busca expulsarlas constantemente desde que conquistaron el derecho a la participación política.
Hay una frase que suelen repetir las políticas feministas: una cosa es ganarse la curul y otra es ganarse el lugar. A diferencia de los hombres, las mujeres deben ganarse ambas cosas por separado, para ellos vienen en paquete.
Esta misma frase puede aplicarse para las mujeres que logran un espacio público o cargo de decisión, como la exsecretaria de Gobernación, pues el reconocimiento de su valía sigue regateado.
Es decir, el cargo para las políticas no es la constatación de que son buenas, sino la duda de ¿por qué llegaron?
Y ganarse el lugar no sólo implica mayor trabajo sino mayor desgaste, porque aun cuando se logre no es para siempre, sino que tienes que ganártelo paso a paso.
El desgaste es tal, que es prefieres renunciar que seguir dando la pelea.
Se podría pensar que la llegada de más mujeres en el poder ha significado más reconocimiento y el terreno se ha vuelto más terso. Por el contrario, la llegada de las mujeres a lugares que antes eran ocupados sólo por hombres ha generado más obstáculos para las mujeres autónomas pues el sistema se ha visto obligado a abrirles espacios, pero no a pactar con ellas, no compartir realmente el poder, veamos el Congreso, la Junta Política cerró filas con ellos y no permitió la entrada a ninguna mujer. Otro dato, del total de líderes de bancada en el país, sólo 23 por ciento son coordinadas por mujeres.
Esto confirma que la curul y el lugar caminan por vías separadas.
En días recientes en una reunión feminista, varias mujeres políticas de diversos partidos coincidían en los obstáculos que aún enfrentan y cómo sigue siendo frágil su permanencia política; no por ellas, sino por los cierres de espacio, pues el pacto entre caballeros impide el avance de las mujeres.
Un ejemplo que pusieron estas políticas de cómo lo ganado en la norma y la realidad siguen desincronizadas es que si bien se logró establecer la obligación de los Partidos Políticos de destinar recursos económicos para el liderazgo de las mujeres del 3 por ciento del gasto corriente, este derecho sigue siendo regateado y mal usado pues quienes deciden en qué se gasta son las áreas de finanzas en acuerdo con las cúpulas partidarias. El resultado es que el recurso para el liderazgo de las mujeres termina en la compra de cubetas, trapeadores, mandiles y un largo etcétera para las campañas electorales y promoción partidaria; lo que sobra es lo que les dan a las mujeres.
Es decir, el piso sigue estando disparejo porque aún cuando hemos logrado la norma, hacerla valer sigue siendo cuesta arriba, porque la igualdad de las mujeres en la realidad sigue en entredicho.
Ningún consejero jurídico se había atrevido a disputar las funciones de la Secretaria de Gobernación, porque había claridad que el señor que ocupaba esa silla era quien mandaba, pero que una señora la ocupara no daba lo mismo.
Pero además el jefe propició semejante situación, porque no confía en el poderío de las mujeres. Si nos apegamos a lo dicho por el presidente, él necesitaba que le ayudaran con política, con gobernadores, incluso con el sistema de justicia, tarea que le toca a la Secretaría de Gobernación no al consejero Jurídico, como señaló Sánchez Cordero.
En una semana tendremos la conmemoración del Día Internacional de la Mujer que cumple 112 años y que sigue siendo vigente, porque si bien hemos ganado en la norma el reconocimiento de nuestros derechos, el gozarlos sigue siendo disparejo y con grandes vaivenes, porque no todas ni todo el tiempo podemos acceder a ellos.
Y mientras la igualdad plena no sea costumbre, hay que seguir evidenciando lo que falta y las calles seguirán siendo un espacio de exigencia, especialmente por las jóvenes quienes han crecido con el discurso de la igualdad, pero no la están viviendo y no están dispuestas a esperar 100 años.