Opinión

Ricardo Monreal Avila senador de la RepublicaManuel Ibarra Santos

            En la encrucijada política que vive la Nación, en una especie de tormenta perfecta, de cara a la sucesión presidencial del 2024, el Senado de la República, con Ricardo Monreal Ávila se ha constituido en el espacio de los equilibrios democráticos, de los contrapesos, de la estabilidad y la gobernabilidad de México.

Esa es tal vez la mayor aportación que ha hecho en estos momentos el Senado (a 198 años de su creación, cumplidos el 4 de octubre), al desarrollo político del país, más allá de maniqueísmos ideológicos.

            Los constituyentes de 1824 y entre ellos los impulsores del bicameralismo (como Ramos Arispe, Lorenzo de Zavala y Francisco García Salinas), pensaron al Senado como la Cámara revisora, la de los equilibrios y la representante de los intereses federalistas de la Nación. Ricardo Monreal ha reivindicado en la actualidad ese espíritu histórico.

Se recupera, efectivamente, la concepción primigenia del Senado como Cámara revisora y de los equilibrios, en una etapa de fuertes dilemas para la existencia de la República, cuando se ha desempolvado, como un hacha de guerra, el debate singular (y tal vez innecesario) entre conservadores y liberales, federalistas y centralistas.

Ricardo Monreal se ha encargado con su liderazgo de reconducir la vida del Senado, para convertirla en la Cámara de los consensos, de la racionalidad crítica y en el espacio de la gobernabilidad, donde han convivido, en un acontecimiento extraordinariamente insospechado, lo mismo la derecha, el centro, que la izquierda.

Frente a la maquinaria que estimula la agresiva confrontación, Ricardo Monreal ha tenido la iniciativa, en cambio, de convocar a la unidad y a la reconciliación de los mexicanos.

Con eso se cuestiona de fondo la tesis “pro/marxista” que sostenía la incorrecta argumentación de que la lucha dialéctica de contrarios, ha sido la mejor estrategia para propiciar el cambio. Eso ha resultado falso a la luz de la historia, como bien lo afirmó Karl R. Popper en su imperecedera obra “La Miseria del Historicismo” (1936).

De esa manera, el Senado se ha colocado lo mismo como epicentro de grandes tormentas políticas, pero también en núcleo republicano donde se ha contribuido a liberar fuertes tensiones que, de lo contrario, hubieran amenazado con estallar y desfigurar el rostro de la Nación.

Ese es el valor del trabajo que como operador eficiente ha desempeñado Ricardo Monreal como presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, al erigirse como incuestionable puente de comunicación con los representantes de todas las fuerzas políticas del país.

De esa característica han carecido la mayoría de los colaboradores e integrantes del gabinete del presidente López Obrador, cuya función se ha desnaturalizada y pervertido por el interés de anticipar, por mucho, la lucha por la sucesión 2024.

Como líder del Senado, Ricardo Monreal se ha re/significado como el referente más efectivo para la construcción de acuerdos con los representantes de las más diversas fuerzas políticas nacionales. Le buscan porque saben que le gusta honrar su palabra.

Al interior de su propio movimiento (MORENA), le han tratado conductistamente, es decir, con incentivos y castigos. Le muestran primero la zanahoria y simultáneamente le lanzan, de “garrotazos” para procurar eliminarlo, a través de emisarios, como recientemente lo ha hecho Layda Sansores, generando un clima de radical confrontación. Lo que no comprenden sus adversarios es que el político zacatecano se crece al castigo.

La gobernadora campechana Layda Sansores, con sus ataques virulentos enviados para eliminar políticamente al líder del Senado, lo único que ha propiciado es que, un conjunto de fuerzas nacionales, cerraran filas a favor de Ricardo Monreal, con lo que se le fortaleció mucho más.

Tan es así que, a unos días de los ataques de Layda dirigidos como misiles en contra de Ricardo Monreal, el propio Adán Augusto López, declaró en la capital zacatecana que el líder del Senado es un político de “lujo”, lo que seguramente retumbó en los oídos para detener la conjura de la campechana y sus aliados.

Ricardo Monreal marca hoy un hito en la historia del Senado de la República. Un fenómeno para el laboratorio político que hay que estudiar, para ver hasta donde llegarán sus alcances.

LAS MATEMÁTICAS DEL CONSENSO Y MONREAL:

A partir de la semana que pasó, Ricardo Monreal acumuló excepcionales logros. Registró una renovada matemática de los acuerdos y los consenso a su favor: El 70% de los integrantes del Senado cerraron filas en torno al zacatecano; seis de ocho fracciones parlamentarias le manifestaron su apoyo; el 65% de los senadores de su Partido (MORENA), le expresaron su solidaridad y su movimiento Reconciliación llegó a 100 ciudades mexicanas. Un balance positivo.

Ricardo Monreal es, hoy, un factor importante en la lucha por la sucesión presidencial del 2024.

LA MARCHA POR LA DEMOCRACIA:

La construcción de consensos en el Senado, es coincidente con la marcha por la democracia y en defensa del INE, que se efectúo en la capital del país y en muchas ciudades mexicanas.

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