Cirenia Celestino Ortega
Cimacnoticias
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el “trabajo” es el conjunto de actividades humanas, remuneradas o no, que producen bienes o servicios en una economía, o que satisfacen las necesidades de una comunidad o proveen los medios de sustento necesarios para los individuos”.
En el periodismo, pareciera que nos enfrentamos más bien al empleo informal, ese trabajo efectuado a cambio de un pago sin importar si es asalariado o independiente. De las periodistas sabemos que el 45 por ciento trabajan en más de un medio, 52 por ciento desempeñan varias funciones en esa empresa pero apenas un 27 por ciento cuenta con contrato de trabajo.
Es importante señalar que “trabajo decente” se refiere globalmente a un empleo digno, ese que dignifica y permite el desarrollo de las propias capacidades, que se realiza con respeto y garantía de los derechos laborales fundamentales, con protección social y un ingreso justo, sin discriminación de género ni violencia.
Nuevamente, para una gran parte del gremio pareciera ejercer en calidad indecente. Más aun para las periodistas que se enfrentan a condiciones de precariedad, desigualdad y violencia.
De acuerdo con los diagnósticos realizados por CIMAC en (2014, 2018 y 2021, éste último en medio de la pandemia), aunque en general ellas tienen índices de escolaridad más altos en los niveles de maestría y doctorado, sus niveles de ingreso son más bajos que los masculinos y existe una alta rotación de empleos que no les permite generar antigüedad, con carencia de prestaciones sociales.
Se enfrentan además a la desvalorización de su trabajo. A decir, a los hombres los ascienden más y pagan mucho mejor, las opiniones de las mujeres no son del todo reconocidas, incluso ignoradas. Incluso, la asignación de temas de mayor relevancia periodística es otorgada a los hombres, con ello desafían expresiones del techo de cristal y piso pegajoso en las empresas de medios. A lo que se suma los comentarios sexistas que reciben.
La violencia también es un tema importante, a 49 por ciento de las periodistas el medio les ha negado una cobertura “por ser mujer”; 7 de cada 10 periodistas viven violencia psicológica; 8 de cada 10 periodistas dijo vivir violencia física durante las coberturas; 5 de cada 10 periodistas identificó que vivió violencia sexual, todo esto, al interior de las empresas de medios.
Cabe destacar que estas condiciones se agudizaron durante la pandemia con consecuencias graves a nivel personal, familiar, profesional y económico. Antes de la pandemia, 3 de cada 10 por ciento trabajaba con herramientas de su propiedad, durante y después de la pandemia incrementó a 7, con el traslado al teletrabajo, también legislado en la Ley Federal del Trabajo.
A las jornadas laborales sin horario fijo que impacta a las periodistas con responsabilidades familiares, para las mujeres se suma la doble jornada laboral no remunerada. A partir de la pandemia, para 77 por ciento de las periodistas la contingencia sanitaria significó un incremento en sus gastos y en el trabajo del hogar no remunerado.
Los riesgos están presentes durante las coberturas: 24 por ciento afirma haber sido diagnosticada con alguna enfermedad o lesión provocada por su trabajo y 38 por ciento considera que desarrolla su profesión en condiciones de riesgo, antes naturalizados como “gajes del oficio”.
Ni que hablar del incremento de la violencia en el ejercicio periodístico.
A pesar de que la Ley Federal del Trabajo establece que las empresas mediáticas deben generar condiciones dignas de trabajo, éstas no existen y prevalece la violencia contra las mujeres en los espacios laborales, ante la tolerancia social y la falta de acciones para erradicarla.
La Ley Federal del Trabajo entiende por trabajo digno aquel en el que se respeta plenamente la dignidad humana del o la trabajadora; no existe discriminación, se tiene acceso a la seguridad social y se percibe un salario remunerado, y se cuenta con condiciones óptimas de seguridad e higiene para prevenir riesgos de trabajo.
En el marco del 1 de mayo Día del Trabajo y el 3 de mayo, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el Día Mundial de la Libertad de Prensa (1993), las trabajadoras más olvidadas, son las periodistas.
Entre la violencia, las desigualdades y desventajas en su vida laboral, determinantes en su desarrollo profesional, su salud física y emocional, su vida personal y familiar, las condiciones socioeconómicas precarias, provocándoles mayor pobreza ¿Qué nivel de poder tienen las periodistas sobre los contenidos mediáticos si ejercen en estas condiciones?
La Ley Federal del Trabajo señala que la igualdad sustantiva es la que se logra eliminando la discriminación contra las mujeres y garantizando el acceso a las mismas oportunidades.
Hoy sabemos que existe una mayor percepción de la desigualdad de género, pues cada vez más trabajadoras pueden nombrar e identificar las situaciones de desigualdad que viven por el hecho de ser mujeres, pero la brecha aun es amplia.
Para ejercer la libertad de expresión es necesario garantizar el derecho a una vida libre de violencia para las mujeres periodistas y también sus derechos laborales.