México, D. F. Un libro escrito por Gabriela Castañeda y Cecilia Rodríguez que saca del olvido a las pioneras y sus logros
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La medicina mexicana contemporánea se ha “feminizado” y hoy, en la mayoría de las escuelas de medicina, la proporción de mujeres inscritas es de 60 por ciento, aunque esto aún se refleja en los puestos directivos, donde predominan los varones.
Este avance en el número de mujeres estudiantes de medicina no hubiera sido posible sin el esfuerzo de las pioneras en el estudio de la medicina, que rompieron con los obstáculos que les impedían entrar a las facultades y limitaban el ejercicio de la profesión médica.
Matilde Petra Montoya Lafragua, María Castro Rojas de Amerena, Herminia Franco Espinoza de Hidalgo, María de Dolores Rivero Fuentes, Consuelo Valdillo Gutiérrez de Castellot, Juana Navarro García de Meyer y Catarina Olivo Villareal son las primeras mujeres que se graduaron como médicas en México.
En su vida profesional, estas siete mujeres hicieron importantes aportes en ámbitos como la gineco-obstetricia, la fisiología o la nutrición, pero en los libros de historia de la medicina poco se las menciona.
Ante esto, las médicas e investigadoras Gabriela Castañeda López y Ana Cecilia Rodríguez de Romo decidieron rescatar el trabajo de sus antecesoras y escribieron el libro “Desafiando a la tradición. Las primeras egresadas de las escuelas de medicina de México 1887-1936”, donde cuentan la historia de estas siete mujeres, reconstruida con base en el análisis de expedientes, oficios, registros y diferentes fuentes bibliográficas.
El libro, publicado por la Academia Nacional de Medicina, en colaboración con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), es el primer trabajo en su tipo a nivel nacional y en él las autoras califican a las siete médicas como “inteligentes y combativas”, salvando así el silencio de los libros de historia de la medicina, donde no se encuentra su rastro.
Las siete doctoras fueron también las primeras luchadoras por los derechos de las médicas y estos se reflejan en que hoy ocupan la mayoría de la matrícula escolar de las carreras de medicina en el país. Sin embargo, quedan aún retos, como estar al frente de las escuelas de medicina, dirigir institutos y hospitales, encabezar las academias y secretarías de estado del sector salud.
DE 1887 A 1936
Las historias de las pioneras inician en 1887, cuando se tituló la primera médica en México, Matilde Montoya, y concluyen en 1936, cuando el doctor Gustavo Baz implantó el servicio social en todo el país, pues a partir de esa fecha la presencia de las mujeres en la medicina dejó de ser novedosa.
Originarias de varios estados de la República, desde Yucatán hasta Nuevo León, fueron partícipes y testigas del apogeo de la medicina en un momento en que se elevó a la categoría de ciencia. También fueron innovadoras, al sacar la práctica médica del consultorio y del hospital, para llevarla a las comunidades urbanas y rurales.
Matilde Montoya, fue la primera mexicana en obtener el título de médico cirujano y fundó la Asociación de Universitarias Mexicanas y el Ateneo de las Mujeres. María Castro Rojas nació en San Luis Potosí y fue fundadora de la Asociación de Médicas Mexicanas y pionera en los derechos de las médicas.
María de Dolores Rivero trabajó en campos básicos de la medicina, como la fisiología y farmacodinamia. Juana Navarro fue la primera mujer en trabajar en el Instituto Nacional de Nutriología.
Consuelo Vadillo, originaria de Yucatán, se enfrentó al rechazo de la sociedad, que desconfiaba de sus conocimientos, por lo que se vio en la necesidad de trabajar gratuitamente en comunidades de escasos recursos y ganar experiencia para poder ingresar a otros ámbitos de la medicina.