Cultura

jose agustin el escritorEs un representante de toda la juventud, de una revuelta contracultural, afirma Enrique Serna

 

Ciudad de México.- Este año se cumplen 50 años de la publicación de la novela De perfil, de José Agustín, un grito de juventud agresivo, desenfadado, lleno de ironía, pero también de rigor y de esperanza para revolucionar la existencia o enajenarse en ella.  Fue la segunda novela del escritor mexicano.

Y a decir del escritor Enrique Serna, la narrativa de José Agustín (Acapulco, Guerrero, 1944) podría llevar como epígrafe la siguiente frase de Francisco de Quevedo:Solamente lo fugitivo permanece y dura. José Agustín supo responder con sus historias a un periodo álgido, el de los años sesenta, con un espíritu de rebeldía, libertad y juventud, personificado en escenas propias de la época. La clase media mexicana y su modo de hablar característico aparecen renovados en sus relatos, como vistos por primera vez.

“Yo diría que sus tres primeras novelas, La tumbaDe perfil y Se está haciendo tarde,buscan capturar el espíritu de una época. De cierta forma son lo que los alemanes llaman novelas de aprendizaje, y cuando un escritor logra identificarse con los jóvenes de cualquier época, trasciende el momento en el que escribió su obra, porque la juventud tiene más o menos las mismas características. Ese es el secreto de que las novelas de José Agustín hayan sobrevivido y sigan siendo leídas por los jóvenes en la actualidad”, refiere Serna.

Pero José Agustín no siempre gozó de un reconocimiento favorable. Hubo pronósticos negativos y duras críticas a sus primeros títulos. Se afirmaba que su literatura era un mero documento sociológico de la época, pues sus relatos hablaban de las experiencias juveniles tal como eran, lo cual se consideraba intranscendente.

“Él hacía una crítica de la literatura almidonada, sobre todo de la pretensión pedantesca de perdurar. Como escribía de la realidad inmediata, algunos lo tacharon de costumbrista, pero su obra tiene valores del lenguaje y una gran imaginación lúdica, lo que le ha permitido subsistir a lo largo del tiempo”.

La primera novela de José Agustín, La tumba (1964), contó con el apoyo de Juan José Arreola. Esta obra que publicó nada más para que no se perdiera, como el propio autor ha dicho en algunas entrevistas, le abrió las puertas de la aceptación de sus lectores, pues consiguió quitarle lo solemne a la literatura mexicana y hacer hablar a los jóvenes desde la voz de los mismos a quienes aludía.

Tras el éxito de su primera novela, José Agustín regresó con De perfil, en 1966. Tenía apenas 22 años cuando fue editada la historia del adolecente que protagoniza este texto: un joven que se mantiene anónimo en la narración y cuenta su vida entre fiestas con sus mejores amigos; la escuela, a la que le dedica poco tiempo; sus padres, y sus nuevas experiencias en el terreno de lo sexual y lo social, siempre contemplando su mundo desde la roca en su jardín, su refugio.

Un año antes apareció una obra con una importante recepción entre la crítica: Farabeuf de Salvador Elizondo, que representó otra forma de abordar la literatura en las letras mexicanas.

Tanto era la diferencia entre esta y otras novelas aparecida en los mismos años, que Margo Glantz fue quien hizo la distinción en su libro Onda y escritura en México: jóvenes de 20 a 33 (1971). “En esos años la crítica tendía a darle una gran importancia a novelas como Farabeuf en detrimento de la literatura de la OndaFarabeuf es una novela muy sobrevalorada. Yo prefiero, en todo caso, de Salvador Elizondo, los cuentos de Narda o el verano”, detalla Serna.

“Una parte del ámbito intelectual estaba con la moda de la nouveau roman y creían que José Agustín era un narrador de lo inmediato, una especie de Chava Flores de las letras, condenado a un deslumbrón pasajero, porque además no hay nada más efímero que las costumbres juveniles.

“José Agustín parecía que iba a quedar descontinuado en pocos años, cuando los jóvenes que lo leían con avidez se enfrentaran a las responsabilidades de la vida adulta, pero la prolongada aceptación que ha tenido su obra desmintió ese pronóstico promovido por la envidia y la mala fe de los literatos minoritarios que solo se leen entre sí”.

José Agustín no iba solo en su trayecto: estuvo acompañado por otros importantes escritores de la época, entre ellos Parménides García Saldaña, quien publicó el elogiadoPasto verde en 1968. Al respecto, Serna aclara que “Parménides no tuvo el tiempo suficiente para madurar. Escribió libros prometedores, pero luego se apagó. Muy joven, además”.

Serna asevera que José Agustín sobresalió del grupo porque conectó muy bien y de manera especial con los lectores por una simple cualidad: “Se convirtió en un representante de toda la juventud, de una revuelta contracultural”.

INFORMACIÓN DEL INBA

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