Logra su libertad, pero seguirá luchando contra la impunidad
ANAYELI GARCÍA MARTÍNEZ
Cimacnoticias | México, DF
Claudia Medina Tamariz, víctima de tortura sexual por parte de miembros de la Secretaría de Marina (Semar) en 2012, fue absuelta del delito de posesión de arma de fuego de uso exclusivo del Ejército por un tribunal federal que ordenó su inmediata libertad.
En conferencia de prensa, representantes del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh) y Amnistía Internacional (AI) consideraron que la libertad de Claudia es una noticia de esperanza en medio de un contexto de ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas que ocurren en el país.
El 7 de agosto de 2012 elementos de la Semar allanaron la casa de esta veracruzana de 34 años, la detuvieron de manera arbitraria, la retuvieron y la sometieron a tortura física, sexual y psicológica para después obligarla a firmar una declaración y presentarla a los medios como parte del cártel Jalisco Nueva Generación.
Ya libre de cualquier acusación, la veracruzana Claudia Medina Tamariz iniciará una nueva batalla jurídica para que la Procuraduría General de la República (PGR) la reconozca como víctima y sobreviviente de tortura sexual, y castigue a los elementos de la Secretaría de Marina (Semar) responsables de los hechos.
El pasado viernes 6 de febrero el Tercer Tribunal Unitario del Poder Judicial de la Federación, en Xalapa, Veracruz, exoneró a Claudia Medina del delito de posesión de arma de fuego de uso exclusivo del Ejército, una de las 12 acusaciones que la Marina le imputó desde agosto de 2012 cuando fue detenida de forma arbitraria.
En entrevista en la sede de Amnistía Internacional (AI) en esta capital, Claudia aseguró que esta resolución le significa un descanso, pero sólo para tomar aliento y continuar porque ahora hay que buscar que los culpables sean juzgados, además de que –dijo– se convertirá en defensora de Derechos Humanos (DH).
“Al principio pensamos, decíamos, ‘es luchar contra un monstruo, cómo luchar contra eso’; yo decía no, no podemos quedarnos callados porque yo tengo la verdad, no soy responsable, lo tengo que demostrar”, comentó al rememorar todos estos meses desde que fue detenida y acusada de delincuencia organizada en 12 modalidades.
El 7 de agosto de 2012 Claudia y su esposo fueron detenidos en su domicilio. Luego de 36 horas de tortura física, sexual y psicológica fue obligada a firmar una declaración autoinculpatoria para después ser presentada ante los medios de comunicación como integrante del cártel Jalisco Nueva Generación y culpable de delincuencia organizada en diversas modalidades.
Su esposo fue recluido en Matamoros, Tamaulipas; ella llevada al penal de Cieneguillas, Zacatecas; mientras que sus hijos tuvieron que quedarse con diferentes familiares, se trató de una separación –explicó– que aún hoy no termina de borrarse.
Aunque parte de su proceso lo vivió en libertad, advirtió que no podía salir de casa por miedo a que hubiera otra orden de aprehensión y fuera detenida, pero al mismo tiempo la sensibilizó con las mujeres que conoció en prisión y que vivieron situaciones parecidas, además de que se identificó con las asociaciones que defienden causas sociales.
Estos meses de diligencias para demostrar su inocencia, apuntó, significaron mucho dolor: “Cuando te practican un Protocolo de Estambul es volver a recordar, a vivir, sentir (la tortura). Y cuando íbamos al juzgado y ver negativas, te cuesta trabajo”.
En este recorrido se encontró con autoridades que nunca creyeron en su dicho, por ejemplo en diciembre de 2014 la juez Tercero de Distrito con sede en Boca del Río, Veracruz, Cándida Ojeda Hernández, negó concederle la libertad por un recurso de desvanecimiento de datos que interpuso al asegurar que no había pruebas en su contra.
La jueza no sólo le negó la libertad, incluso le dijo que “la justicia era ella y que los Derechos Humanos no servían para nada”, esa declaración la dejó perpleja. “Cuando ella dice eso yo digo: ‘Cómo le hago, qué más hago’. Siempre grité a voz fuerte y ver que ellos no te creen y dicen que eres culpable y no hay más culpable que tú”, recordó.
Claudia, quien nunca creyó en la justicia, apenas encontró un halo de esperanza y por eso buscará que las personas que la vejaron estén en la cárcel y continuará acompañando a las mujeres que son parte de la campaña “Rompiendo el Silencio. Todas juntas contra la tortura sexual”, y quienes también exigen justicia.
En tanto, la mujer aguarda a que su esposo, acusado al igual que ella, pueda salir de prisión.
En agosto de 2012 ante un juzgado, cuando todavía la procesaban por delincuencia organizada, dijo que fue víctima de tortura, fue así como la PGR tuvo conocimiento del caso y en 2013 abrió una averiguación previa de la que no hay nada avanzado hasta ahora.
“Esa denuncia es un delito que se tiene que seguir de oficio, no puede quedar parada. En la PGR sigo siendo lo mismo pero la lucha sigue”, subrayó.
Al final, Medina Tamariz dijo que ser víctima de tortura no fue su culpa y por eso ahora no agacha la cabeza para decirlo.