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migranteSe realizó el III Seminario Internacional en la UNAM; coinciden expertas en el tránsito a nuevos procesos de producción

 Angélica Jocelyn Soto Espinosa

Cimacnoticias | México, DF

Las crisis provocadas por la globalización en los países en vías de desarrollo están excluyendo a la población más vulnerable –como las migrantes–, para tratarlas como “desechos”, criticaron especialistas.

Esta hipótesis se planteó durante el III Seminario Internacional “Los debates sobre la globalización desde una perspectiva de género”, que se realizó ayer en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En el evento, académicas de la máxima casa de estudios y de otras universidades del mundo coincidieron en que las mujeres enfrentan violencia, exclusión y explotación como efecto de la globalización, que es un conjunto de procesos económicos y sociales que se da en los países más desarrollados, pero que arrastra también a las naciones más pobres.

Victoria Ávila García, historiadora de la UNAM y organizadora del seminario, explicó en breve entrevista que si bien cada día las mujeres se incorporan en mayor medida a las universidades y el mercado laboral, la globalización (nuevas formas de producción y de convivencia) las somete a diversos conflictos individuales y colectivos.

La globalización está empujando a las mujeres a actuar con individualidad y a participar en los nuevos procesos de producción, sin que se transformen la cultura y “tradiciones patriarcales” que las obligan a mantenerse en el hogar.

Estas contradicciones orillan a la población femenina a estar en conflicto con el mundo laboral, familiar y religioso, sin que el Estado mexicano –como ninguno en el plano internacional lo está haciendo–atienda esta crisis, observó la experta.

“Hay que reflexionar el entorno que tenemos y podemos ver que no todo es voluntad. Hay muchas rupturas y hay que entenderlas y transformarlas”, dijo Victoria Ávila para criticar que el discurso del gobierno federal llama a la “equidad” sin que el reglamento de las leyes esté elaborado con este enfoque, y sin que jueces y funcionarios lo hagan operable.

La académica explicó que una sociedad globalizada es aquella que ha entendido que los procesos económicos están cambiando, y que se tiene que sobrevivir en nuevas condiciones, pero con un atraso cultural muy marcado que impide la completa autonomía en las decisiones de las mujeres pese a su empeño por superarlas.

“En las ciudades globalizadas –como lo es la Ciudad de México– las mujeres viven con más angustia, responsabilidad y temor, pero con más decisión para resolverlo en todo momento”, apuntó Ávila.

Coincidiendo con el resto de panelistas, la académica declaró que en la lógica globalizante todo lo que no tiene un valor comercial es un “desecho”, lo que margina a la población más vulnerable como históricamente lo han sido las mujeres y la población migrante.

En consecuencia, el cuerpo de las mujeres empieza a ser comercializado para fines de explotación sexual o trabajo forzoso, lo que vulnera aún más sus Derechos Humanos.

La trata de personas y las condiciones en las que subsiste la población migrante en la frontera sur de México es una muestra de que el Estado ignora la violencia de la que son víctimas, abundó.

La historiadora afirmó que los cuidados son otro ejemplo de la crisis que enfrentan las mujeres en ciudades globalizadas, toda vez que las trabajadoras en países desarrollados salen de sus hogares y dejan el cuidado de sus hijos a cargo de otras mujeres que atraviesan la frontera para realizar alguna actividad remunerada, que les permita sobrevivir a ella y su familia, la cual deja en su país de origen a cargo de las adultas mayores o sus hijas menores de edad.

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