Causa daño emocional, psicológico y hasta intentos de suicidio, advierten especialistas en foro realizado en la capital del país
ANAYELI GARCÍA MARTÍNEZ
Cimacnoticias | México, DF.
Facebook, Twitter, Instagram, WhatsApp, los blogs y Google+ son espacios digitales en los que circulan imágenes, videos, comentarios y amenazas contra las mujeres, y aunque parezca un tema menor se trata de violencia de género que se debe entender, prevenir, investigar y en algunos casos hasta sancionar.
De lo contrario, seguirán los casos de ex novios violentos que se vengan de sus parejas publicando videos sexuales íntimos, de amenazas contra activistas que promueven derechos como la maternidad libre, o de mujeres acusadas de trata por ejercer su derecho a la sexualidad y publicar sus fotos en las plataformas digitales.
Esas fueron algunas de las ideas que surgieron en el debate del foro “CiberAcoso. ¿Cómo enfrentar la violencia de género en internet?”, un encuentro realizado ayer en el Museo Memoria y Tolerancia, en esta capital, paralelo a la Reunión Preparatoria del Foro Gobernanza en Internet que se realizó este 3 y 4 de agosto en la Ciudad de México.
Mujeres, activistas, especialistas en tecnología y directivos de empresas de servicios de internet debatieron sobre la violencia de género en internet, el ciberacoso, la “pornovenganza”, el “doxxing” (revelar y difundir datos personales), y demás acciones violentas contra las mujeres en ocasiones sólo porque expresaron su opinión.
“YA NI LE MUEVAS”
La violencia contra Irene Armesto –yucateca y fotógrafa de profesión– comenzó luego de que quiso innovar en el arte de la imagen. Ella decidió captar la imagen erótica de una mujer con los pezones al descubierto, y subirla a redes y a una página web. Lo primero que pasó fue que Instagram –la red social fotográfica– retiró la foto porque “no cumplía las leyes de la comunidad”.
Más tarde la modelo que posó para la foto le dijo a Irene que varios hombres le mandaban mensajes en Facebook, porque la imagen apareció en una página pornográfica. Luego Armesto empezó a recibir mensajes en la misma plataforma, la insultaban y le decían que la iban a ir a buscar hasta su casa.
Además de llamadas telefónicas, Irene recibió mensajes vía WhatsApp de unos 22 hombres. “Les dije que era menor de edad, pero no funcionó”; tuvo que ir a su compañía telefónica para cambiar su número y denunció ante la policía de Yucatán. La reacción fue rápida. Le dijeron que sabían quién administraba la página, pero que no podían hacer nada más.
Como el administrador de la página pornográfica radicaba en otro estado no se podía hacer más. Irene narró que recibió consejos. La policía le sugirió: “Cambia la dirección de tu página”; su familia la cuestionó: “¿Por qué hacer fotos polémicas?”; y sus amigos le advirtieron: “Ya ni le muevas” porque puede ser peligroso.
La violencia en internet en ocasiones parece problema de dos partes, pero en el caso de las agresiones digitales los intermediarios o empresas de servicios también juegan un papel. En este caso porque además en Google y Facebook aparecieron los datos completos de la fotógrafa, su dirección, teléfono e imágenes.
La persona que administraba la página donde surgió el acoso publicó y difundió sus datos, y cuando se dio cuenta de que Irene lo denunciaba en redes, ventiló información donde decía que la joven era una trabajadora que renunció y ahora se vengaba, y por si fuera poco pidió a sus seguidores que le dieran sugerencias de qué hacer con una persona “revoltosa”. Iniciativa que atrajo muchas ideas.
Esa misma página web tiene al menos 130 denuncias y por lo menos cuatro son de menores de edad, y es que se trata de un sitio que engancha a las jóvenes, les pide datos personales y luego los difunde entre hombres que buscan pornografía, contó Irene.
Lo más recurrente en su caso es culparla, decirle “tonta” y recomendarle que deje de publicar en internet y más si son fotos como ésas. “Es como si te dijeran no te pongas falda porque te van a violar”, observó.
VIOLENCIA DIGITAL, VIOLENCIA REAL
Hay una idea generalizada de que la violencia contra las mujeres en la tecnología nada tiene nada que ver con lo que pasa en el mundo real y por lo tanto no importa, lo cual es una idea equivocada, dijo Dafne Sabanes Plou, coordinadora regional del Programa de Apoyo a las Redes de Mujeres de la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC).
El acoso en internet, como la historia de Irene, se traduce en la continuación y agravamiento de la violencia en el hogar, el acoso sexual, hostigamiento, publicación y distribución de fotos y videos íntimos, chantaje, vigilancia, seguimiento, control y distribución viral de violencia sexual en internet, explicó.
Agresiones que causan daños emocionales y psicológicos, según una estudio de APC en siete países, pues el 60 por ciento de las víctimas padeció consecuencias emocionales, daños en su reputación, y el 40 por ciento daños físicos sexuales, y en algunos otros casos la violencia en redes y la web generaron intentos de suicidio.
En el encuentro auspiciado por las organizaciones Derechos Digitales, SocialTIC y APC, María Cristina Capelo, directora de Políticas Públicas y Relaciones con Gobierno México, Centroamérica y Caribe de Google, dijo que desafortunadamente a veces se tardan más de lo necesario en actuar en estos casos y señaló que las empresas están aprendiendo de este fenómeno.
Todos los productos de Google, dijo, tienen políticas de no admitir pornografía, por lo que aseguró que el caso de Irene es digno de revisar. “No todas las políticas son perfectas, pero tratamos de estar al frente con los usuarios y de ser muy claros con ellos”, acotó.
Señaló que desde junio pasado la empresa atiende denuncias de “pornovenganza”, y que si bien ahora el proceso puede ser lento están aprendiendo de ello. Asimismo consideró que el diálogo debe continuar entre organizaciones y empresas: “El acceso a la información no es total si estas accediendo a información que hace daño a muchas personas”.
Además del caso de Irene en México se han dado otros casos de mujeres acosadas en la red, desde defensoras o activistas que promueven la maternidad libre o los matrimonios entre personas del mismo sexo, pasando por jóvenes que expresan sus opiniones, hasta casos de periodistas que hacen criticas y publican información incómoda que les vale insultos y vigilancia permanente.