FEDERICO MAYOR ZARAGOZA*
Ha empezado por Hong-Kong. Miles de manifestantes han levantado la voz, pacíficamente pero con firmeza, en favor del pluralismo y de la democracia.
Ciudadanos, en su mayoría jóvenes, representan a millones, -¡a más de mil millones, en este caso!– de mujeres y hombres durante tantos años sometidos, obedientes, silenciosos, que quieren mostrar a las autoridades del “gran dragón” y al mundo en su conjunto su disconformidad, sus ansias de emancipación.
El poder en China es tal y con frecuencia los abusos tan irreductibles que sólo un inmenso clamor popular no silenciable ni sustraible a la atención pública sería capaz de proclamar a los cuatro vientos sus intolerables prácticas, su desprecio de los Derechos Humanos y las abyectas condiciones laborables…
Los pusilánimes líderes occidentales, cegados por la codicia, aceptan todo con tal de conseguir contratos y fondos del gran país comunista/capitalista. Ni siquiera hacen referencia a los Derechos Humanos, a las crecientes protestas ciudadanas contra la corrupción, los modales dictatoriales… La justicia universal puede constituir un obstáculo para el éxito en las relaciones comerciales, ¡fuera la justicia universal! Si la mención del incumplimiento reiterado de los Derechos Humanos fundamentales puede reducir la generosidad de los mandamases chinos, ¡fuera las referencias a los Derechos Humanos…!
Por eso es tan esperanzador el poder ciudadano. Estos jóvenes que plantan semillas de rebelión, con protestas presenciales y digitales, que hacen propuestas para el cambio, que expresan audazmente su descontento.
Semillas de democracia, semillas de esta nueva era a la que se oponen los omnímodos mercados que, obcecados por los beneficios, no han tenido en cuenta que el 80% de la humanidad está desatendida, en un gradiente progresivo de precariedades; tampoco tuvieron en cuenta los “efectos colaterales” de favorecer la deslocalización productiva que derivó en grandes fracturas sociales y en el auge y predominio de las dictaduras; ni vieron el deterioro ambiental que producían; ni la extrema pobreza y el hambre, las emigraciones forzosas, los tratos más abominables… Inmersos en dinero, sólo se vieron a sí mismos.
Ahora, poder ciudadano. Ahora el tiempo del silencio ha concluido. Ahora, semillas y surcos cavados con esfuerzos en el nuevo amanecer. ¡Que sean millones los chinos que siembran semillas para un nuevo comienzo en el inmenso ciberespacio!
Artículo del Centro de Colaboraciones Solidarias
*Catedrático de Farmacia, ex director de la UNESCO