ALEJANDRA BUGGS LOMELÍ*
Cimacnoticias
El cierre de este 2014 es inminente, con esta columna cierro este año con Cimacnoticias para tomar unos días de descanso, acomodar emociones, cerrar ciclos y renovar energías.
Me habría gustado mucho elegir otro tema para el cierre de este año, porque eso habría querido decir que no estamos viviendo la situación social y política que vivimos y significaría que tenemos un gobierno que realmente cuida de sus ciudadanas y ciudadanos.
Tristemente no es así, y es por ello que siento el gran compromiso de escribir y cerrar desde donde lo haré en esta, mi última colaboración del año.
Hace justo un año me encontraba a punto de someterme a una cirugía, cerraba el 2013 con una gran ilusión de sentirme mejor físicamente, lo que afortunadamente he podido hacer.
Sin embargo, también cerraba 2013 e iniciaba 2014 con la gran ilusión de que nuestro país estuviera mejor en todos sentidos y de yo seguir contribuyendo con mi trabajo diario a que más mujeres y hombres lograrán su bienestar emocional al atender su salud mental.
Esto último no fue así, es por eso que hoy me encuentro frente a mi computadora teniendo ya en mente el tema con el que deseo cerrar este año, y me doy cuenta que me siento enojada, triste y con miedo, por lo golpeado que está nuestro país y por lo difícil que la situación social y política se torna día a día.
En general me considero una persona optimista y creo profundamente en que las cosas pueden cambiar, así como todos los días creo en la posibilidad de cambio de cada una y uno de mis consultantes.
A pesar de todos los asesinatos de mujeres (feminicidio) y hombres que se han sumado a lo largo de los años, la mayoría de las personas que conformamos este país, somos personas honestas que deseamos un mundo mejor y que luchamos por la igualdad y la justicia.
Mi compromiso con la salud mental y emocional especialmente de las mujeres, me lleva a abordar el tema de los efectos emocionales de la represión política que estamos viviendo, y que se recrudece al paso de los días…
¿Qué significa represión política?
Según el Colectivo Chileno de Trabajo Psicosocial (1982), la represión política es “un sistema dirigido de acciones orientadas a la consecución, mediante diversas formas de violencia, de la implantación histórica de un cierto sistema de dominación funcional a un determinado proyecto de sociedad”
Y busca controlar, a través de la fuerza y poder material, a aquellos componentes políticos, sociales, económicos y culturales que podrían obstaculizar la implementación, consolidación o perpetuación de un sistema de dominio de índole sociopolítico o económico, como por ejemplo, las Reformas recién aceptadas por el Gobierno mexicano y no por la mayoría de la ciudadanía.
Es importante mencionar que la represión política sólo puede ser ejercida por el Estado, a través de diversas formas que llegan a ser tan sutiles que en ocasiones difícilmente es detectada sobre todo por aquellas personas que se dejan llevar por la manipulación de los medios de comunicación.
Esta represión que estamos viviendo nos afecta emocionalmente porque divide tanto la psique individual como colectiva de la población, con el fin de mantener el control absoluto de la misma.
El Estado juega un doble papel cuando de represión se trata, ya que por un lado, como dice Manuela Arancibia**, “tiene el monopolio de la violencia y el uso legal de ésta, y por otro tiene la responsabilidad de garantizar la protección de los derechos humanos y de las garantías individuales” ¿Lo hace?
Las formas para ejecutar este tipo de represión son por ejemplo: la amenaza, el hostigamiento, la persecución, la detención, el encarcelamiento político arbitrario, la desaparición forzada, la tortura: emocional, sexual, física; el exilio; la ejecución extrajudicial, y la masacre, entre otras.
De las acciones antes mencionadas sé que quien me lee, puede identificar más de una acción que ha sido utilizada por nuestro gobierno contra las y los estudiantes y contra todas las personas que decidimos movilizarnos para exigir justicia e igualdad.
La represión política también tiene como propósito infundir miedo, inseguridad, desesperanza y silencio, y propiciar un “debilitamiento” de la dignidad y la identidad personal para afectar a la sociedad por medio de la intimidación, la impunidad, la desarticulación de las movilizaciones y el sometimiento de la población.
Es importante identificar los efectos psicológicos que estos actos represivos generan independientemente de que se vivan de manera directa o indirecta, porque no tiene que ser un familiar o amistad nuestra quien sea víctima de un acto represivo para que nos sensibilicemos como sociedad ante tal hecho.
Aislamiento, estados depresivos de moderados a severos, pérdida de sensación de seguridad cotidiana, pensamientos obsesivos, fatiga generalizada sin causa aparente, miedo, pánico, evitación de la interacción social, actitud paranoide, ansiedad, angustia, estrés, sentimientos de culpa por no saber cómo ayudar, por no poder asistir a algunas de las movilizaciones; son consecuencias emocionales de la represión política.
Estas consecuencias pueden ser comprendidas de forma aislada, porque se instalan de forma colectiva y mantienen una relación directa con los efectos individuales que generan vulnerabilidad.
A esto se suma la sensación que tenemos muchas personas de sentirnos desmoralizadas al ver cómo se destruyen liderazgos políticos y ante la pérdida de referentes sociales, lo que a su vez puede afectar los procesos colectivos de organización.
Además por otro lado, se genera el rechazo y estigmatización de la otra parte de la sociedad que decide no ver lo que sucede hasta que desafortunadamente lo vive en carne propia.
A la represión política se une también la disolución de la justicia (si es que la ha habido en algún momento), así como de las garantías individuales; todo esto para lograr que la impunidad tenga lugar, lo que propicia que no sean reconocidos intencionalmente los crímenes (miles de casos de feminicidio, los 43 jóvenes normalistas desaparecidos, las personas halladas en las diferentes fosas) y ocultando a los verdaderos responsables para intentar borrar la existencia de las víctimas, de cada una de esas mujeres asesinadas y de cada uno de esos hombres asesinados.
Con las desapariciones y asesinatos que se han suscitado durante años en México, parece que el Estado intenta institucionalizar la represión, por lo que es importante para cada una y uno de nosotros, conocer la estructura y el funcionamiento de la represión política así como los efectos emocionales individuales y sociales y fortalecer la forma en que enfrentamos esta violencia política, desde un autocuidado personal y colectivo.
Tenemos que profundizar más en la comprensión e integración de manera más consciente para enfocarnos en el fortalecimiento psicológico y psicosocial y en la forma en la que nos organizamos como sociedad para construir hábitos de cuidado a la salud emocional e integridad física.
No podemos hacer a un lado que la situación social y política que vivimos nos afecta emocionalmente por lo que mi propuesta es que desde nuestros diferentes espacios fortalezcamos nuestra sororidad, solidaridad y el tejido emocional que nos unifica, en estos momentos en donde todas y todos, somos todas y todos.
Aprovecho la oportunidad para agradecer a cada lectora y lector el seguimiento de los diferentes temas que abordo en este maravilloso espacio que CIMAC me ha permitido construir a través de mi columna Mujeres y Salud Mental.
Deseo para todas y todos que el cierre de este 2014 sea un cierre donde la lealtad, la libertad, la igualdad, el respeto, la justicia y la paz sean la base para que no sólo 2015 sino los años por venir sean años llenos de bienestar en todos sentidos.
**Manuela Arancibia (Organización Internacional de Derechos Humanos por la defensa del derecho a la libertad de expresión en México y Centro América).
*Psicoterapeuta humanista existencial, especialista en Estudios de Género, y directora del Centro de Salud Mental y Género.