]Efemérides y saldos[
Según la memética, el elemento básico de la evolución, tanto biológica como cultural, es la replicación, en la cual hay dos pasos implícitos: la preservación de la información que se copia y los medios a través de los cuales se trasmite.
Mónica Muñoz
ALEJANDRO GARCÍA
Los acontecimientos de Ayotzinapa nos retornan a la discusión sobre el papel de la cultura para el mejoramiento de la especie. La desaparición de 43 estudiantes de una escuela normal y la no aceptación de su muerte a pesar de las confesiones de algunos de los sicarios que dicen haberlos ejecutado, quemado, vuelto cenizas y encostalado y dejado a la corriente de un río, parecen enviarnos a un retorno, a un extravío, a la negación total de la evolución y, además, a cuestionar el papel benefactor de la cultura.
Son episodios que traen ecos de las carnicerías de los nazis, de los regímenes comunistas, de los gorilatos latinoamericanos y del llamado tercer mundo, sin olvidar las prácticas sofisticadas y no del alto capitalismo. Aún como ficción es escalofriante y nuestro vocabulario se torna limitado para comprender, abarcar y comunicar estas realidades que nos laceran y nos aterrorizan.
¿México está sembrado de cadáveres y estos 43 son sólo la punta del iceberg? Si es así, tenemos que nombrar ese mundo que de otra manera se escurre y se refugia en la discrecionalidad.
Steven Pinker llama a desconfiar de la visión del hombre como salvaje que gracias a la cultura se convierte en buen ciudadano, padre ejemplar y constructor de las sociedades del futuro.
Si la evolución del hombre es cultural por esencia, habrá una entidad llamada meme que se convierta en el trasmisor de la cultura de manera genética.
Ésta es una de las búsquedas de El léxico disponible en dos regiones de Zacatecas. Una lectura a partir de la memética, la teoría de la evolución cultural de Mónica Muñoz. Acaso la memética podría explicar ese regreso de la violencia cuando nos disponíamos a empezar el miedo y el siglo bajo directrices pacíficas y reparadoras después de la muerte de las utopías. Policía, ejecución, ejército, cuchillada, tiro de gracia, huida, cadáver, empiezan a constituir un léxico que está más disponible que hace años. Los viejos juegos de la infancia se convierten de pronto en duelo de cuernos de chivo y la guerra contra los marcianos y entre las galaxias deja lugar a la ejecución y a la hielera con cabeza humana abandonada a la orilla de la carretera.
Este libro discute en torno al papel del vocabulario en sí, en un contexto corto o cotidiano y cómo puede llegar a convertirse en una imagen de un momento y de un segmento de la sociedad que acaso transite a través de las estructuras genéticas y se manifieste de manera salteada o cruzada en otras. Esa revivificación de la violencia o de la paz a través de los vocabularios.
La disponibilidad léxica va al lenguaje cotidiano, más a lo esencial y rutinario que a lo coyuntural o de rápido pasaje.
El libro recoge las muestras de estudiantes de primaria, secundaria y preparatoria de la ciudad de Zacatecas y de la zona de los cañones. En lo relativo a profesiones y oficios, llama la atención que los más mencionados son: para el Sur de Zacatecas: Doctor, Maestro, Albañil, Carpintero y Licenciado, en Primaria; Maestro, Doctor, Carpintero, Albañil, Licenciado, en Secundaria; Maestro, Doctor, Licenciado, Albañil, Abogado, en Preparatoria.
Es una muestra muy tradicional, muy respetuosa de lo que todos observamos en una sociedad que mira un poquito al pasado y en donde ciertos oficios siguen teniendo un peso social que no necesariamente se liga con la ganancia económica.
En el caso de la ciudad de Zacatecas las palabras más mencionadas son: Doctor, Maestro, Policía, Albañil, Carpintero, en primaria. En secundaria: Doctor, Maestro, Albañil, Policía, Licenciado; Maestro, Doctor, Albañil, Ingeniero y Licenciado para Preparatoria.
Como se podrá notar sólo en el caso de la ciudad de Zacatecas aparece ya entre los más mencionados la palabra policía, lo que nos refiere de un entorno donde este personaje tiene ya un papel, para bien o para mal, notable. Con esa simple probadita podemos especular que, dígase lo que se diga, la parte sur de Zacatecas todavía tiene en estos hablantes una menor preocupación por las fuerzas del orden, aunque esto puede estar variando a pasos agigantados.
El vocabulario se decanta, se almacena. ¿Quién recuerda la palabra poquinchis que significaba secuestro y prostitución a finales de los cincuenta y principios de los sesenta? ¿Quién quiere correr el riesgo de perder a la novia al solicitarle un quico?
Muñoz parte de un método cuantitativo, de muestras de estudiantes que ante un tema vierten las palabras que vienen a su memoria, pero no lo deja allí, pregunta a las explicaciones sociales, en este caso en la lingüística cultural, sobre la organización mental, sobre la forma de fijar en la mente y producir reacciones en el cuerpo que con el tiempo producen necesariamente cambios en la estructura del hombre, así sean lentos.
Este vocabulario de violencia o de tranquilidad, de resentimiento o de conciliación trabaja con el cuerpo, mueve a las sociedades en sus esperanzas y frustraciones y qué mejor campo que el de los estudiantes, esta masa generosa en donde la esposa está recibiendo materia prima que llevará a estas generaciones a las transformaciones, al futuro.
Parecerá un juego ficticio, una charlatanería. Así se pensó de Mendel, de Darwin, de Broca, de Dawkins. El reto está en encontrarle explicaciones a la forma de enunciar, asociar, ordenar, jerarquizar, insistir.
Éste es un libro especializado, pero es también un libro para el lector curioso. Aquí hay realizaciones de vocabulario en torno a las partes del cuerpo, vocablos para referirse a juegos, a trabajos de campo, a objetos sobre la mesa.
Existe un cuento de Julio Cortázar, “La noche boca arriba”: en él no se sabe si se trata de un perseguido guerrero azteca que sueña que es un hombre contemporáneo, siglo XX, que es atropellado o si es un hombre que sufre un accidente y sueña que es un guerrero azteca que es perseguido en la derrota de la guerra florida.
Traicionando a Cortázar, a partir de este libro uno puede preguntarse si es un hombre que produce el lenguaje o es un lenguaje que produce al hombre. Tiene algo de juego gratuito, pero en realidad es el asunto central: ¿quién lleva la delantera, el hombre que creo que la palabra o ésta que una vez creada lo hace mejor y le da la diferencia específica?
Con casos como Ayotzinapa nos puede ganar el escepticismo y olvidarnos de ese lado constructivo; pero es tal vez la hora de mediante ese uso de la palabra denunciar al pendenciero, al bribón, al resistente a las bondades de la felicidad y que ese uso óptimo de la palabra nos pueda permitir una herencia más venturosa.
Existen diferencias entre Zacatecas capital y el Sur de Zacatecas. Este libro los señala, pero también indica las coincidencias. Encontramos aquí un repertorio, una organización que se puede encontrar después del análisis y un espectro del hombre que habla de su teleología.
No me queda sino recomendar la lectura de este libro y realizarla sin pesos ni lamentaciones, como juego, como construcción que poco a poco va uniendo sus piezas y descubriendo los niveles de su análisis.