Sara Lovera/ Palabra de Antígona
Que yo recuerde nunca salió un texto tan a tiempo con tan buen tiraje para estar en manos de quienes debían leerlo y aplicarlo, tras una buena reflexión. Autorreflexión, toma de conciencia y toma de responsabilidad, en medio de una coyuntura fundamental.
Cientos de mujeres estarán próximamente en las cámaras locales y nacional, en muchos ayuntamientos; la utopía es que sean capaces de actuar juntas en favor de la política de género, del avance de las mujeres, capaces de realizar un cambio interno, estratégico, eficaz.
Estas mujeres van a necesitar una fuerza relevante para hacer posible que el andamiaje jurídico de igualdad y avance de las mujeres abra una ruta ordenada y exitosa que construya el verdadero cambio -del que hablamos y por el que nos esforzamos-, pero que tiene aún muchos obstáculos.
Se trata de un cuaderno de trabajo de impecable y sencilla comprensión, de 93 páginas; es, más que una guía, una especie de confesión abierta y pensada, en busca de hacer encontrar hasta dónde nuestra conducta, como mujeres y mujeres feministas tendría que transformarse, sin falsos sentimentalismos, pero con mucha inteligencia. Armarse profundamente de nuevos horizontes, echando a tierra todo lo que hemos aprendido de ser mujer, y borrando todo esencialismo.
Se trata de un cuaderno necesario en momentos en que se espera una probable y masiva participación femenina en áreas de toma de decisiones y en los congresos.
¿Mujeres Juntas? Reflexiones sobre las relaciones conflictivas entre compañeras y los retos para alcanzar acuerdos políticos, editados por el Instituto Nacional de las Mujeres y escrito por la periodista y antropóloga feminista, Marta Lamas.
Ahí sin subterfugios, se plantea el problema y se explican algunas cuestiones capitales para que, según narra la autora, encuentren algunas respuestas básicas a problemas cotidianos cuando las mujeres actúan en un mismo espacio, grupo u organización.
Empieza preguntando ¿Por qué se supone que las mujeres ni muertas podemos estar juntas? ¿Qué es lo que hace que para algunas mujeres sea tan difícil trabajar con otras mujeres? ¿Por qué, bajo una capa aparente de cortesía, muchas mujeres ponen zancadillas a otras mujeres? y ¿A qué deben el conflicto y la irritación que a veces se produce entre mujeres que trabajan juntas?
Estas conductas, que están en el imaginario colectivo, con mucha frecuencia son reales. Se trata de saber porque surgen. Lamas pone el dedo en la llaga. Cuenta desde cuándo ha reflexionado sobre estos problemas. Recuerdo que en 1987 durante un encuentro feminista latinoamericano, Marta Lamas con otras feministas de la región, lanzaron un texto llamado “No es por amor, es por necesidad”, en el que se planean distintas ventajas para las feministas en la urgente necesidad de contribuir al cambio, donde lo urgente era armar una estrategia eficiente para avanzar en los cambios que harían efectivas las iniciativas, por ejemplo de leyes o de políticas públicas a favor de una mejor vida, dejando atrás la vieja idea de que tendríamos que ser idénticas, igualitas, sin planes o visiones diferenciadas. Una mentira repetida e inconsistente. Cada una es ella misma, pero si es posible armar cosas juntas con inteligencia y capacidad. Pactar o dialogar es la palabra. Cosa nada sencilla, si no ahondamos en la causa de la dificultad.
Lamas es una de las más antiguas militantes feministas, emprendedora de muchas agrupaciones, promotora de políticas públicas y cambios, como la instalación en el Distrito Federal de la interrupción voluntaria del embarazo, “jefa” visible e invisible de una clara tendencia feminista que cultiva las alianzas, las relaciones institucionales y el emprendimiento de numerosas iniciativas.
Ella es contundente: los mandatos de la cultura sobre lo “femenino” y lo “masculino”, todas las reglas y los valores del patriarcado las mujeres los internalizamos, los practicamos y sus consecuencias son efectivamente la rivalidad entre mujeres, el desarrollo de una “agresión solapada” que no podrá desaparecer con voluntarismo o sentimentalismo. Esto, ella dice que lo ha observado y estudiado detenidamente, analizando el comportamiento de funcionarias y diputadas, profesoras universitarias, entre pares, subordinadas y jefas.
El texto de rápida lectura, al cual se puede volver en cada una de sus partes, es realmente aleccionador. Porque se aspira, la misma autora lo señala, a lograr una mejor relación entre todas, a pesar de las indudables diferencias políticas y personales que existen entre las mujeres de distintos grupos y movimientos, actividades o clases soiales. No se trata de borrar esas diferencias con falsos voluntarismos, sino de enfrentarlas en forma clara y constructiva; ella ahonda en causas también psicológicas y que a cada mujer marca su historia personal, su identidad, su aprendizaje en familia y en comunidad.
Marta Lamas explora, cuestiona, propone, narra. Dice que entró en el terreno del análisis, pero también entrevistó a muchas mujeres y hablando con ellas, pudo hallar explicaciones sencillas sobre los nudos que nos convierten al mismo tiempo en enemigas públicas y, contradictoriamente, a considerar la amistad entre mujeres como algo fantástico y valioso. Lo urgente es pactar.
El libro pone en la mesa muchos asuntos, de una forma comedida, pero muy clara, como para usarlo y mejorar esas relaciones. Habría que agregar que siempre que hay pacto, horizonte compartido, avanzamos, se puede probar con la historia, y también no avanzamos suficiente por diferencias que en realidad son resultado de lo que se llama “género”.
De cara a este texto, habría que decir, para quienes ya se afilan las uñas y van a escribir, a publicar algo que se espera: “se los dije”: “las mujeres son peores que los hombres”, “yo no trabajaría con una mujer, son intrigosas y chismosas”, nada de eso, ella profundiza en cómo fuimos construidas, cómo se aprenden “naturalmente”, nuestros papeles sociales y familiares, cómo se nos ha colocado en un espacio donde enojos y molestias hay que reprimirlos, lo grave es que esta situación explota o aparece de otras maneras. Muy negativas, como la envidia y la competencia insana.
Y, desde luego, explica didácticamente cómo la competencia y la rivalidad entre los hombres, es diferente y, en general, las cuestiones personales y sentimentales entre ellos, pasan a un segundo lugar y ponen como prioridad la alianza y el acuerdo, o la guerra y la descalificación sustentada, eso es lo que los lleva a mantener el poder, el control, la manipulación y les da ventaja. Entre ellos no hay confidencias, hay horizontes a donde llegar.
Estos planteamientos, que hay que leerlos, explorarlos, reflexionarlos, servirán no sólo para mejorar las relaciones entre mujeres, sino para ampliar las bases necesarias del cambio democrático entre nosotras.
Las mujeres hemos llegado a ser tanto como ellos, discriminatorias. Me endurece el seño pensar que realmente hay una campaña para quitarle el registro a un partido; o una campaña para enardecer ánimos y no de una a conseguir la urgente y necesaria paz, etc.
Preocupan sobre todo aquellas mujeres que han decidido poner en primer término sus aspiraciones políticas y laborales, mujeres distintas, que no son comprendidas por otras mujeres.Y frecuentemente interpeladas por los hombres.
El texto, que yo espero se reedite y se distribuya en cantidades millonarias, si realmente queremos difundir buenas noticias, delinea en sus cinco apartados, con lecciones muy francas pero sostenidas por la experiencia y el conocimiento, responde a ¿Qué nos pasa? ¿Por qué nos pasa? Y ¿Qué hacer?, aunque no sea un silabario, es un instrumento de gran utilidad.
En la presentación la presidenta del INMUJERES, Lorena Cruz Sánchez, promotora de la edición, lo plantea simple. “En este texto se aborda una serie de conductas que muchas de nosotras hemos observado, vivido o padecido; se trata de aquellas con las que simplemente no podemos trabajar, o con las que no podemos seguir interactuando, o que sin que sepamos por qué, se convierten en personas desconocidas cuando las creíamos muy cercanas”.
Es increíble, porque pasa entre las mejores, pero “todavía hoy en día, a pesar de que millones de mujeres han ingresado al ámbito público, nos llaman la atención –tanto a mujeres como hombres-las mujeres que tienen como prioridad sus carreras laborales o políticas”, es todavía ininteligible que no sea su familia, su casa, lo principal, sino ese espacio del mundo, que se piensa sigue siendo sólo de los hombres. El libro debería ser un libro de texto, si en verdad, queremos que las cosas cambien y un silabario para nuestras niñas y por supuesto para las mujeres políticas.
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