Opinión

redescubrimientoSALVADOR MENDIOLA*

 

Yo no quiero que la gente lea. Lo que yo quiero es que la gente piense por cuenta propia. Que es otra cosa muy distinta.

He visto que con leer no se consigue eso, ahorita mismo la mayoría de los dóciles corruptos que sostienen de verdad a diario la corrupción del PRI nomás quejándose e indignándose contra el PRI, así sea del lado del narco descarado o del de morena chairoayotzinapoterapeada, están leyendo un libro o librito, generalmente uno de Galeano o del vil roñas de Del Paso. Los talibanes leen el Corán y los orates el Proceso.

Leer nada más por leer, como todo mundo lee, por ejemplo, en la UNAM donde yo trabajo, sólo te convierte en un súbdito más del libro y sus planicies paralíticas con notas de pie de pagina y bibliografías interminables. Comprar y leer libros es lo que hace toda la gente que embotella la ciudad a diario y nunca logra vivir con la dignidad que tanto dice tener y reclamar. El libro es la fuente inmóvil del dogma inútil de los canónigos que ahora hacen yoga y comen más brócoli nomás porque así lo mandan los libros. Quienes leen libros hoy todo lo califican como "emblemático" y dicen que la verdad es algo propio de la buena gente pobre como ellos y sus representados. No hay Sociedad Anónima sin sus Libros de Contabilidad.

De los libros viene el cáncer de la fe ciega en batos chafa como el papa Pancho Primero o el Che Taibo Quintito. En cambio, de luchar contra el libro como lo hizo Jacob contra El Ángel, brota la autoconciencia libre. El autodespertar. Sí, eso viene de saber luchar contra los libros, como Prometeo contra el Olimpo; no es cosa de arrodillarse ante ellos y decir que otros los lean para terminar igual. Mucho menos ahora que ya sólo son cosa del siglo pasado.

En cambio, lo de pensar por cuenta propia se puede dar hasta en medio de la parálisis más atroz y desesperante. Hay analfabetas que siempre pensaron y piensan por cuenta propia; tan pocos, quizá, como los que leen libros, pero los hay. No se necesita de nada para pensar por cuenta propia. Hay que estar ahí y pensar. Eso es todo. Dominar el miedo y la angustia y hacerlo de verdad.

Lo de leer libros siempre es hipotecar la cosa de la verdad hasta que termines de leer el libro. Es como esperar a Godot. Lo de pensar por cuenta propia es cosa de aquí y ahora.

Sí. Hasta tú lo puedes lograr, si lo quieres de verdad, en este mismito instante puedes pensar por cuenta propia. Haz el intento, y así saldrás del montón confiado en los libros. Todo es cosa de saber tener de verdad la libertad como idea fija y no sólo como oscuro objeto del deseo.

Hay algo más en el cielo y en la tierra que todo lo que han soñado tus filosofías de libro de bolsillo.

Pensar por cuenta propia es algo muy distinto, algo que ahora se hace mejor al dejar de ser idólatras del libro y sus clérigos momificantes de la biblioteca de papel. Sólo así se puede evitar la idolatría por Internet y lo otro que quiere ser sustituto ideológico del libro. Igual de serio y de intenso hay que ver la pintura y escuchar la música. igual hay que cultivar un jardín y manejar un velero por los mares. Más importante es saber cocinar y comer. Subir montañas. Deambular por las calles del centro de la ciudad.Pensando de verdad por cuenta propia lo apropiado para cada caso.

Pero la gente todavía idólatra de la gran biblioteca de papel se la pasa pidiendo que l@s demás gentes lean libros como lo hacen ellos, para sólo seguir diciendo que lean libros, a ver si algún día se da por fin con la lectura del libro de la neta de los libros y esas cosas tan de bachilleres y curas; todo con tal de no tener que pensar por cuenta propia y seguir esperando que un día leyendo un libro se sabrá por qué son así las cosas como son. Porque mientras tanto con diez mil libros leídos siguen viviendo como lo hicieron sus abuelitos que batían la mantequilla con leche recién extraída de una vaca.

No le tengamos tanto miedo al futuro con gente pensando en forma libre y no con grandiosas bibliotecas llenas de ratones casposos y domesticados en busca de la sagrada verdad del Buda y los lamas tibetanos que se mueren por falta de antibióticos y que todo lo leen y predican leyendo y escribiendo libros de bolsillo desde hoteles de cinco estrellas en Nueva York o Londres.

 

*Catedrático de la Facultad de Estudios Superiores Aragón, UNAM. Es ateo, escéptico y materialista. Se considera un anarconihilista compulsivo.

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