Opinión

archivSara Lovera/ Palabra de Antígona

SemMéxico. 28 de septiembre de 2015.- La Organización de las Naciones Unidas (ONU) se reunió a partir del 25 de septiembre en Nueva York con 80 líderes mundiales  para ver cómo resuelve el desarrollo en los próximos 15 años. El mundo se les cae, la pobreza y la violencia son dos aspectos que deben atemperar, además, claro, el de la democracia que escasea.

Ahí lo que se hizo fue organizar al lado de la reunión o Asamblea General, lo que se llamó Cumbre sobre la Igualdad de Género y Empoderamiento de la Mujer, el presidente Enrique Peña Nieto delineó 3 acciones, muy claras todas ellas. Olvidó hablar de violencia de género.

Por supuesto que el mandatario  tampoco habló  de la inseguridad y la impunidad, pero si envió un mensaje a su gabinete:  que los secretarios y secretarias de estado deberán encabezar el Sistema Nacional de Igualdad entre Mujeres y Hombres, cosas que naturalmente no es nueva. Así lo dice la Ley, lo que llama la atención es que sugiera que deben estar ahí, en ese sistema participan  personas de puestos secundarios  sin capacidad de toma de decisiones y ningún secretario/a de estado  ha bajado correctamente  la información a las y los servidores públicos.

Dijo que la igualdad debía elevarse a nivel ministerial. Quiere decir esto ¿Qué será una Secretaría de Igualdad? O es simplemente eso. Lo  importante es tomarle nota a Peña Nieto. Ahora hay que vigilar a sus secretarios. Ya les mandó este mensaje, pero claro, todavía falta una sociedad que lo reclame sistemáticamente y personal responsable que haga valer este mandato. Si es en serio, claro.

Una segunda cosa, llama la atención en el mundo machista donde vivimos y habla de cierta asesoría a Peña Nieto, cuando señala que se promoverá mayor corresponsabilidad entre hombres y mujeres para mejorar la distribución de la carga del trabajo en el hogar. Es decir, estará pensando en un nuevo Código Familiar, en hacer efectivas algunas recomendaciones que tienen 40 años, y que ahora se ha puesto en marcha: una política que se llama Economía del Cuidado.

Es verdad que hay una enorme carga que pesa en la espalda de las mujeres. En mis tiempos cuando se descubrió lo que Isabel Larguía definió como Trabajo Invisible, fue claro desde entonces que ese trabajo gratuito de las mujeres para cuidar a las otras y a los otros, sostiene en buena parte al sistema capitalista, pero, claro, también lo distorsiona. ¿Ahora  qué significa en la propuesta de Peña? Ante 80 líderes mundiales.

Y la tercera línea de trabajo, como dicen los comunicados oficiales de la ONU, se trata de compromisos de los jefes de Estado que deben ser medibles. Esta se refiere a intensificar acciones para prevenir el embarazo entre adolescentes y la mortalidad materna.

El primer asunto es una estrategia nacional que deben operar muchas dependencias y que pasa por una acción anti conservadora sobre la vida sexual y reproductiva; reconocer la violencia sexual contra niñas y mujeres e instalar verdaderos programas de educación sexual.

La de la mortalidad materna, reconocida en tiempos de Manuel Ávila Camacho, cuando se crearon los primeros comités de seugimiento, es un antiguo y lacerante problema ligado al aborto clandestino, la pobreza alimentaria (la preclancia) y desde luego a un sistema de salud que no llega a los lugares más alejados ni a las poblaciones más pobres. Es una ofensa que las mujeres mueran de parto en 2015.

No sabemos el derrotero de estos compromisos. Lo que sí es verdad es que habría que darles seguimiento y poner énfasis en la urgente necesidad de otros compromisos sustantivos. Si igualdad, si, como ahí dijo:“ el empoderamiento de las mujeres enriquece y da solidez a nuestro actuar en favor de las grandes causas de la humanidad”, y claro es verdad. Pero no es suficiente, para que queremos cientos de diputadas sin conciencia de género y las líderes hacen lo que pueden y no lo consiguen.

Tanto como que la incorporación de la igualdad de género como eje rector de la Agenda de desarrollo para 2030, nos habla de que han pasado 40 años desde que se afirmó eso en 1975, durante la primera Conferencia Mundial de la Mujer celebrada en México, época de cambios sustantivos en las leyes, en la Constitución la igualdad se puso en el Artículo 4º, y todavía hay preguntas de líderes, abogados muy democráticos y dirigentes muy avanzados, sobre si las mujeres tienen o no capacidades y también se preguntan qué pasará si en casa no están. Pués ya les dijo Peña, a repartirse la tarea doméstica.

Desgraciadamente la realidad es otra. No tiene un solo camino, pero valdría la pena seguir los que hemos trazado, digo, hemos, las organizaciones de mujeres y los espacios de trabajo experto como se dice.

Ojalá que se haga seguimiento de estos compromisos. Y reclamos por no hablar del mayor flagelo, que no es como se ha querido políticamente encerrar en el homicidio de mujeres, sino todo el proceso de violencia contra las mujeres que cobra la vida de algunas. Necesitamos no un pomposo sistema de igualdad, sino un sistema de prevención, atención y erradicación de la violencia  con compromisos concretos: donde los Secretarios de Estado lo comprendan, que no lo comprenden y los Gobernadores actúen y pongan bien y donde se debe el cuantioso recurso que reciben de la Federación. Y claro recursos que ahora se van a recortar dolorosa e injustamente.

Necesitamos algo más. Una real responsabilidad para que en los puestos administrativos y operativos, haya personas con pensamiento progresista y de género. Es urgente no improvisar y poner el dinero en capacitar lo incapacitable. Eso es para todas las personas involucradas en la política de Género, de la Federación al Municipio. No olvidar que  la tecnocracia de género, todo por encimita y sin espíritu es una simulación poco ética. Veremos.

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