Opinión

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LUIS ROJAS CÁRDENAS

 

La diástole, la sístole y la pichancha de su corazón, le alborotaron otra vez la necesidad de crearse una nueva plataforma para mejorar su desmedrada imagen de líder moral (dije desmedrada, no desmadrada). En busca de proyección política, Cuauhtémoc Cárdenas, el hijo desobediente del régimen, necio como la cola del perro, vuelve a las andadas al lanzar una iniciativa de nombre vacuo y sinsentido: “Por México Hoy”, concebida para repensar en colectivo el proyecto de nación; para desarrollar una nueva mayoría para que un Congreso Constituyente Ciudadano haga realidad una nueva Constitución que presida la construcción de un México para todos. Lo que, viniendo de Cárdenas, no puede ser otra cosa que una tomadura de pelo o, para decirlo a su modo, una pantomima.

  No es por nada, pero cuando el hijo de El Tata (hablamos del General, no confundir con Jorge Arvizu, el que quiere su cocol), repito, para que no se me haga bolas el engrudo: cuando el hijo de El Tata repiensa de manera colectiva, lo hace desde lo más íntimo de su individualidad, porque el pensamiento colectivo de Cárdenas surge de su cabeza y de ningún lado más. Sus monolíticas propuestas son impermeables, no consienten discrepancia alguna. No debate ni deja espacio para la crítica. Cuando el vigesémico líder opina, su claque aplaude, alaba y obedece. Lo único que admite y recibe con beneplácito de sus devotos es el seguidismo (léase bien, no dije seguidilla).

  Muchos admiran la congruencia política de Cuauhtémoc (¿congruencia?, ¡mis pelotas!) La única congruencia del líder (¡ah!, pa’ li-der-ci-to, mano, diría Capulina) es la que tiene para consigo mismo. Su autoritarismo desde siempre ha sido aplastante. En las organizaciones que encabeza no se mueve ni una hoja sin su consentimiento y en cuanto a la elección de las candidaturas a cargos de elección popular, ni se diga, él siempre fungió como “dedo mayor”, como el gran elector de candidatos. Presuntamente abandonó al PRI por la antidemocracia que se padecía en ese instituto político, pero no pudo sacarse la antidemocracia de las entrañas, porque forma parte de su ADN.

  Carambas, el primer jefe de gobierno de la historia electo democráticamente en el deefe, renunció al cargo antes de concluir su periodo, para perseguir su inalcanzable sueño: la Presidencia de la República. Una y otra vez, Guatimotzin ha andado peregrinando, correteando al águila devoradora de serpientes, que posa en el nopal tallado sobre el respaldo de la silla embrujada (donde cualquier persona buena que se sienta en ella se convierte en mala, dijera Zapata).

  Mientras pudo, el líder encumbró a sus más fieles adeptos, quienes se deleitaban oliéndole los pedos y actuando con abyección ante sus dictados. Por supuesto, solo demostraban sumisión mientras amacizaban su carrera.

  Como premio a la lealtad, le entregó la jefatura de gobierno de la Ciudad de México a la exmaoísta Rosario Robles (¿y así quién no ama a Mao?) Lo hizo a la manera de antes, como se elegían a los regentes: a dedazo limpio. Claro, con el apoyo de la Asamblea Legislativa, ya que la mayoría de quienes ocupaban los escaños, además de agradecimiento, le debían obediencia.

  Luego, lueguito, ya en los cuernos de la luna, después de saborear las mieles del gobierno defeño, la primera mujer que gobernó la capital del país, la elegida por Cárdenas, la autodenominada mujer de las faldas bien puestas, cuando ya ocupaba la presidencia de su partido, como en melodrama televisivo, se enredó con el sinvergüenza de Carlos Ahumada en las sábanas del escándalo, la corrupción, la licitación de turbios contratos, el sentimentalismo, el amor y el cinismo (señoras feministas, ¿para eso quieren su equidad de género?, fíjense bien en lo que piden, porque se les cumple y miren nomás cómo acaban los buenos deseos).

  Y debido a que el gobierno del deefe ya era parte del patrimonio político de Cárdenas, pues también dio su beneplácito para que un expriista tabasqueño asumiera la jefatura de gobierno. Lo que no alcanzó a vislumbrar el hijo de El Tata fue que el nuevo gobernante lo desplazaría, se le saldría del guacal, mordería la mano que le daba de comer y, como dicen en mi pueblo, le saldría respondón el criado.

  Se sabe que el poder político es como una droga para el ego, al grado de que, quienes lo detentan, invariablemente buscan extenderlo más allá de la vida y hacen circo, maroma y teatro para transmitirlo de generación en generación, ya que no se lo pueden llevar a la tumba. Desde esta perspectiva monárquica, la dinastía Cárdenas se ha mantenido por más de 80 años montada a horcajadas sobre el lomo de los gobiernos de la Revolución y dando tirones a las riendas de los gobiernos neoliberales. En el ámbito local, las cosas no son diferentes con el cacicazgo cardenista en Michoacán, lo más lamentable resultó cuando la tercera generación de la familia Cárdenas gobernó la entidad, pues el narco floreció y surgió una galopante crisis de inseguridad que no se ha podido contener.

  Lo santón no quita lo Cuauhtémoc. Al caudillo, le tocó en suerte ser un junior de la Revolución (no confundir con Cachorro de la Revolución, esa designación tiene copyright, le pertenece al expresidente Miguel Alemán). Orgullo del nepotismo del General Tata, Cuauhtémoc en su temprana juventud, cuando todavía era un polluelo recibió de manos de su apá encargos gubernamentales de no poca importancia. El generalísimo, el ínclito, el perínclito prócer expropiador del petróleo, se los otorgaba como si el país fuera un changarro familiar, imaginemos: M’ijo, chínguese esta chambita. Hay que construir una presa y necesito a alguien de confianza para que la levante. Ándile, échesela, chínguesela mientras le consigo algo mejor. Sirve de que allí pone en práctica lo que le enseñaron en la escuela. Nomás no se le olvide amacizar bien la cortina con varilla reforzada y cuide que el cemento no esté caducado, no vaya a ser la de malas y a l’ora de l’ora se reviente la chafaldrana.

  Total, si Napoleón le dio chamba a su hermano, Pepe Botella, por qué el General Tata no habría de hacer lo mismo con su retoño. Sin temor a que lo ataquen de corrupto y no sin cierto grado de cinismo, don Cuauhtémoc, en sus memorias (Sobre mis pasos, Ed. Aguilar, 2010),  cuenta la historia de esta manera: “Casi finalizaba el año [1963] cuando se tomó la decisión en la Secretaría de Recursos Hidráulicos que la presa [La Villita] se construyera y mi padre me propuso que me hiciera cargo de la construcción por parte de la Comisión [del Balsas]” (p. 66).

  Sólo dios sabe qué méritos tendría el muchacho, además de la gran cualidad de ser hijo del General Tata, para que a los 25 años, se le nombrara Secretario del Comité de Estudios de la Cuenca del Río Balsas, en sus memorias escribe: “Mi primera tarea como coordinador del Comité de Estudios fue integrar el equipo de trabajo. Empecé por invitar a algunos compañeros de la carrera [Rubén Lazos, César Buenrostro, Esteban Salinas y Heberto Castillo]” (Sobre mis pasos, p. 43). No les digo, los puros cuadernos, sin hojas sueltas. Nepotismo a flor de piel, siempre favoreciendo a los amigotes. Que los méritos se vayan al carajo, una vez que la familia se quedaba con los cargos de más alto pedorraje, seguía la repartición entre los cuates de Cuate. No sé si el caudillo presume con ingenuidad o con descaro esa corrupta práctica de construir un equipo de trabajo cimentado en el cuatachismo o, mejor, en el cuauhtachismo. Bueno, es entendible, pues ¿si los amigos no sirven para que le consigan una buena chamba a uno, entonces para qué sirven? Me van a salir con que eran otros tiempos, y que así se hacían las cosas en el gobierno en aquellos años pantanosos, debido al partido hegemónico que padecíamos los mexicanos. No… me amen.

  Más pronto cae un hablador que un coyote con muletas. El caudillo desde su tierna juventud fue un priista vergonzante, como lo muestra en sus memorias, a fines de 1965 o principios de 1966 anota: “nunca he sido, no soy y muy probablemente nunca seré miembro del Partido Revolucionario Institucional” (Sobre mis pasos, p. 74).

  La verdad no es algo que fluya con naturalidad en la boca del líder. ¿Será que para vivir de la política es necesario mentir? ¿Acaso la verdad está vedada a los seres que se alimentan de poder? En el libro Cárdenas de cerca (Ed. Planeta, 1994), de Paco Ignacio Taibo II, publicado cuando el escritor era turiferario del caudillo. El conspicuo miembro del Gran Circo Ataibo, Hnos., pregunta al hijo del General: “¿Nunca lo viste después de las elecciones?” (preguntaba si nunca se entrevistó con Carlos Salinas de Gortari después de las elecciones), la respuesta de Cárdenas fue un lacónico: “No” (Cárdenas de cerca, p. 131). Aunque en aquellos tiempos era un secreto a voces el hecho de que sí hubo una entrevista discreta entre Salinas y Cárdenas, pero si el caudillo decía que no la hubo, pues entonces no la hubo y, a ver, prueben lo contrario. Pues como dicen los abogados, el que afirma está obligado a probar, es decir: affirmanti incumbit probatio (me han de disculpar, pero si no saco el latinajo: reviento).

  Años después, en sus memorias, Cárdenas se desdice y con la misma boca que dijo que no, ahora dice que sí, que siempre sí se reunió con Salinas en casa de Manuel Aguilera el 29 de julio de 1988 (Sobre mis pasos, p. 260). Por fin, a cuál de las dos versiones le hacemos caso. Mentiras y más mentiras, puras mentiras. Vamos viviendo ya de sus mentiras, ¡caray!

  A don Cuauh, al político del colmillo retorcido que provocó un cisma en el imperio del PRI, lo chamaquearon los veteranos de la Revolución, le vieron la cara y, nomás por respeto, no digo que se lo abrocharon. En su libro de memorias reconoce que los miembros del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) le tendieron una celada para afiliarlo: “Así, el 14 de octubre [de 1987] protesté como candidato del PARM. Esa postulación, a la que se sumó mi afiliación al partido, imprevista y no convenida previamente, pero la que suscribí al presentarme el presidente del partido la hoja de afiliación en el acto de protesta frente al pleno de la asamblea electoral, provocó más desconcierto y turbulencias tanto en el PST [Partido Socialista de los Trabajadores] como en el PPS [Partido Popular Socialista], que se habían acercado a la Corriente [Democrática] y con los que había estado tratando la posibilidad de que respaldaran mi candidatura”( Sobre mis pasos, p. 217).

  Últimamente no le ha ido muy bien a Cuauhtémoc Cárdenas, lo agredieron en una marcha y le sacaron chipote con sangre a su acompañante Adolfo Gilly, y recientemente se publicó en las redes sociales una fotografía del caudillo, en la que se muestra durmiendo plácidamente mientras el Jefe de Gobierno del deefe rinde su Tercer Informe de Gobierno. Lo que me lleva a pensar que efectivamente vivimos en un país democrático; pues, hace unos meses, en Corea del Norte, el ministro de defensa Hyon Yong-Chol fue acusado de desobedecer órdenes y de no mostrar respeto al líder coreano Kim Jong-Un, al quedarse dormido en una ceremonia militar, por lo que fue ejecutado con un cañón antiaéreo, según unos despachos informativos, o con un pelotón de fusilamiento, según otros.

  Como quiera que sea, Cárdenas seguirá soñando con la presidencia que se le fue de las manos y repensando colectivamente (en lo individual) su proyecto de nación afianzado por un Congreso Constituyente Ciudadano que promulgue una nueva Constitución. Y como dijo Calderón de la Barca: “toda la vida es sueño y los sueños, sueños son”.

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