]Efemérides y saldos[
La señora Calhoun estaba haciendo campaña por todo el condado para recoger firmas a favor de una petición que tenía como objetivo mandar a todos los negros a África. Ya había escrito una carta al senador Ashley Dukes para contarle que los negros estaban comprando Biblias con ilustraciones de Jesús con aspecto de negro.
Erskine Caldwell
La ley de Lynch, lo que más tarde se conocería como linchamiento, surgió durante la luchas por la independencia de las colonias británicas de América del Norte, al parecer cuando un juez de Virginia, de nombre Charles Lynch, ordenó un ahorcamiento extrajudicial. La práctica fue imponiéndose y en el periodo de agitación social posterior a la Guerra de Secesión se convirtió en un recurso de los blancos para aterrorizar a los negros liberados, supuestamente a modo de castigo por los delitos que habían cometido contra ciudadanos blancos, delitos en muchos casos inexistentes o exagerados.
Carlos Mayor
ALEJANDRO GARCÍA
Erskine Caldwell (1903-1987) publicó en 1932 El camino del tabaco, formidable novela sobre la desposesión de los campesinos y su ruta obligada en busca de las tierras californianas. Enorme traslado de mano de obra para que entraran los grandes agroindustrias a Georgia, el verdadero mazazo sobre las sociedades tradicionales. Caldwell, al igual que Harper Lee y William Faulkner, escribió sobre el Sur derrotado, su pobreza y su resistencia al cambio. También sobre sus valores y tradiciones. Sin embargo, cumplieron papeles diferentes más allá de esa pertenencia a la región que se fue desgastando y cubriendo en unos monolíticos Estados Unidos. Viendo la literatura norteamericana podemos encontrar todos estos pliegues y nos toparemos con una literatura fiel y de enorme valor literario, cultural y social.
Tumulto en julio (1940) reaparece en el presente siglo bajo el sello de Navona (Barcelona, 2009, 203 pp.). Es la historia de un linchamiento y de un castigo a la mujer que se asumió como víctima. Es la historia de las percepciones del mundo de una comunidad sureña de blancos pobres y de lo que piensan y hacen con respecto a los negros.
Caldwell no tiene el interés mitificador de Faulkner, tampoco le interesa mucho encontrar las paradojas que hacen posible la vida de todos en el Sur a la manera de Lee, donde hay blancos que defienden su espacio de manera racional y bondadosa. Comparte con Steinbeck las movilizaciones obligadas de muchedumbres en la miseria y también el sentido del humor. Hay muchas similitudes en el tono de La luna se ha puesto (1942): la caricaturización, la apariencia de que no pasa nada. Caldwell contó lectores por millones (18 hacia 1940, según dice la solapa de Tumulto en julio). Caldwell se aleja pronto de su natal Georgia, viaja a Maine, desde allí critica a todos. Morirá en Arizona, zona neutral.
El sheriff Jeff McCourtin es durante casi todo el relato el centro. A través de sus temores y de su irresponsabilidad se van conociendo los acontecimientos. En cuanto se sabe que el negro Sonny Clark está acusado de violar a la blanca Katy Barlow, su esposa Corra lo despierta y le señala que deberá irse de cacería mientras se desenlaza el conflicto, porque está entre dos fuegos: la obligación de proteger la vida de Clark y asegurar que se le juzgue de acuerdo a la ley y eso contrariará a los blancos en su tarea de llevar a cabo actos protegidos por usos y costumbres. Total que lo que se pone en riesgo es su puesto en las siguientes elecciones. Será imposible reelegirse. Si no lo encuentran, tendrá la ventaja de no tomar decisiones.
La cosa se ha puesto más riesgosa para él, porque Narcissa Calhoun está empeñada en que firme la petición para que todos los negros sean regresados al África. ¿Cómo está eso de que ahora leen una Biblia en que Jesús es negro? Es el culmen de la herejía y el desafío.
Para el sheriff el colmo es la incomprensión del juez Ben Allen, quien lo llama, lo maltrata y le ordena que busque a los blancos y les diga que atrapará al negro y que si lo llega a realizar (sugerirá), no podrá garantizar su seguridad, de modo que sea un linchamiento limpio que no ponga en riesgo la elección. El juez tiene esa herramienta en sus manos, como el sheriff busca con desesperación que sus dos ayudantes hagan el trabajo sucio.
Pero Jeff tiene otra idea, Dirá que lo atraparon y lo metieron a la fuerza a prisión, donde está otro negro Sam Brinson, un vendedor fraudulento de autos chatarra. Entra en total oscuridad, tira las llaves lejos y se decide a dormir. Sólo que no cuenta con que un grupo de encapuchados, ahora sí, vienen por el negro y lo encuentran con una prostituta y en una litera vecina el mismísimo sheriff. Eso no le gusta a Corra, quien piensa es una aventura sexual de su marido. Llevarse al negro lo pone contra la pared, porque estaba bajo su resguardo y porque los blancos son capaces de colgarlo si no encuentran al otro.
-no me hace ninguna gracia decir una cosa así sobre unos blancos como nosotros -empezó Jeff con incomodidad-, pero la gente de allí, de esos collados de arena, tienen una idea tremendísima de las relaciones con los morenos.
Las cosas siguen su rumbo, el padre de la mujer violada organiza la cacería, el negro escapa a pasos lentos, busca ayuda y se la niegan, pero todo parece propicio para que lo atrapen, a pesar de que patrón ha dicho que Sony no puede haber violado a esa blanca y que hará uso de sus armas si los perseguidores entran a su propiedad.
Harvey Glenn, un joven cultivador de algodón topa con el negro fugitivo. Casi contra su voluntad lo atrapa y lo lleva sin armas por los caminos. El encuentro no se narra. Sólo después el sheriff descansará al saber que Sam está a salvo y atestiguará el cuerpo de Sony que se columpia. Se ha linchado a un negro.
Katty Barlow confesará que Melissa y el párroco la obligaron a decir que el negro la había violentado. La ley blanca tiene sus límites. En lugar de buscar a los responsables, la emprenden a pedradas contra Katty.
Los novelistas de los años 20 y 30 instauraron la gran novelística norteamericana, ésa que se asume en sus contradicciones de producción mercantil, pero que no cede en la crítica, acaso no pretendan una revolución en su país, pero lo hicieron en el discurso literario y dieron puntual cuenta de la conducta de sus hombres en el interior y en el exterior de su país y, sobre todo, creyeron en que el individuo era el centro del mundo, ajeno a cualquier sistema, a cualquier sujeción ideológica. Creyeron en la libertad y en las rutas del hombre.
Novelistas posteriores como William Styron y Truman Capote, durante las décadas que van de los 50 a los 80, retomarán esa reciente tradición y la llevarán adelante. Los procesos de alienación y locura dentro de las comunidades podrán tener origen en sociedades tradicionalistas, de una religiosidad fundamentalista en el caso del primero y de una mirada combinada entre la violencia y la protección generosa de ciertos seres en el caso del segundo.
Erskine Caldwell denuncia, se burla, no parece interesarle ni la historia ni el buen sendero de la humanidad, ni la buena ruta a los derechos inalienables del hombre, simplemente narra y cada quien le da sentido o no a su ojo seleccionador:
El juez de instrucción le había preguntado si creía que el forastero era sordomudo, a lo que Shep respondió que no sabía si era o no, de modo que el juez concluyó que no iba a detener a un ciudadano para que lo juzgaran por asesinato por el simple hecho de ser un ignorante.