QUINTO PODER
ARGENTINA CASANOVA
Cimacnoticias
Tema prioritario en la agenda de las defensoras de derechos humanos lo constituye la cobertura mediática que se le da al feminicidio, a casos de violencia sexual o violencia física familiar contra las mujeres, ya que muchas veces contribuye a criminalizarlas y hace prevalecer, perpetrar y continuar la violencia contra ellas.
El tema vuelve a cobrar relevancia para las feministas organizadas, para organismos defensores de derechos humanos y grupos de mujeres organizadas en la Península maya, ante el reciente incremento en los casos de feminicidio cometidos en Quintana Roo y Yucatán. También ante la cobertura periodística de casos de violencia sexual e institucional en Campeche, realizadas desde posturas hegemónicas, discursivas y misóginas.
Los titulares de los medios son así una extensión del discurso institucional que pretende casi siempre ignorar que se trata de feminicidio, aunque encuadren en el tipo penal, y asumen otra forma de violencia cuando ponderan las características de las víctimas.
En internet, las redes están llenas de información que criminaliza las identidades femeninas, lo mismo que las portadas de periódicos y revistas. Vemos ahí mensajes aleccionadores, como una extensión y reforzamiento del discurso patriarcal, que llegan a ser una forma de terrorismo sexista o de proclamas patriarcal-machistas.
Esta visión está presente tanto en los titulares como en las fotografías, en el cuerpo de la información y en el lugar que le dan a la información. Sucede incluso, en algunos periódicos, que la información sobre feminicidio, un ataque sexual violento contra una mujer, se coloquen en el mismo espacio, a la par, que la imagen de una modelo posando en ropa interior.
No es casualidad que los medios centren sus coberturas en la vida privada de la víctima, que digan cuántas parejas tenía o cómo era llamada en su comunidad, empezando por el apodo que recibía la víctima, con lo que se da un sesgo a la información.
Más aún, los medios no solo representan una extensión de la violencia, sino que también hacen una apología de dicha violencia, porque se ofende el nombre de la víctima, su memoria, su cuerpo con la exposición de su imagen, lo que revictimiza a sus familiares.
Ante todo esto, no queda sin o la voluntad de organizarnos como defensoras de los derechos de las mujeres, como periodistas, y que apostemos a nuevas coberturas, que desmonten la estructura patriarcal que violenta a las mujeres.
Existen algunos esfuerzos por impulsar una nueva forma de abordar esta información. Recientemente salió publicado un manual sobre las coberturas y ya existía un decálogo que sugiere aspectos a considerar en las coberturas.
Diversas autoras proponen modelos de intervención y formación, manuales y protocolos para las coberturas, basadas en un trato con pleno respeto a los derechos de las mujeres que son víctimas de los delitos.
Sin embargo, esta información parece que no llega a las redacciones ni a las o los reporteros que cubren esta información, o que el tema no está dentro de los planes de actualización de las jefaturas de información y redacción de los periódicos o de otros medios.
En este tema, es escasa o nula la intervención responsable de las instituciones. El argumento es que no quieren aplicar censura, aunque esté de por medio la violación a los derechos de las mujeres. Y la pregunta entonces es ¿de quién es la responsabilidad, quién la va a asumir?
Ante este cuestionamiento, es necesario recordar que existen Sistemas Estatales para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia, y que hasta ahora ha sido prácticamente nula su participación en la mayoría de los estados, en relación con los casos de feminicidio y la violencia simbólica.