CARLOS MIGUÉLEZ MONROY*
La venta de armas en Estados Unidos a países extranjeros aumentó en un 35% en 2014 a pesar del estancamiento del mercado global y del aumento en la competencia entre países exportadores. A esta conclusión llegó un estudio reciente del Congreso de Estados Unidos.
En 2014 vendieron más de 36.0000 millones de dólares en armas, 10.000 millones más que el año anterior. Este incremento obedece sobre todo a acuerdos multimillonarios con Corea del Sur, con Qatar y con Arabia Saudita.
Con estas cifras, Estados Unidos se consolida como el mayor exportador de armas en el mundo, con 50% del mercado total. Le siguen Rusia, con 10.000 millones de dólares en ventas, Suecia, con más de 5.000 millones, Francia, con más de 4.000 millones y China con más de 2.000 millones.
En cuanto a los compradores, Corea del Sur encabeza la lista de países que más han gastado en armamento, con un gasto de 7.000 millones de dólares. Le siguen Irak y Brasil, que ha dedicado gran parte del gasto a aviones sofisticados que le compra a Suecia. Corea del Sur se arma hasta los dientes ante la creciente tensión con su vecino, Corea del Norte. El gobierno de Irak busca crear un ejército fuerte tras la retirada de las tropas de Estados Unidos y de la llamada Coalición. Se sigue la “lógica” de buscar la paz y la seguridad con la venta de armamento a un estado débil, recién creado, con una división étnica recrudecida por la invasión y ocupación occidental, y con la infiltración de grupos terroristas. Estos grupos operan no sólo en Irak, sino también en Siria y en el resto de la región y que empiezan a amenazar a las grandes ciudades de los países occidentales.
La venta de armas no sólo entraña riesgos por la venta directa a países con tensiones con los vecinos o con conflictos internos. Algunos estados compradores luego venden parte de ese armamento para hacer negocio a países con limitaciones en la compra por la legislación internacional que se ha desarrollado en los últimos años para poner en marcha embargos de armas y para evitar que se venda armamento a países con violaciones de derechos humanos y con problemas de terrorismo.
En 2014, entró en vigor en Tratado Internacional de Venta de Armas, que han firmado más de 130 países pero que sólo 79 lo han ratificado y que los obliga jurídicamente. Entre ellos no están Estados Unidos, Rusia y China, los principales exportadores. Tampoco Irak, Brasil y Corea del Sur, los principales compradores.
La conducta de muchos países en lo que se refiere a venta de armas refuerza la sensación de fracaso del derecho internacional a la hora de resolver grandes problemas. Algunos académicos han llegado a afirmar que no existe el derecho internacional, sino un sistema controlado por los países más poderosos para defender sus intereses y para dominar al resto.
Estados Unidos, Rusia y China tienen asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y capacidad de veto. Como ese órgano fue creado para el mantenimiento de la Paz y la Seguridad internacional, resulta llamativo que precisamente esos países no hayan ratificado un tratado que busca ese objetivo mediante la limitación en la venta de armamento que puede acabar en lugares poco deseables por sus posibles consecuencias.
Pasaron siete años de negociaciones desde la redacción inicial del Tratado hasta su puesta en marcha. Un negocio de 85.000 millones de dólares al año desemboca en la muerte de medio millón de personas por violencia armada cada año.
Para que Estados Unidos firmara el texto final, que no ratificará hasta que lo apruebe el Congreso, es que el Tratado no tiene capacidad para limitar el uso de armamento convencional dentro de un mismo país. La venta de estas armas se ha convertido en un quebradero de cabeza por las muertes de personas inocentes en matanzas que copan titulares en los medios de comunicación de todo el mundo.
El presupuesto federal del gobierno de Estados Unidos prevé un gasto de 119.000 millones de dólares en educación y de 851.000 millones en defensa. Si hacemos esa comparación en el resto de países quizá concluyamos que están de cabeza nuestras prioridades.
*Periodista y editor en el Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)
Twitter: @cmiguelez