Opinión

salud mentalAINHOA MUGUERZA OSBORNE

 

“La salud mental ha quedado en la sombra”, se lamenta el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, en referencia a la atención que los Estados le dedican. En los países de ingresos bajos y medios, entre un 76% y un 85% de las personas con trastornos mentales graves no recibe tratamiento. En los de mayor desarrollo económico, entre un 35% y un 50% de la población está en la misma situación, según la OMS.

Este organismo pretende hacer de la salud mental una prioridad humanitaria ligada a la productividad de cada país. Si no se trata a quienes más lo necesitan y a las comunidades en las que viven, su potencial continuará eclipsado y eso afectará a la economía, sostiene Arthur Kleinman, profesor de Antropología Médica y Psiquiatría en la Universidad de Harvard. A pesar de que casi el 50% de las bajas laborales se producen por una enfermedad mental, sólo uno de cuatro afectados en Europa y Estados Unidos recibe tratamiento.

En el caso de la depresión, los expertos recomiendan crear planes específicos de prevención y detección en las empresas. En España, más del 75% de las personas que sufren este trastorno están en edad de trabajar. Esto “no es sólo un problema sanitario, sino que se enmarca dentro de un contexto amplio relacionado con el bienestar de los pacientes, sus familias y la sociedad en su conjunto”, opinó Jerónimo Saiz, jefe de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal, durante un encuentro de profesionales del sector. De ahí la importancia de normalizar este tipo de enfermedades para hacerlas visibles y evitar que se cree un estigma en torno a ellas.

Además de la depresión que afecta a 350 millones de personas en todo el mundo, la bipolaridad, la esquizofrenia o la demencia, son algunos de los trastornos más comunes. La predisposición genética es un factor que interviene a la hora padecer alguno de ellos pero no es el único. La OMS apunta a aspectos sociales, culturales, políticos o incluso al estrés o al tipo de alimentación como determinantes o coadyuvantes en su aparición.

El coste que supone atender este tipo de patologías también juega a favor de aumentar los esfuerzos en su prevención; el 50% de todas las discapacidades en Europa se debe a una enfermedad mental. La OCDE estima que para tratarlas se destina un tercio de los gastos por discapacidad, algo que se podría ahorrar si se ponen los medios para evitar su aparición. El suicidio es otra de las caras de este tipo de trastornos. Se calcula que un 90% son cometidos por personas con patologías psiquiátricas. Al año se producen unas 900.000 muertes por esta causa lo que significa que cada 40 segundos ocurre una. Entre los principales obstáculos a la hora de crear campañas efectivas de prevención se encuentra el tabú que rodea al suicidio. La OMS insta a los países y a diversos sectores como el de la salud, la educación y la justicia a “sensibilizar” a la población y dar una “respuesta adecuada” a este problema.

Richard Layard, profesor en la London School of Economics, defiende además el acceso a un programa amplio y público de tratamientos psicológicos para quienes sufran estos trastornos. Uno de los efectos positivos de una terapia es la posibilidad de encontrar un empleo. Según el académico, el tiempo que el paciente pueda trabajar tras mejorar su salud, supondrá un reembolso del tratamiento a través de los impuestos que esa persona pagará. Esa es la idea del programa “Improving Access to Psychological Therapies”, puesto en marcha en el Reino Unido desde 2008.

En España se destina un 5,5% del presupuesto sanitario a la salud mental, una cifra inferior al 7% que dedica de media la Unión Europea. Esto se refleja en largas colas de espera y una falta de atención personalizada. La inversión pasa por reconocer que detrás de las cifras hay historias, problemas y sobre todo, personas.

Artículo del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)

 

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