Fernando Aguilar Juárez/ Rojo y Negro
Entre la agresiva y oscura publicidad de la “comida chatarra” química que enferma a la población mexicana con sobrepeso, diabetes y todo tipo de cánceres, asoma un verde esperanza: el nopal, familia de un sinfín de cactáceas que abunda en territorio nacional, producto básico de sobrevivencia de nuestros ancestros y que en décadas recientes fue echada, casi desterrada de nuestra dieta, al igual que la comida tradicional en un afán de querernos parecer a nuestros vecinos del norte.
Por esta situación México enfrenta una catástrofe en salud por la epidemia de obesidad y diabetes con costos anuales que triplican los estimados por los terremotos de septiembre de 2017 en nuestro país. Y no se trata de un costo catastrófico… que sea esporádico, es anual, continuo, y se incrementará año con año, como advierte la Alianza Alimentaria para la Salud.
Entonces ¿comer nopales, calabazas, frijoles…? ¡No, por favor!, no es objetivo de la moderna mercadotecnia y publicidad, eso no da ganancias espectaculares; al menos no para la industria trasnacional, que nos tiene cautivos con toda la comida ultra procesada, embutidos; por dar un ejemplo, solo de 2000 a 2013, las ventas per cápita de estos productos, dulces, cereales, bebidas azucaradas y comidas rápidas aumentaron 26.7 por ciento en latinoamérica.
Lo grave es que México es el mayor consumidor de productos ultra-procesados de la región, con 214 kilogramos al año por persona, advierten los especialistas en salud, en el documento “La Trama Oculta de la Salud”, donde detallan la complicidad de las mismas autoridades federales con las trasnacionales, de acuerdo con sus autores, Alejandro Calvillo y Agata Székely.
Porque el nopal, además de que ayudaría a revertir la situación grave de salud de los mexicanos, sí reditúa ganancias, pues de acuerdo con datos de la Sagarpa, México es uno de los principales productores de hortalizas, el cual ocupa el 2.59 por ciento de la superficie agrícola nacional y representa un valor de 53 mil 479 millones de pesos, donde el nopal se ubica entre las 15 hortalizas más importantes.
Y eso que no se le presta mucha atención, porque es tan generosa esta planta, que a pesar de que se le da poco, ella da en abundancia y es apreciada, sobre todo en zonas inhóspitas o desérticas, donde mitiga al caminante sediento y aplaca su hambre; a esto se debe su abundancia, más que a lo que se le pueda dar para su cultivo y producción.
Para ilustrar lo anterior, la Sagarpa asegura que entre las entidades que producen nopalitos, Morelos obtiene el mayor volumen; su cosecha en 2015 generó un valor de 553 millones de pesos. Y la alcaldía de Milpa Alta en la Ciudad de México, es un caso muy particular, pero en conjunto, la producción nacional de 2006 a 2015 alcanzó cerca de 813 mil toneladas.
Lo confirma el Sistema de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP, 2014), al señalar que solamente en la alcaldía de Milpa Alta se sembraron 2 mil 850 hectáreas de nopal verdura, con una producción de 292 mil 983.60 toneladas, es la variedad denominada “Milpa Alta” y los habitantes locales refieren que es diferente de los producidos en otras zonas, ya que es más finito y verde, con mejor sabor.
Y para su comercialización, la dependencia federal, detalla que es América del Norte la principal región de destino, en particular Estados Unidos a donde se exportaron 42 mil 563 toneladas, con un valor nominal de 12.69 millones de dólares, sin embargo también se exporta a otros países como Canadá, Japón, España y Francia.
Algo de historia:
Pero ¿qué sabemos de este vegetal?, veamos, el nopal (Opuntia) está clasificado en 377 especies, todos endémicos del continente americano (es decir, solo se encuentran allí), de las cuales México cuenta con 104 silvestres y 60 endémicas. Las cactáceas crecen principalmente en las zonas áridas o semiáridas, pero también se pueden encontrar en zonas con clima frío o templado.
Es decir, no hay necesidad de regarla o cultivarla, se mantiene así misma al sorber jugos vitales de la tierra más seca, de la piedra que la encumbra; pero además, de sus muy peculiares hojas que asemejan raquetas de ping pong brotan sus frutos llamadas tunas –tenochtli-; y las hay de diferentes colores, rojas unas, amarillas otras, y también las hay verdes.
Esta sencillez la manifiesta en su textura, pues el nopal contiene un 95 por ciento de agua y es bajo en calorías, aporta nada más 27 kcal/100 gramos. De cada 100 gramos de nopal fresco, de uno a dos gramos son fibra, y 0.17 gramos son fibra soluble.
Pero sus atributos como alimento son muchos: tiene alto contenido de zinc, fósforo, calcio y vitamina C, entre otras propiedades, por ello se le achacan ciertos beneficios, entre ellos: controla los síntomas de la diabetes, crean una sensación de saciedad, ayuda a eliminar el colesterol, inhibe o suspende el crecimiento de varias especies bacterianas, benéficos en heridas e infecciones de la piel, propiedades anticancerígenos, ayudan a eliminar toxinas, es un auxiliar para el control de peso, es hipoglucemiante, es decir reduce los niveles de azúcar de personas con diabetes.
En realidad, aquí en México, como usted puede ver, tiene múltiples usos en diversos campos, además del uso alimenticio del ser humano; lo mismo tiene un uso en la medicina, que en la elaboración de cápsulas para control de peso corporal, prevención y control de la diabetes mellitus, obtención de fibra deshidratada, jugo de nopal como agente para disminuir la cantidad de azúcar en la sangre, entre otros.
Y como alimento, el nopal se puede consumir en fresco, sus frutas frescas, en jugos, bebidas y concentrados, productos congelados, productos deshidratados y confites, mermeladas y geles, y productos fermentados.
Y esta planta que usted la puede tener como arbusto en su casa, es también usada en tratamientos de belleza como la elaboración de champú, crema y jabón; en la industria para obtención de colorantes textiles, pectinas para emplearse como coagulante, y ahora hasta para la producción de energía.
Los estudios, documentos antiguos y recientes como los del Instituto Nacional de Estadistica y Geografía (INEGI, 2013), asientan que antes de la llegada de los españoles, junto con el maguey, el nopal fue un alimento importante para la población mexicana, tanto para los cazadores nómadas recolectores del norte (los chichimecas), como para los pueblos sedentarios agrícolas del sur y centro de México.
Pero con el tiempo, los españoles utilizaron el nopal principalmente como forraje para ganado; y más como planta exótica, que por su uso alimenticio como lo hacían los antiguos mexicanos, lo diseminaron en diversos territorios de América, España, Francia e Italia. Los moros lo llevaron al norte de África y los portugueses lo introdujeron a Brasil, Angola y la India.
El caso de Milpa Alta en la Ciudad de México:
Por lo detallado, si alguna vez, usted decide olvidar el sedentarismo en oficinas, fábricas o talleres que mantienen a esta gigantesca y moderna Ciudad de México, para adentrarse al sur profundo de su territorio, al final de su travesía, seguramente se encontrará en medio de un raro panorama verdoso en lomeríos de cerros que no a pocos le recordaran su remoto pasado: son largas y frondosas hileras de nopal, cuyas hojas cual manos extendidas, tratarán de llamar la atención del visitante.
Es la alcaldía de Milpa Alta, que colinda con Xochimilco, Tláhuac y el estado de Morelos. Algunos la ubican como la principal productora de esta cactácea; otros especialistas la ubican en segundo lugar después de Morelos. Pero eso es lo de menos, porque aquí, su gente se dedica y vive de este producto, que no necesita de grandes cuidados.
La explicación es la siguiente: La planta se desarrolla con exigencias hídricas y ambientales mínimas, se producen pencas todo el año, es el sustento familiar de más de 5 mil familias y es una forma de vida ya tradicional en algunos poblados de esta alcaldía, que aún conserva su estatus rural, pero también asediada ya por el incontrolable urbanismo metropolitano.
Es un verdadero escudo, que ante el estilo de vida actual y el hecho de que el territorio se encuentra inmerso en la Ciudad de México, los productores buscan desterrar la idea de que el campo es un castigo para los hijos que no quieren continuar con sus estudios o como última salida laboral para quienes no tienen empleo.
Ha llegado pues, la hora de voltear a lo que tenemos en casa, un tesoro verde que por mucho tiempo hemos despreciado, pues de ser parte de nuestra cultura, de nuestra historia, al igual que la mayor parte de nuestra alimentación tradicional la sustituimos por comida “chatarra”, embolsada, enlatada, ultra procesada, y todo tipo de bebidas azucaradas con conservadores químicos, que tienen a la mayor parte de la población mexicana enferma y a un sistema de salud a punto de colapsar.