Los nazis crearon leyes y regulaciones para aplastar a los medios independientes
Teresa C. Ulloa Ziáurriz
Cimacnoticias
La libertad de expresión constituye uno de los Derechos Humanos reconocido en diversos instrumentos internacionales de los que México es Parte: en el ámbito de las Naciones Unidas la Declaración Universal de Derechos Humanos en su Artículo 19 y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y en el Sistema Interamericano, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la Declaración Americana sobre los Derechos y Deberes del Hombre y la Declaración de Principios sobre la Libertad de Expresión.
A nivel interno, la Constitución Mexicana establece las garantías que tiene toda persona en cuanto a manifestar sus ideas, escribir y publicar escritos sobre cualquier materia, y dispone la obligación del Estado de proteger dichos derechos.
El respeto a la libertad de expresión es un elemento central de las políticas públicas que se aborda tanto en el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 como en el Programa Nacional de Derechos Humanos 2008-2012. En ambos instrumentos se ratifica que la libertad de expresión es fundamental para la consolidación del Estado democrático en México.
Ahora bien, por cuanto a la libertad de pensamiento es el derecho de toda persona a manifestar libremente sus ideas y a no ser molestado por sus opiniones. Es la tradicionalmente denominada “libertad de opinión”.
“Si no creemos en la libertad de expresión para la gente que despreciamos, no creemos en ella para nadie,” asegura el lingüista y activista político Noam Chomsky. ¿Qué tan tolerante una sociedad debería ser respecto a personas como los nazis o los fascistas, que a su vez son intolerantes?
Los redactores eran sumamente conscientes del rol que habían desempeñado los medios y la industria cinematográfica nazi en la creación de un entorno que permitió la matanza de 6 millones de judíos y otros grupos, como los Roma y las personas con discapacidades. Tras ganar el poder en 1933, los nazis usaron una nueva serie de leyes y regulaciones para aplastar a los medios independientes, sustituyéndolos por una maquinaria totalitaria de propaganda fanática, dirigida por Joseph Goebbels, el “ministro para la ilustración pública y propaganda del tercer Reich”.
Como resultado de lo anterior, cualquier defensa del odio nacional, racial, religioso o de cualquier naturaleza que constituyera una instigación a la discriminación, hostilidad o violencia fue explícitamente prohibida.
Tienes derecho a tener cualquier opinión, no importa cuán vil pueda ser. Pero la expresión de dicha opinión – si equivale a una instigación – debe ser penalizada. Existen claros ejemplos históricos de lo que puede suceder cuando no es así.
Lo primero que tengo que manifestar es que las mujeres no somos un grupo vulnerable, aunque sí vulnerado, somos y representamos 52.7 por ciento de la población de este país, y cuando nos referimos al “borrado de las mujeres” nos referimos a que las leyes de identidad de género que han estado proliferando en nuestro país, al grado que ya 13 estados han aprobado el cambio de identidad de género con un simple trámite administrativo. Esto pone en peligro los derechos de las mujeres y las niñas basados en su sexo. Nosotras, como feministas, no podemos permitir que el género se introduzca en las leyes como una “identidad” y se proteja por encima de la categoría sexo.
Y es que estas leyes las ha generado, por un lado, la terrible confusión que tienen legisladoras y legisladores y funcionariado público, ya que no alcanzan a comprender que sexo no es género y género no es sexo. Y por el otro, la ideología queer, que se ha constituido en el caballo de Troya al servicio del neopatriarcado y los grupos ultraconservadores para destruir al sujeto político del feminismo, las mujeres. Y sólo para aclarar, sexo son las características biológicas al nacer. Y género son las expectativas sociales impuestas a cada uno de los sexos.
Y por qué decimos que estamos contra el borrado de las mujeres, pues porque:
- Se propone borrar el sexo hombre/mujer de las actas de nacimiento y otros documentos oficiales y sustituirlo por género, lo que hará muy difícil llevar las estadísticas sobre violencia contra las mujeres y las de los agresores o lo que ya pasó en las pasadas elecciones con la cuota de paridad, en la que 17 candidatos del Partido Fuerza Ciudadana se registraron como hombres y después se presentaron a decir que se autoidentificaban como mujeres con el propósito de cumplir con la cuota de paridad de género.
- Si no hay sexo legalmente reconocido, tampoco habrá espacios exclusivos para mujeres, como baños, refugios para mujeres maltratadas o agredidas sexualmente, vagones exclusivos del metro, cárceles y, hasta conventos.
- En los últimos años hemos visto cómo a los podios de las competiciones deportivas de mujeres se han ido incorporando personas con fisionomía masculina y, por tanto, con una ventaja significativa con respecto al resto de competidoras.
- La incorporación de conceptos como “identidad de género” y “expresión de género” en las legislaciones, y su aplicación al mundo de la educación, colisiona gravemente con la promoción de la igualdad entre el alumnado.
- La incorporación de conceptos como “identidad de género” y “expresión de género” en las legislaciones, y su aplicación al mundo de la educación, colisiona gravemente con la promoción de la igualdad entre alumnas y alumnos, pero además provocan una profunda confusión con términos no científicos.
- Una lesbiana es una mujer que se siente atraída sexualmente por otras mujeres y mantiene relaciones sexoafectivas con otras mujeres. Es decir, la orientación sexual, tal y como su propio nombre indica, es por sexo.
En los últimos años, a nivel internacional, se ha intentado presionar a las lesbianas para que utilicen términos más “inclusivos” y genéricos para referirse a sí mismas, como “queer” o “gay”. Sin embargo, estos términos no son específicamente de mujeres, y por tanto son una herramienta más para invisibilizar las experiencias exclusivamente lésbicas y la discriminación específica que sufren las lesbianas, que por supuesto, además de ser discriminadas por su sexualidad, comparten la opresión con base en su sexo con las mujeres heterosexuales.
- Las leyes no pueden basarse en sentimientos o percepciones subjetivas de la realidad. Las leyes de borrado de las mujeres son aquellas que sustituyen el concepto “sexo” por el concepto “identidad de género”. Al hacerlo, se elimina la causa de la discriminación y la desigualdad que sufren las mujeres con base en su sexo y se imposibilita la lucha contra la violencia. Esas leyes suprimen también los términos “mujer” y “madre” y tienen como horizonte el borrado total de las mujeres en las leyes, con las consecuencias en materia de protección legal que esto tiene a todos los efectos.
- En la actualidad, se suma a lo anterior el neolenguaje queer, que construye un sistema de términos para tratar de crear un nuevo relato en el que no exista el sexo como categoría biológica. Esa realidad tangible se sustituiría por el concepto subjetivo de “identidad de género”, que se convierte a su vez en algo tanto esencial como elegido, y siempre autodeterminado de forma individual. Y prueba de ello es el nombrar a las mujeres como “cisgénero o mujeres cis, personas menstruantes, personas gestantes o personas lactantes”.
Partiendo de esta base ficticia e intencionadamente confusa de la realidad, el postmodernismo lleva varios años intentando redefinir la experiencia vital de las personas mediante la creación de un universo de identidades, y con ellas nuevos términos que intentan etiquetar la gran diversidad de personalidades y formas de comportarnos que tenemos los seres humanos.
Pero lo que es absolutamente inaceptable y se constituye en una imposición, una persecución sin sentido es el afán de ciertos grupos y personas que intentan acallarnos, que nos persiguen e insultan a las mujeres que no estamos de acuerdo con las leyes de identidad de género, ni con la ideología queer y que nos llaman “hembras vaginocentristas” o “vaginas con patas” o “un grupo de primates homínidos Hembras” bajo el discurso de que quienes nos atrevemos a disentir, discutir los efectos del borrado de las mujeres somos transfóbicas.
No negamos que la población trans tenga derechos, pero no estamos de acuerdo en que se nos quiere negar nuestro derecho a expresarnos y a la libertad de opinión.