Manuel Ibarra Santos
Este lunes primero de noviembre se cumplen 135 años del asesinato del general José Trinidad García de la Cadena, ejecutado frente a un pelotón de fusilamiento, por órdenes de Porfirio Díaz, como venganza porque el caudillo zacatecano había osado organizar una serie de rebeliones para oponerse a la reelección indefinida del presidente de la República y en razón de que conspiró en contra de la dictadura porfirista.
La muerte del general Trinidad García de la Cadena puede ser tipificada, a la luz de la historia, como “un asesinato político”, en el que se utilizó toda la implacable fuerza del Estado Mexicano para neutralizar las revueltas y rebeliones organizadas por el zacatecano en contra del general Díaz.
La insolencia conspirativa de García de la Cadena fue acallada y aplastada inmisericordemente por el peso de la dictadura de Porfirio Díaz. Quedó en los anales de la historia la iniciativa audaz del insigne zacatecano, que es menester recordar, hoy, para impedir que a Zacatecas se le vuelva involucrar en la línea de la aventura política.
Pero de ese acontecimiento se desprende otra importante lección que no hay que olvidar: contra la omnipotente influencia política del presidente de México, no hay quien le pueda ganar a las vencidas, por lo menos hasta ahora. La historia tiene ciclos y en muchas ocasiones tienden a repetirse.
La ejecución de Trinidad García de la Cadena se efectuó, en 1886, a la mitad del tercer periodo presidencial de Porfirio Díaz, dos años después de culminado el régimen del general Manuel González, un verdadero “títere” del dictador Díaz.
Porfirio Díaz y José Trinidad García de la Cadena, el dictador y el caudillo, tenían una tradición previa de excepcionales relaciones de amistad y ambos habían sido protagonistas triunfantes en múltiples batallas en la defensa de la soberanía de la nación, en la segunda mitad del siglo XIX.
Sin embargo, la lucha por el poder político confrontó a los generales Porfirio Díaz y García de la Cadena, hasta el extremo de que uno de ellos (el más poderoso) decidió exterminar, por la vía del asesinato, al segundo.
José Trinidad García de la Cadena, había sido secretario de gobernación de Porfirio Díaz y gobernador de su entidad. Luego no solamente le disputó la presidencia del país al dictador, sino que le organizó en el país rebeliones y revueltas. Esa audacia desmedida nunca se le perdonó, hasta que fue conducido al paredón de fusilamiento.
En 1880, García de la Cadena se ubicó en la palestra política, igualmente, como adversario a la presidencia de la República, del general Manuel González, compadre del dictador, quien ganó las elecciones con 11 mil 528 votos y el zacatecano con mil sufragios.
El caudillo zacatecano se enfrentó, por igual, con Porfirio Díaz y con Manuel González. Al final estos últimos, se constituyeron en enemigos mortales de García de la Cadena, hasta que le prepararon al primero su fecha de muerte y la forma como sería ejecutado (Fuente: Arrebatos Carnales. Tomo I. Francisco Martín Moreno).
La brillante trayectoria de García de la Cadena como militar defensor de las mejores causas de la Patria, culminó en el paredón de fusilamiento, donde fue ejecutado, bajo la consigna de “traidor”, dictada por órdenes de Porfirio Díaz y con el apoyo del general Manuel González.
La muerte del caudillo zacatecano fue preparada con precisión milimétrica por Porfirio Díaz. El sitio de ejecución del asesinato político de García de la Cadena fue la hacienda de La Gruñidora, localizada en el municipio de Mazapil, al norte del Estado.
El régimen dictatorial de Porfirio Díaz contribuyó, inequívocamente, a crear las bases sólidas del sistema presidencialista mexicano y los cimientos del ejercicio del poder centralizado en manos de un solo hombre, un grupo y una oligarquía.
Desde entonteces y hasta la fecha, el presidente de la República, concentra un enorme poder político y económico impresionante, como en pocos gobiernos en la región, que se ejerce con muy limitados equilibrios y contrapesos.
Por eso, desafiar al poder y fuerza del presidente de la república en turno, resultará siempre una osadía, que puede tener consecuencias fatales.
EL HÉROE DE MIL BATALLAS:
El general José Trinidad García de la Cadena se caracterizó por ser un héroe de mil batallas, en defensa de la soberanía nacional. Su historia es impresionante.
Participó en La Revolución de Ayutla (1854), en forma notable; En la Guerra de Reforma (1858/1851) fue militar destacado; En la segunda intervención francesa (1862/1867) defendió con pasión a la Patria; en El Plan de la Noria (1871) se opuso a la reelección de Benito Juárez; en El Plan de Tuxtepec (1876) fue aliado de Porfirio Díaz, para destituir de la presidencia a Sebastián Lerdo de Tejada.
Y García de la Cadena terminó asesinado por una confabulación de la dictadura de Porfirio Díaz.