Opinión

Amlo layda y claudiaMoisés Sánchez Limón / Entresemana

SemMéxico. En primera persona. Pretendí sumarme a la pléyade que gusta y disfruta de los “puentes”, ingeniosos mas no ingenieros que somos los mexicanos en esto de aprovechar las fechas que oficialmente disponen descanso obligatorio. ¿Lo merecemos?

Usted y millones de connacionales, no cabe duda, podemos aducir que nos merecemos un descanso porque, ¿a poco no?, la pandemia que obligó al trabajo en casa y rompió la dinámica social no se significó como relajamiento; al contrario, requirió encontrar el mejor mecanismo para aplicar eso que llamamos home office y ganarnos la chuleta.

Y cuando irrumpió en el calendario el puente de Todos Santos o Día de Muertos, hasta el licenciado presidente hizo maleta, decidió irse a La Chingada para descansar y dejarnos descansar de la mañanera lunes y martes, 1 y 2 de noviembre, con escala, el último viernes de octubre, en Campeche, entidad hoy gobernada por Layda Elena Sansores San Román, quien al unísono de la carrera del Duce estuvo en campaña permanente desde hace 30 años, cuando fue diputada plurinominal por el PRI en la LV legislatura federal.

Así que, de lo ocurrido el viernes último en San Francisco de Campeche, denominación oficial de la capital campechana, no pude echarme a la hamaca, como refiere Su Alteza Serenísima a los súbditos que no lo imitan en ese trajinar cotidiano que arranca al amanecer y concluye, por lo general y públicamente, después de la mañanera.

Hay versiones no desmentidas por la bachillera Ana Elizabeth García Vilchis, experta en eso del quién es quién en las mentiras de la semana, de que el Duce Andrés Manuel suele irse a echar un coyotito después de desayunar y no da golpe hasta entrada la tarde, si es que antes no le agendan una reunión siempre en el humilde Palacio Nacional.

Lo cierto es que cada fin de semana Su Alteza Serenísima Andrés Manuel se va de gira a entidades focalizadas donde su mensaje es el mismo rollo que borda en culpar al pasado, en poner como ejemplo al desorden que le dejó el neoliberalismo practicado por las administraciones que siguieron a la de Miguel de la Madrid Hurtado, para dizque innovar con su obra gubernamental, en serio, no se ría.

¡Ah!, ¿ya se percató de la ausencia de la doctora e historiadora en las giras? ¿Qué pasa con la pareja ideal que no la vemos del brazo y por la calle con la frecuencia de otros días no muy lejanos? Pregunto.

Pero, bueno, estaba en eso de culpar al pasado y del puente de Todos Santos que aprovechó el licenciado presidente para reposar el músculo en La Chingada, municipio de Palenque, con escala en Campeche, el viernes último, en cuya capital se lució aquello que en mi pueblo llaman de fea manera en la praxis de los lambiscones, de estos personajes que llegan al poder o lo buscan y se mimetizan con el Duce, en este caso, quien ahora descubrió una nueva veta del neoliberalismo, al que en algún momento culpó de los divorcios. ¿Recuerda usted?

Así, la profesora y psicóloga Layda Elena Sansores San Román, en su mensaje durante el acto central en el que se presumió con bombo y platillos el éxito de la vacunación contra el Covid, a todos los mexicanos mayores de 18 años con por lo menos una dosis, pretexto por el cual estaban en calidad de invitados Claudia Sheinbaum y el saliente gobernador de Baja California.

Doña Claudia, en campaña, presumió que la Ciudad de México sea un exitazo en la vacunación. Bueno, bueno, anda feliz, arropada por SAS a quien le reconoce liderazgo e imita en el decir y hacer.

En esa línea de la genuflexión sin sonrojos, la debutante gobernadora Layda Elena se despachó el reconocimiento más ¿lambiscón?, al licenciado López Obrador. Lea usted:

“(…) Hoy es la primera vez que lo veo aquí como presidente y yo como gobernadora (¿?). No puedo evitar la emoción. Sabes que siempre para nosotros fuiste el guía, el líder, les digo el libro, el poema, el que siempre marca la ruta y vamos a seguir cumpliendo con tu ley: no mentir, no robar, siempre la verdad. Muchísimas gracias”.

¡Sopas! Hasta ganas de llorar mientras los Violines de Villa Fontana tocan una melodía que toca las fibras del alma, como dirían los clásicos. Párrafo de la gobernadora.

Y luego otro que, no por venir de quien es sobradamente conocido como adorador y panegirista del Duce, dejó de llamar la atención y conmover hasta la lágrima. Lea usted lo dicho por el ya ilustre Hugo López-Gatell, respecto de la que pondera exitosa campaña de vacunación contra el Covid, así y se haya superado con creces la previsión del escenario desastroso de los 60 mil muertos por la pandemia.

“(…) En esta coordinación del Operativo Correcaminos participaron de manera directa el propio presidente de la República, que fue el comandante general del operativo. Él supervisó, guió, orientó cada una de las decisiones mayores, estratégicas y en reuniones dos veces a la semana durante todo el operativo nos mantuvo en continua vigilancia, eficiencia y coordinación”. Poco faltó a López-Gatell el adjetivo chingón para calificar al actuar del licenciado presidente.

Pero, en su turno, Su Alteza Serenísima Andrés Manuel se llevó la mañana cuando aludió a la oposición que hay contra sus obras faraónicas como el Tren Maya.

“Sí –atendió–, pero más que nada son grupos que tienen que ver con una forma que encontraron de trabajar. ¿Qué hizo el neoliberalismo o qué hicieron los que diseñaron para su beneficio la política neoliberal, qué hicieron?”, dijo y se despachó con la cuchara grande.

Canijos neoliberales porque, de acuerdo con Andrés Manuel Primero, “una de las cosas que promovieron en el mundo para poder saquear a sus anchas fue crear o impulsar los llamados nuevos derechos. Entonces, se alentó mucho, incluso por ellos mismos, el feminismo, el ecologismo, la defensa de los derechos humanos, la protección de los animales.

“Muy nobles todas estas causas, muy nobles, pero el propósito era crear o impulsar, desarrollar todas estas nuevas causas para que no reparáramos, para que no volteáramos a ver que estaban saqueando al mundo y que el tema de la desigualdad en lo económico y en lo social quedara afuera del centro del debate. Por eso no hablaba de corrupción, se dejó de hablar de explotación, de opresión, de clasismo, de racismo”.

No, pues sí, pinches neoliberales que además de “modelo de pillaje donde corporaciones se apropian de bienes nacionales, de bienes del pueblo”, financian a grupos ambientalistas, defensores de la libertad.

Entonces, prosiguió, #imagínense, a veces ni siquiera es un asunto así perverso pues, no, un profesional que estudia biología, que estudia medio ambiente, que estudia filosofía, derechos humanos, siente que esa es una causa básica, es su causa fundamental y se dedican a eso básicamente”.

Bueno, bueno, y la parte del mensaje campechano del licenciado presidente que me movió a no irme de puente, fue el siguiente:

“La diferencia con nosotros es que desde el principio nosotros dijimos: Esto está mal por la corrupción y si acabamos con la corrupción vamos a lograr que haya igualdad, y si hay igualdad vamos a proteger a los derechos humanos y vamos a proteger la naturaleza, y si se acaba con la corrupción vamos a acabar con la violencia, pero hay que cambiar al régimen corrupto”. ¡Vaya fórmula! Por eso y solo por eso, pañuelito blanco. ¡Cuidaos temibles neoliberales! ¡Cuidaos!

Ya entrados en gastos, sin salir de la impresión causada por lo que ocurrió en Campeche, me pregunto qué habrá sentido el licenciado Quirino Ordaz Coppel, gobernador saliente de Sinaloa, cuando Alito Moreno, en su calidad de mero mero del CEN del PRI, le informó la negativa del Consejo Político Nacional tricolor de otorgarle licencia a su militancia priista para asumir el cargo de embajador de México en España. La telenovela continúa. Valió la pena no irme de puente. Digo.

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