Lucía Lagunes Huerta / Zona de Reflexión
Cimacnoticias
Se realizó anteayer el Foro Libertad de expresión en el cual participaron periodistas de distintas entidades del país, con agresiones distintas, contextos diversos que en su mayoría están bajo el Mecanismo de Protección de la Secretaría de Gobernación.
Su presencia colocó en el centro de la discusión el cuadro de la complejidad con la cual se hace periodismo en este país y más si eres mujer y con ello se dimensionó por qué una instancia como el parlamento Europeo hace un llamado al Estado Mexicano para proteger a periodistas y personas defensoras, porque lejos de detener las agresiones,… estas siguen creciendo.
Si hay un dolor que no sana y una herida que no cierra en México, es precisamente la que tiene que ver con las agresiones que siguen viviendo periodistas a lo largo y ancho de nuestro territorio nacional. Agresiones que muestran una y otra vez la falta de un verdadero compromiso de las autoridades para proteger, prevenir y eliminar la violencia contra las y los periodistas.
Y mientras discuten resoluciones internacionales y van haciendo foros para construir una Ley General, esta semana nuevamente un periodista fue asesinado, Armando Linares, de Michoacán, periodista bajo el Mecanismo de Protección.
Antes de diciembre de 2018 no había periodistas protegidos por el Mecanismo que fueran asesinados, por qué hoy sí, en qué está fallando el Mecanismo que no alerta los riesgos que cobran la vida de sus beneficiarios, qué respaldo le falta para hacer frente a las enormes complejidades y retos que tiene, será que el personal que labora ahora dejó de mirar la urgencia con la cual hay que actuar. Saberlo es cuestión de vida o muerte.
Agresiones que no se detienen, como vemos, sino que se alimentan con discursos de odio y estigmatización, con falta de investigación y sanción a los agresores materiales e intelectuales, con nula justicia que restaure el daño vivido y que garantice la no repetición.
Tanto dolor no puede guardar silencio, por ello irrumpe, grita exige, no más, por ello en el Foro las periodistas sacaron pancartas para evidenciar que el Estado no las protege, por ello interpelaron al subsecretario de derechos Humanos Alejandro Encinas, quien por momentos deja de tener respuestas.
Parte de lo dicho en el Foro permite evidenciar que No hay manera de fortalecer una política de protección y prevención si se alimenta cotidianamente el descrédito y la sospecha sobre la tarea periodística y las y los periodistas, pues con la sospecha y el descrédito la sociedad no siente empatía hacia quienes hacen periodismo por lo cual no les defiende, sino que encuentra razones para que esto ocurra, por otro lado, las autoridades no se ven interpeladas para hacer su tarea porque hay un discurso que justifica la violencia y los agresores se saben impunes porque nadie les investigará ni mucho menos les sancionara.
Con todo ello, y otros elementos como la precarización laboral, se construye un círculo que desprotege y alienta la violencia contra periodistas, la cual se incrementa, si eres mujer porque los discursos de odio se potencian en tu contra y si vives lejos de las ciudades y más cerca de los agresores tu vida corre mayor peligro.
Para las mujeres periodistas la violencia se incrementa, los daños que provoca la violencia contra las periodistas con alto reconocimiento, son enormes, porque los atentados contra ellas generan un efecto que obstaculiza la igualdad, al minar la presencia de estas en un mundo que no del todo las acepta ni las tiene como actoras legítimas, e inhibe la participación de otras mujeres en el mundo público con una voz propia.
Porque el mensaje dice “si le puedo hacer esto a ella, qué no te puedo hacer a ti” y con ello se siembra miedo, que es una de las formas de control social.
La presencia de periodistas en el Foro de ayer en la embajada de Noruega, en su mayoría mujeres, permitió construir el retablo de lo que están viviendo periodistas en nuestro país, agresiones, secuestros, amenazas, juicios legales, campañas de desprestigio on y of line llenas de odio y misoginia para las periodistas, desplazamientos forzados internos y mucho miedo.
Porque la violencia se vive como onda expansiva en el gremio periodístico, pues cada asesinato es la advertencia para el resto de que debes cuidarte de lo que publicas, de lo que investigas y reporteas, el tener miedo de investigar y de publicar, ha construido zonas de silencio, temas silenciados. Porque buscan salvar sus vid, esto fue dicho por ellas y ellos el día de ayer.
Cualquier violencia es grave y la dimensión social que guarda la tarea periodística hace que la violencia mine la democracia en los países, porque al generar zonas y temas silenciados la sociedad deja de tener información y tiene menos elementos para tomar decisiones.
La tarea periodística en libertad permite que los gobernantes se sepan vigilados, contribuye a poner en el debate público las denuncias necesarias para que se tomen acciones y todo ello va fortaleciendo la democracia, pues una sociedad informada, fortalecida en sus derechos, es una sociedad que sabe que en ella radica el gobierno y no al revés, que el gobierno está por encima de la sociedad.
Por ello un reclamo es el repetido en este foro y otros: no más discursos de odio contra la prensa y periodistas, que lejos de fortalecer una política de protección la debilitan, que lejos de alentar la pluralidad en el debate lo homogeniza.
Finalmente diría como conclusión de lo ocurrido el día de ayer que:
La violencia censura, porque mina la certidumbre de periodistas para investigar y estar vivas y vivos después de ello.