Opinión

revocacionFilomeno Pinedo Rojas

En autos, a pie, en pequeños grupos familiares o de amigos, otros más sin compañía, se ve que entran y salen, se saludan, hacen fila, sin amontonamiento pero sin dar tregua a los funcionarios de casilla, se reconocen embozados, se saludan, marcan y depositan la boleta recibida, intercambian comentarios, se despiden, en ambiente despreocupado, sin tensiones, y se retiran con un pulgar pintado y semblante tranquilo provocado por el deber cumplido, sabiendo que son protagonistas de la primera “revocación de mandato” constitucional de la historia de México.

Y es que, por primera vez, millones de mexicanos, sin saber cuántos, acudimos a las urnas solo para sentar el precedente de que aquí, los presidentes de la República, por lo pronto, se tendrán que someter a mitad de su mandato, a la voluntad popular para saber si a juicio del soberano, el pueblo, pueden continuar en su puesto o se les revoca la encomienda, en cuyo caso deberán hacer maletas y abandonar la más alta investidura que existe aquí.

Llama la atención la cantidad de ciudadanos que acudió a las urnas por lo judicializado que fue el proceso y porque es una fecha difícil de agendar para estos menesteres, miren si no: domingo de ramos que desata grandes aglomeraciones y actividades de origen religioso; primer domingo del período vacacional por semana santa para muchos millones de empleados que aprovechan para la visita familiar, por lo regular a distancia del lugar donde residen; instalación de solo la tercera parte de centros de votación que se instalan en una votación normal y; la casi nula difusión por parte del INE, en términos de convocatoria al ejercicio de este nuevo derecho político-electoral.

La ubicación de las casillas, por demás alevosa, ya que se instalaría uno de cada tres centros de acopio de votos que se podrían haber distribuido allegándolo lo más posible a los votantes. Pero no. Inexplicablemente se dejaron regiones de poblados sin casilla y se instalaron en lugares a mucho tiempo y distancia de camino, teniendo que hacerse un sacrificio de tiempo y dinero para cumplir con esta intención. Tan solo un caso: En Monte Escobedo, Zac., los interesados de 13 secciones, con lista nominal casi de 3 mil 500, tuvieron que acudir a la casilla instalada en la cabecera municipal, a una distancia de entre 30 y 55 kilómetros, de caminos y veredas, muchos de ellos de ´aventón´, porque en este municipio no existe servicio de transporte de pasaje interno.

En muchos lugares del país igual o peor. Y, aun así, muchos lograron lo que para algunos era impensable, otros se quedaron con las ganas. Y también muchos otros, quienes estaban en contra y decidieron no acudir, a estas horas ya sentirán la incomodidad mental de no haber sido protagonistas de este hecho histórico de nuestro país. Con pretextos y falsos argumentos querrán justificarse ante los demás y autoconvencerse de semejante omisión en su vida, porque como toda primera vez, no volverá a repetirse, ¡jamás!

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