Manuel Ibarra Santos
La consulta para la revocación de mandato, efectuada el domingo pasado (10/IV/2022), considerada un hecho político inédito en la República, mostró a la democracia mexicana en su laberinto (con múltiples dilemas), con Andrés Manuel López Obrador como jefe de Estado fuerte y protagónicamente al centro, con partidos políticos en crisis y una sociedad cansada, como lo evidenció el 17.6% de participación ciudadana (en promedio) y más de un 80% de abstención.
La consulta revocatoria que ha establecido un precedente en la vida democrática de México dejó en claro y de manera objetiva, la realidad de la fuerza y el músculo político del presidente Andrés Manuel López Obrador, así como la efectiva capacidad territorial de movilización ciudadana que tiene la 4T en el país, a la mitad de la administración de AMLO.
Al ejercicio revocatorio asistió Andrés Manuel López Obrador con un perfil político sólido, con alta legitimidad y legitimación, con una aceptación ciudadana superior al 55% (como lo registró la última encuesta de México/Elige) y con la fuerza suficiente para mantener el control del proceso interno de sucesión 2024 en MORENA.
De esta manera, la sucesión presidencial del 2024 entró al inicio de una nueva etapa de re/definiciones territoriales y programáticas, en un ejercicio que propiciará ajustes y reacomodos radicales, al igual que una estrategia de estímulos (o bien de castigos), para los grupos y operadores que cumplieron o no, con su tarea en este proceso. En la lucha por el poder de la República, hoy se podrá hablar de un antes y después de la consulta de la revocación de mandato.
La revocación de mandato que no pudo alcanzar su fuerza vinculante, al no lograr el 40% de la participación ciudadana como la estipula la norma correspondiente, revela también el piso mínimo de votantes probables que tiene la 4T en su ruta de lucha por el poder en la sucesión 2024.
El ejercicio revocatorio impulsado por López Obrador fortaleció, asimismo, su proyecto de privilegiar la presencia de los Movimientos Políticos, por encima de los partidos, los que quedaron desdibujados (y se les evidenció en profunda crisis), incluyendo a MORENA. La pregunta: ¿Qué sería de este instituto político, sin el liderazgo de AMLO?
Desde esta perspectiva, tendríamos que admitir que López Obrador está cumpliendo con sus promesas que hiciera en campaña como candidato a la presidencia en el 2018, de propiciar un reacomodo de fondo de las fuerzas políticas y de alentar el deshielo de las viejas instituciones públicas del Estado Mexicano. AMLO ha sido obsesivamente fiel con sus compromisos. ¿Pero cuál será el costo político para él, para la 4T, para su partido MORENA y para la democracia en el país?
Y producto de eso, es que hoy la democracia mexicana se desliza por un horizonte de múltiples dilemas, por un tobogán de insondable destino y por un laberinto que pone a prueba al viejo sistema político mexicano, el que irremediablemente necesita oxigenarse.
El régimen político nacional enfrenta variados dilemas. Los especialistas aceptan que la democracia no se agota sólo en elecciones constitucionales y en consultas revocatorias.
Los pensadores clásicos como el sociólogo francés Alexis de Tocqueville (1805/1859) afirmaron que la democracia, para que realmente lo sea, tiene que enfrentar y combatir los niveles de pobreza de la sociedad y reducir sus niveles de desigualdad.
Solo de esa forma se estará perfilando un modelo de democracia moderna, eficiente, justa y de calidad. Lo contrario implica padecer un modelo de gobierno ineficiente, injusto y deficitario. Y eso es lo que hay que entender.
La consulta de revocación de mandato se ha realizado en un momento complejo para la vida de la Nación, cuando los niveles de pobreza han aumentado y los índices inflacionarios asfixian la economía popular, precedidos además por dos años devastadores de crisis pandémica, impuesta por el coronavirus.
Aun así, Andrés Manuel López Obrador se empecinó en hacer efectiva la consulta revocatoria, constituida ya en mandato de Ley. Los resultados están a la vista:
Acudieron a las urnas 16 millones 399 personas a votar, los que representan una participación ciudadana promedio del 17.6%, en relación con la lista nominal total nacional y un 80% por ciento de abstencionismo.
El 90.3 por ciento de los votantes que participaron en la revocación de mandato lo hicieron a favor de que López Obrador siga en la presidencia de la República y termine su mandato en el 2024. Un 8 por ciento restante se pronunciaron por que AMLO se vaya.
En Zacatecas, según cifras oficiales del Instituto Nacional Electoral, acudieron a las urnas 170 mil ciudadanos, que equivalen al 14.2% de la lista nominal estatal, de los cuales el 89.7% se manifestaron a favor de que AMLO se mantenga en la presidencia de la República y el 8.1% de que se vaya.
En términos generales en territorio nacional, en la jornada del domingo, más del 45 por ciento de los votos a favor de Andrés Manuel López Obrador se registraron en el centro, en el sur y sureste del país, particularmente en las siguientes entidades: Veracruz, Puebla, Tabasco, Chiapas, Estado de México y Ciudad de México. En el norte cayeron estrepitosamente las simpatías por el presidente.
En la Ciudad de México sólo acudió el 19.7 por ciento del total del padrón electoral, con un abstencionismo del 80 por ciento. Un hecho que debe preocupar a los representantes de la 4T, sobre todo porque se supone que dicho enclave representa la “Joya de la Corona”, para MORENA.
En el caso específico de Zacatecas, los retos políticos son en verdad extraordinarios. MORENA requiere re/inventarse y redefinirse frente a la sociedad y de cara al futuro.
LA DEMOCRACIA DIRECTA.
La democracia directa tiene una historia milenaria en la humanidad. Sus paradigmas de organización ya eran usados en la Grecia clásica, 500 años antes de nuestra era. Atenas fue una sociedad prototípicamente organizada con dichos modelos de participación democrática.
En la actualidad, numerosas naciones utilizan las prácticas de la democracia directa. En el mundo destaca Suiza y muchos otros países europeos. En América Latina, las usan Bolivia, Venezuela y Nicaragua, sólo por mencionar algunos.
Las prácticas de la democracia directa empoderan a la sociedad y le dan al ciudadano fuerza y capacidad de influir en los procesos de toma de decisiones políticas.
En México, es fundamental enriquecer y profundizar estas prácticas de democracia directa.