Filomeno Pinedo Rojas
Del 2009 al 21 murieron 4 mil 443 migrantes indocumentados de origen mexicano al intentar cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, 886 de los cuales fueron por deshidratación, 480 por ahogamiento, 347 en accidentes, 30 por hipotermia y 2 mil 608 por “otras causas”, según registro de la Secretaría de Relaciones Exteriores de nuestro país, con datos de los consulados de Texas, Arizona, California y Nuevo México.
Estas cifras muestran el drama de los paisanos que cifran su esperanza de empleo con pago en dólares para superar la pobreza y pierden la vida en el intento, en la que se ha denominado la frontera más peligrosa del mundo que tanto dolor y desamparo provoca en las familias por las que, en general, se emprende, con sacrificio, el viaje.
Según las estadísticas mencionadas, con registros desde el año 2004 hasta diciembre del 21, es en el desértico estado de Arizona donde más se aventuran y mueren los migrantes mexicanos, acumulando 3 mil 340, seguido de Texas con 2 mil 434, California con 696 y Nuevo México 10, para sumar un acumulado de 6 mil 480 esperanzas desaparecidas.
Luego del 2005, cuando se reportó la muerte de 461 migrantes, el 2021 marcó récord con 719 fallecidos, entre ellos 146 menores de 17 años, siendo identificados 51 personas originarias del estado de Guanajuato, Oaxaca y Michoacán con 43 cada uno, 35 de Chiapas, 33 de Puebla, 32 de EdoMex y 23 de Veracruz, resaltando que solo de Yucatán no se identificó a nadie.
No es difícil identificar que precisamente el año pasado comenzó la recuperación de la economía norteamericana con alta demanda de trabajadores, luego de la debacle mundial del 2020 con la pandemia, que disparó la pobreza en el mundo, baste decir que ese año, incluso en Estados Unidos aumentó en 8 millones la cantidad de personas en pobreza hasta acumular 55 millones.
Influye también que, ante las fuertes medidas antiinmigrantes impuestas en Estados Unidos en los últimos años, quienes se atreven a cruzar la frontera, sin documentos, recurren a caminos y medios más peligrosos para su vida, teniendo que pagar, en la mayoría de los casos alrededor de 5 mil dólares a los traficantes, quienes son los primeros beneficiados con la política migratoria del Norte y que representa un negocio que se estima en 7 mil millones de dólares al año.
El drama de los 53 migrantes fallecidos, por el excesivo calor, al interior de la caja de un tráiler en que eran transportados, cerca de San Antonio, Texas, es solo uno de muchos que diariamente ocurren a lo largo de los tres mil kilómetros de frontera de México con Estados Unidos, región por la que tratan de ingresar soñadores venidos de países caribeños, africanos, asiáticos, centroamericanos y, por supuesto, mexicanos.
Desde hace mucho tiempo, Estados Unidos ha requerido de fuerza de trabajo barata y dócil para sostener su economía, no solo en la agricultura sino también en la construcción, la industria y los servicios, y sabe que los migrantes indocumentados, por su condición, reúnen esas características por el temor a ser deportados.
Quizá por ello mismo, los empleadores no están de acuerdo en que se les regularice su residencia y adquieran plenos derechos laborales y, el gobierno en turno teme que, si otorga la ciudadanía en masa a más de once millones de indocumentados mexicanos, éstos, sin un control político, se conviertan en un sector electoral que defina los procesos de elección de presidentes y gobiernos de algunos estados.
Eso lo saben también quienes emigran al país del Norte, pero la necesidad de escapar de situaciones que consideran más difíciles en sus países como la pobreza, violencia criminal, y desastres naturales, entre otros, los llevan a tomar la decisión de emigrar, con todos los riesgos que eso conlleva, y que como vemos, puede terminar en la pérdida de la vida, en difíciles, impensadas e inhumanas situaciones.
Visto así, el que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, a contracorriente de los opositores, esté promoviendo un gran polo de desarrollo económico en el Sur y sureste mexicano, abona a la disminución de los flujos migratorios desde esa región del país y se convertirá en alternativa para centroamericanos que vienen en busca de empleo.