Berenice Chavarría Tenorio / Cimacnoticias
La virginidad no existe, es el patriarcado. Cuando una mujer decide iniciar su vida sexual, es usual que pase por esta experiencia en medio de prejuicios, mitos y críticas que la llenan de culpa y temor. Sin embargo, hay algo que queremos recordarte: tu cuerpo no es un objeto que “se entrega” y tu sexualidad no inicia solo hasta después de una penetración.
Pensemos en cuántas veces hemos escuchado la frase “perdí mi virginidad”. En muchas ocasiones, no se dimensiona que detrás de esta idea hay una lógica religiosa y patriarcal según la cual, las mujeres perdemos valía como personas al iniciar nuestra vida sexual, “como si tener una experiencia erótica cambiase nuestra calidad humana”, retoma la psicóloga feminista Magaly Romo Pedroza.
La sociedad también nos dice que “somos objeto del otro una vez que entregamos nuestra virginidad”, añade la especialista. Lo anterior es un reflejo de la discriminación de género que viven las mujeres en el mundo.
En esto coincide la antropóloga e investigadora feminista Marcela Lagarde y de los Ríos, quien en su obra Los cautiverios de las mujeres (2007) expresa que una mujer “debe ser virgen, porque al serlo asegura que no es de otro”.
En ese sentido, es frecuente que desde niñas escuchemos discursos donde no somos dueñas de nuestras corporalidades ni vidas; que no podemos encontrar placer desde y para nosotras: “Aun cuando la vagina es el espacio erótico destinado, las mujeres tampoco encuentran su placer en ella: las mujeres vírgenes no deben tocarla y cuando ya no lo son, han asimilado que esa parte de su cuerpo –y de su vida– no les pertenece: solo puede ser un espacio erótico si el otro, al tocarla, la desencanta”, afirma Lagarde y de los Ríos.
Dicha ideología sigue extendiéndose debido a que a las mujeres no se nos habla comúnmente de placer, educación sexual integral ni tampoco emocional.
“Está arraigada la creencia de que sexualidad es sinónimo de coito y se invisibilizan cuestiones de erotismo”, destaca la psicóloga Magaly Romo. Así, poco a poco se da prioridad a creencias sobre lo que las mujeres debemos ser, en lugar de lo que deseamos.
El mítico himen
La Organización Mundial de la Salud (OMS) refiere que el término “virginidad”, de hecho, no es médico ni científico, sino un concepto social, cultural y religioso. Por ello lo califica como “una noción dañina para mujeres y niñas en todo el mundo”.
Es importante entender lo anterior ya que por siglos se ha relacionado estrechamente la “virginidad” con el himen, que es una membrana ubicada en el introito vaginal. En ese aspecto, una duda común proveniente de los preceptos machistas sobre la sexualidad es: ¿realmente el himen se “rompe” con la penetración?
“Todavía hay un porcentaje muy alto de la población de las mujeres que asocia la idea del himen a un tapón que se rompe durante la penetración. Ahora bien, entre sus diversas formas existe el himen elástico, que tiene la particularidad de que con la penetración o el coito no se rompe”, explica Virginia Barragán, integrante del departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Por su parte, Nina Brochmann y Ellen Stokken Dahl, autoras médicas de El libro de la Vagina (2018) desmintieron el mito del himen roto a través de una plática TED, donde destacaron que esta membrana se encuentra a la entrada de la vagina y es elástica, con forma de media luna o de aro y puede expandirse hasta dejar entrar un tampón sin sufrir daño alguno. Por ello, contrario a la creencia popular, muchas mujeres podrían mantener su himen intacto incluso luego de una penetración.
Al respecto, Marta Torrón, fisioterapetuta del suelo pélvico y experta en fisiosexología contó a BBC Mundo que: “El himen no es una membrana cerrada que se rompa y desaparezca (con la penetración). En la mayoría de los casos (99 por ciento) el himen está abierto y eso es lo normal”.
En conclusión, podemos notar que la relación himen-sexualidad en realidad no puede fundamentar la sexualidad de las mujeres, por lo que tampoco es posible aceptar la “virginidad”: hoy tenemos la oportunidad de analizarla desde su imposición como falsa muestra de pureza y una herramienta de control sobre los cuerpos de las mujeres.
Si decidiste comenzar tu vida sexual, no perdiste tu “virginidad”: nada en ti se ha perdido.