Sara Lovera / Palabra de Antígona
SemMéxico
Dos temas de gran trascendencia para el país están a debate nacional. No son ajenos a la vida de las mujeres. Al contrario; están en el centro, porque la visión patriarcal y la supremacía masculina están en la cima de su autoritarismo, convertido en populismo punitivo, aplaudiendo la militarización y fomentando la prisión preventiva oficiosa antes de la presunción de inocencia.
La prisión preventiva oficiosa, hoy se sabe, se aplicó a muchas de las 400 mujeres recluidas en Santa Martha Acatitla, asunto que llamó la atención de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Mientras, hay un ominoso silencio desde los diversos feminismos, lamentablemente. ¿A quién importa que 23 horas estén en una boardilla, y sólo una hora puedan caminar esas mujeres?
La militarización definitiva de la Guardia Nacional, aprobada por Morena el fin de semana en la Cámara de Diputados, está en vilo. ¿Qué harán las y los senadores?
La historia: muchos hechos y cientos de documentos muestran cómo afecta a las mujeres el militarismo. No sólo es antidemocrático, sino atenta contra la integridad de los cuerpos y la vida de las mujeres.
Habría que recordar las violaciones, el uso de territorios militarizados para la prostitución o el uso desproporcionado de la fuerza. La madrugada del sábado, la Marina desalojó a las y los extrabajadores de Mexicana de Aviación en el Aeropuerto Internacional, y el viernes pasado, en un enfrentamiento militar murió una niña. Familias se quejan de cómo se arrincona y encapsula a las y los migrantes. ¿Cómo se cierran los ojos ante esos hechos? Pregunto.
Desgraciadamente, si no se para el intento, escenarios como esos se van a multiplicar. Por eso me llama la atención y me parece incomprensible el silencio de mujeres organizadas sobre estos debates.
Incomprensible que en el fondo esté ganando no la racionalidad sino el rencor, porque en la lista de delitos graves, donde se debe aplicar la prisión oficiosa, está el feminicidio. Me pregunto si mantenerla en algo ayuda a lo de fondo, que es grave, la impunidad. Si no detienen a los feminicidios —93 por ciento de los casos—, me pregunto ¿Tiene sentido la prisión preventiva oficiosa?
Las mujeres tienen que preguntárselo. Lo que necesitamos es otra manera de abordar la tarea gubernamental, en esa tarea que sabemos bien, las mujeres no importan. Me pregunto si la mentira, reiterada mil veces, de que son atendidas, ha logrado construir una falsa realidad. AMLO ha dicho en cuatro años 86 mil 971 afirmaciones falsas, engañosas o que no se pueden probar; entre ellas, que se atiende a las mujeres “como nunca antes” y que bajaron los feminicidios, así lo consigna Spin Taller de Comunicación Política.
Preocupa la subordinación de las y los diputados respecto de la prisión preventiva oficiosa, una figura que atenta contra los derechos humanos y contra la presunción de inocencia. Por oponerse a ella, la jurista Ana Laura Magaloni fue objeto de la mentira y el rencor del presidente, al señalar que ella permitió o trabajó por la libertad de los “verdaderos asesinos de Acteal” y sostener que esa figura debe mantenerse para proteger a la población de los verdaderos delincuentes. Hay otros casos, como el de Rosario Robles Berlanga, que es necesario nombrar en público y fuerte.
¿Por qué dijo eso López Obrador de la doctora Magaloni? Porque ella, con su prestigio, se opone a ese tipo de prisión, y opina que lo que debiera interesar es encontrar la verdad en el sistema de impartición de justicia. Entonces, se monta esa mentira y se siembra la duda. No podemos seguir así. Las mujeres no debiéramos callar, no debiéramos invocar más el populismo punitivo. Nuestra tradición feminista está del lado de la paz. Veremos…
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