Manuel Ibarra Santos
La cimentación de una sólida cultura de paz, ante el escenario de violencia endémica que vive nuestra sociedad, reclama fundamentalmente y, sobre todo, también, como una condición sine qua non, de la fuerza y energía de la sociedad civil organizada. El Estado y sus instituciones, en solitario, no podrán (como ya se observó) con la tarea.
Sin ese importante componente sustantivo de la presencia (no ausencia) de la sociedad conscientemente organizada, será imposible superar el contexto complicado de barbarie que azota traumáticamente nuestro entorno. No basta sólo con la acción de las corporaciones de seguridad pública que, por lo demás sin desconocer sus tareas relevantes, enfrentan el desafío con muchas limitaciones, sin menosprecio de su función.
Es tiempo de dar paso a la presencia y fuerza de la sociedad civil organizada para enfrentar la violencia endémica (el filósofo José Ortega y Gasset, le llamaría “La Rebelión de las Masas”), para construir desde esa perspectiva los pilares enraizados de la cultura de la paz, que tanto anhelamos.
Sí, es determinante la acción de la sociedad civil organizada, para enfrentar y superar la barbarie de la violencia, entendida ésta (es decir, la barbarie), como “la conducta de individuo y/o grupo que se comporta fuera de las normas de la cultura vigente, en especial al margen de los códigos éticos, que son salvajes, crueles o carentes de comprensión/compasión hacia la vida y la dignidad de los demás”.
Y un ejemplo de la más contumaz barbarie se localiza en el caso emblemático del caso del niño Teo o de los cientos de desapariciones forzadas de seres humanos registrados en México y Zacatecas, hechos que han concitado la consternación y a la profunda solidaridad de la sociedad civil organizada, acontecimientos que han conmovido lo más profundo de la conciencia colectiva.
Para sentar los cimientos, columnas y pilares de una sólida cultura de paz, importante es involucrar a la sociedad civil en su conjunto y entender además que esta solo podrá ser concebida como un producto de la cultura y la educación.
Y es que, si la violencia se produce y genera en la mente de los seres humanos, entonces la única forma de combatirla es precisamente en la conciencia de hombres y mujeres, considerando la promoción de la educación en valores, la mejor alternativa para crear la cultura de paz.
¿Pero cómo se logra la cultura de paz? Se tienen que considerar, al menos los siguientes factores: 1).-Promoción de educación en valores; 2).-Elevándola a rango constitucional y con cambios legislativos de calidad y de fondo; 3).-Reforma a planes y programas de estudio; 4).-Diálogo ciudadano y participación de la sociedad; 5).-Capacitación y formación en valores de la sociedad; y 6).-Promoción de la cultura de la legalidad y de los derechos humanos.
Pues bien, en Zacatecas después de las marchas ciudadanas en contra la violencia, simultáneamente con ello se abre una extraordinaria puerta para avanzar en el diseño e integración de un Gran Pacto por la Pacificación del Estado, en el que participen los representantes de todos los sectores sociales, sin exclusión de ninguno.
Concretar una propuesta de esa naturaleza, implica mover en forma radical el eje en el que se mueven las acciones anti/crimen, a fin de trascender de las políticas sólo de contención policiaca, a la movilización culturalmente organizada de la sociedad.
Las acciones exitosas en México y el mundo dirigidas a combatir las violencias, todas han incorporado el trabajo sistemático de la sociedad civil organizada. En América Latina tenemos el referente de Colombia en la década de los noventa del siglo pasado y en México el caso Chihuahua con las muertas de Juárez.
En Zacatecas, hoy más que nunca, existen las condiciones para trabajar muy de cerca con la sociedad civil organizada, antes que eso se convierta y transforme en La Rebelión de las Masas.
LA REBELIÓN DE LAS MASAS.
La Rebelión de las Masas es el nombre de un extraordinario libro de 14 capítulos, conformado por escritos elaborados entre 1926-1930 por el filósofo español José Ortega y Gasset (1883/1955), que describe la aparición del “hombre masa”, el que emerge asociado con los grandes movimientos sociales posteriores a La Primera Guerra Mundial (1914-1918).
La sociedad de masas -según el autor-, se impone al contexto de los derechos de unos cuantos e impulsa un Estado al servicio de todos y se opone a la dictadura fascista, dominada por la violencia.
La Rebelión de las Masas se tipificó como toda una revolución política, cultural y social, que se opuso a los movimientos encauzados “por hombres que no escuchan, que no aprenden y que no sirven a la sociedad”, postuló Ortega y Gasset.
Podemos afirmar que el hombre masa está hoy en día en todas partes, en las redes y el ciberespacio.
CULTURA DE PAZ.
Para hacer realidad la cultura de paz, se requiere la participación de la sociedad civil, sustentada en una educación en valores.