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DavidMOnrealAvilManuel Ibarra Santos

                                                                                         

            David Monreal Ávila, avalado por una sólida legitimidad y legitimación política, luego de constituirse en triunfador incuestionable de la encuesta de apoyo ciudadano con el 36% de los votos a su favor, se convirtió de facto en el virtual precandidato del Partido Movimiento Regeneración Nacional, al gobierno de Zacatecas para los comicios del 2021, con el respaldo de un amplio frente ciudadano y de fuerzas, tanto estatales como nacionales.

            El pasado fin de semana acudió David Monreal a la Ciudad de México, al evento en que fue nombrado también Coordinador Estatal de Defensa de la 4T en Zacatecas, fortalecido por la legitimidad que le otorga y distingue su comportamiento respetuoso de las reglas jurídicas que regulan el actual proceso electoral, así como de las normas estatutarias de su partido.

Tal vez por eso, el líder nacional de MORENA, Mario Delgado, no tuvo duda en reconocerle a David esos destacados méritos.

            Pero en los procesos democráticos es igualmente importante la legitimidad y la legitimación. Esta última se construye a partir del consentimiento, confianza, apoyo y el aval ciudadano.

Y David Monreal, cuenta con el extraordinario apoyo de la gente, hecho que lo ha mantenido empoderado por meses, en el primer lugar de las preferencias, según todas las encuestas, en una experiencia inédita en nuestro Estado.

            En la actuación política de profunda legitimación y legitimidad de David Monreal destaca su militancia prolongada en el movimiento “lopezobradorista”. Sobre el particular, podemos destacar cinco elementos:

            1).-David Monreal viene acompañando a López Obrador en su lucha en el país, desde hace por lo menos dos décadas; 2).-En el 2011, cuando MORENA se constituye en asociación política, el originario de Fresnillo tiene un activismo destacado a favor de la causa; 3).-En el 2014 el INE le otorga al  Movimiento Regeneración Nacional el registro oficial como Partido, y ahí hace también acto de fuerte presencia ; y 5).-En el 2016 es nominado David (D21) como candidato al gobierno de Zacatecas, obteniendo una relevante votación, pero derrotado básicamente por la operación fraudulenta de Estado que hubo en su contra.

            Estos y otros factores confirman no sólo la lucha de David Monreal en las filas de Movimiento Regeneración Nacional, sino también su aporte a la fundación de este partido que conquistó en el 2018 el poder de la Presidencia de la República, con López Obrador a la cabeza. De paso se desmiente, así, a los que niegan infundadamente la militancia de David en MORENA.

            Pero eso no es todo. Previó al nombramiento de David Monreal como Coordinador Estatal para la Defensa de la 4T, él y su familia emprendieron una amplia campaña, sustentada en sólidos argumentos de racionalidad jurídica, para informar, orientar y desmentir anticipadamente a quienes pretendieran vincularlos a actos ilícitos asociados a grupos delincuenciales.

Al menos dos fuentes fueron utilizadas para ese fin: I.-La publicación del libro La Infamia, autoría del Senador Ricardo Monreal; y II.-El documental video/gráfico del mismo nombre, difundido hace unas semanas a través de redes sociales y que registró en un par de horas, más de cien mil reproducciones, en las diferentes plataformas en que se difundió. Se transformó dicha producción en un fenómeno comunicacional.

            En particular el libro La Infamia aportó pruebas documentales, avaladas por la antigua Procuraduría General de Justicia (PGR) en el país y por la actual Fiscalía General de Justicia en la República, que exonera a Ricardo, a David y toda la familia Monreal, de cualquier implicación con grupos criminales y acciones ilícitas.

            Quedó evidentemente claro, con eso, que las acusaciones sobre la presunción de actos iliciticos que durante años han formulado algunos grupos y personas, en contra de Ricardo Monreal y sus hermanos, resultaron mentiras, infamias y formaron parte de una “guerra sucia”, para desprestigiarlos.

            Para ilustrar la dimensión de las mentiras, incluso tuvo que intervenir el doctor Jeffrey Davidow, embajador de Estados Unidos en México de 1998 al 2002, quien en su libro titulado El Oso y el Cuerpo/Espín (2004) desmintió cualquier implicación de Ricardo Monreal, con grupos criminales asociados al narcotráfico.

            Davidow intervino para aclarar el tema, porque -el mismo lo informó- el entonces dirigente nacional del PRI, Mariano Palacios Alcocer le había pedido que sembrará en las oficinas de INTERPOL una ficha con supuestos vínculos de Ricardo Monreal con el narcotráfico. El diplomático norteamericano se negó a hacerlo, debido a que lo que le exigían era mentira y no tenía sustento.

            Pues bien, David Monreal llega a la contienda electoral del 2021, no solamente exonerado de cualquier implicación legal/ilegal, fabricada de manera impune e infame por sus adversarios, sino que arriba, además, con una sólida legitimidad y legitimación política, para ganar la contienda.

            Ahora, no debe distraerse y tiene como responsabilidad inmediata, definir con visión estratégica, su proyecto de promoción política, con una perspectiva de inclusión plural, como ya lo ha formulado. La construcción de un pacto de unidad, resultará esencial.

            Tiene David Monreal la excepcional oportunidad, efectivamente, de crear la ruta del triunfo, de sentar las bases de la segunda alternancia política de Zacatecas (después de la primera registrada en 1998) e incorporar al Estado a la 4T que impulsa en la Nación, Andrés Manuel López Obrador.

            LA LEGITIMACIÓN:

            El concepto de legitimación política ya lo utilizaban en la Grecia clásica, y en particular Aristóteles, la consideraba como el consentimiento del pueblo a los actos de la autoridad; en la época de la Ilustración francesa, Juan Jacobo Rousseau la concebía como la expresión de la voluntad soberana del pueblo; en el siglo XIX, el sociólogo Max Weber la conceptualizó como el acto de fe de la comunidad en su sistema político; y a mediados del siglo XX, Habermas, el filósofo de la racionalidad comunicativa, la definió como el acto de confianza ética de los ciudadanos en las determinaciones del Estado y sus representantes.

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