Manuel Ibarra Santos
En 1992, por recomendación de su asesor electoral James Carville, el candidato a la presidencia norteamericana Bill Clinton adoptó el slogan de campaña “Es la Economía Estúpido” que, junto con otros factores en la lucha por el poder, logró derrotar a su adversario George Bush (padre) quien, como cabeza del gobierno de Estados Unidos, había concentrado hasta el 90% de simpatías ciudadanas. La experiencia indica que no hay invencibles en las democracias modernas.
Clinton adoptó dicha frase de guerra, como una forma de llegar a lo más profundo del sentimiento de los norteamericanos, a fin de enfocarse a la atención de las cuestiones relacionadas con la vida cotidiana de los ciudadanos.
Por el contexto complejo y difícil que experimenta la vida de los mexicanos, bien podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos y recuperar ese lema: “Es la Economía Estúpido”.
Hoy la economía mexicana sufre una combinación explosiva, de al menos cuatro factores negativos:
1).-Estancamiento económico; 2).-Elevados niveles inflacionarios; 3).-Alza incontrolada de precios de los productos básicos; y 4).-Aumento terrible del desempleo. A todos estos fenómenos se le puede definir con un solo concepto: estanflación.
Esa categoría conceptual la acuñó en 1960, Mc Leod, ministro de finanzas británico, para caracterizar en una sola palabra, todos estos fenómenos perniciosos que afectaban la economía de entonces.
La economía mexicana experimenta en este prolongado periodo de tiempo mediano por la pandemia del coronavirus, un evidente estancamiento, que se ha traducido en una profunda y preocupante recesión.
A esa circunstancia se suma la caída de las inversiones públicas y privadas, que son en cualquier economía, el motor del crecimiento y el desarrollo.
A eso habría que agregar la desconfianza creciente que han mostrado los capitales nacionales e internacionales, por invertir en México y, por esa razón, han determinado buscar otros destinos.
El Banco de México precisó que la economía mexicana creció durante el 2021, al cinco por ciento, insuficiente para cubrir y atender los efectos devastadores de la crisis sanitaria.
Por si fuera poco, el Fondo Monetario Internacional (FMI), ha pronosticado que la economía de nuestro país crecerá cuando mucho al 2.8% en el presente año y al 2.2% en el 2023. Eso será insuficiente para cimentar la prosperidad de la Nación.
La esperada recuperación de la economía en México y en Zacatecas quedó fuertemente debilitada y dañada por los altos niveles de inflación y los problemas de la cadena de suministro, en los procesos de oferta y demanda.
El desplome del poder adquisitivo de los trabajadores (por los altos niveles inflacionarios) y la caída de la capacidad de generación de empleo, son otros dos elementos perniciosos que están taladrando y debilitando las bases de una economía sana en la República.
De hecho, las tasas crecientes de inflación que no se habían registrado en la Nación desde hace más de dos décadas, superiores al 7 por ciento, anularon ya de facto el incremento del 22 por ciento a los salarios mínimos, anunciado para el 2022.
La precarización y empobrecimiento de la clase trabajadora mexicana es un ingrediente que se le multiplican a los factores de la economía en franca recesión y estancamiento.
En nuestro país aumentó brutalmente el índice de pobreza laboral, debido a que más del 40 por ciento de los trabajadores, no registran los ingresos económicos necesarios y suficientes para cubrir la compra de los productos de la canasta básica. (Fuente: INEGI/2021).
En Zacatecas, el 45 por ciento de sus trabajadores no tiene la capacidad de adquirir los productos de la canasta básica y se coloca como uno de los 10 Estado con más pobreza laboral (por encima del promedio nacional), sólo después de Tabasco, Hidalgo, Morelos, Puebla, Tlaxcala, Veracruz, Guerrero, Oaxaca y Chiapas.
Es evidente que, por todos estos factores, una de las grandes prioridades de los mexicanos está en mejorar las condiciones de la economía familiar y nacional.
En 1992, los norteamericanos determinaron modificar los niveles de simpatía ciudadana de que gozaba el presidente George Bush, por encima del 90%, por una mejor economía popular. Y cambiaron de rumbo y el destino de su voto.
En el horizonte de la sucesión presidencial del 2024, el mejoramiento o no de la economía mexicana, pudiese ser un factor que determine el triunfo de quien eventualmente conquiste el poder constitucional de la República. El Producto Interno Bruto determinará al triunfador y/o al derrotado.
Por eso, hoy más que nunca, cobra vigencia el lema de campaña de Bill Clinton, de 1992, que sentenciaba: “Es la Economía, Estúpido”.
LA ECONOMÍA ZACATECANA:
En Zacatecas una prioridad en los años por venir, será promover la inversión pública y privada, a fin de recuperar los motores del crecimiento y el desarrollo, detenidos y paralizados desde hace tiempo.
Será fundamental recuperar el dinamismo en el crecimiento del Producto Interno Bruto Estatal, el que se desplomó en el transcurso de los últimos 10 años, caracterizados por la presencia de gobiernos ineficientes.
En la actualidad, Zacatecas aporta solamente el 0.92% del PIB/Nacional, colocándose en el lugar número 28 en el ranking nacional en la materia. (Fuente: INEGI.)
Seis entidades de la República aportan en conjunto casi el 50 por ciento del PIB/Nacional, siendo ellas las siguientes. Ciudad de México, 15.73%; Estado de México, 8.92%; Nuevo León, 8.0%; Jalisco, 7.26%; Veracruz, 4.39%; y Guanajuato, 4.28%.
Se requerirá generar y aplicar una generación de políticas progresistas que atiendan básicamente a los sectores más vulnerables de la sociedad zacatecana.
Y para lograr los fines del crecimiento y desarrollo de Zacatecas, tres elementos serán esenciales: 1).-Educación de excelencia; 2).-Promoción de ciencia y tecnología de frontera; y 3).-Salud pública de calidad.
