Opinión

Aplicación 2da dosis 5 2021 04 15 19 42 50 UTCTeresa Valdés Betancourt / Letra Clara 

SemMéxico

La crisis ocasionada por Covid-19 no creó el contexto de violencias contra las mujeres, que está siempre presente por la desigualdad imperante en nuestra sociedad, pero “los daños colaterales por la pandemia”, las exhibió y encendió nuevos focos rojos de alerta que reclaman, soluciones urgentes. Para identificarlas primero, hay que abrir los ojos, percibirlas y actuar colectivamente, a fin de transformar las causas de esta grave situación social que padecen las mujeres.

En México se viven contextos de violencias, pero con el Covid, se detonó en especial, la violencia familiar, por encima de otros tipos hasta el feminicidio y el acoso sexual en las calles, el ciberespacio, las escuelas. Los datos son alarmantes, por el abuso emocional y psicológico en los hogares, con sus parejas junto con la discriminación y hostigamiento en los centros de salud con sus deteriorados sistemas de atención. 

No hay nada nuevo bajo el sol. Parafraseando el concepto militar de daños materiales, ese eufemismo utilizado para referirse a las muertes, heridos y daños no intencionados que se producen en acciones operativas de contiendas de guerra, pero se agregan otras definiciones de daños colaterales en la naturaleza, la economía, la psicología y hasta en las relaciones amorosas, siempre haciendo énfasis en que, los daños causados son de manera involuntaria o accidental, porque están dirigidas hacia otros resultados.

La directora del Centro de Atención Integral Humanista de Colima, CADIH, Gabriela Rodríguez en la ponencia presentada ante la Asociación de Mujeres Agentes de Cambio Colima AC, recordaba los difíciles momentos que se manifiestan durante el confinamiento y que aún no son visualizados socialmente en su profundidad, para aminorar sus trágicas consecuencias en el presente y para el futuro inmediato.

Enumeró entre los daños en Colima, cómo se detonaron todos los tipos de violencia especialmente la económica, que perturbó trágicamente a las mujeres, ellas asumían duplicada y hasta triplicada, la carga doméstica. ¡Tenían, teníamos, que cumplir de todo!

Señaló que quienes contaban con tener asegurado un trabajo como actividad laboral remunerada, claro desde la distancia, debía cumplir con sus propias gestiones y además, deban atención a las clases de sus hijos e hijas escolares menores, la multiplicación del quehacer doméstico, pues todos coincidían en el mismo espacio y algunas veces en el mismo horario.

También como otro daño colateral, que todavía falta por analizar, fue el deterioro de la salud emocional, en las y los adultos mayores y especialmente las mujeres, quienes sufrieron en silencio y presentaban altos índices de depresión y ansiedad, así como el agravamiento de sus dolencias y enfermedades que no podían ser atendidas de manera adecuada, porque los hospitales estaban dedicados a la pandemia.

Imposible olvidar que, durante la etapa más intensa de esas olas de contagiosas del COVID, los gobiernos decidieron limitar y hasta cerrar temporalmente los servicios de sus instituciones. Mientras vieron crecer la demanda por los altos índices de la violencia en el marco familiar en sus diferentes tipos y modalidades. Pero también, las instituciones carecían de personal, porque estaban limitadas para atender y neutralizar los casos de violencia denunciados por el 911. Eran más tardados los procesos judiciales, tramiyacines de las denuncias, órdenes y medidas de restricción, hacer las valoraciones psicológicas; se cerraron los juzgados, y en las acciones de los centros de justicia se hacían guardias con el personal disponible por los contagios

En las viviendas el hacinamiento complicaba las relaciones interpersonales, escuelas cerradas, con las clases digitales y por televisión, las dependencias estatales por vía electrónica, instancias de prevención y atención cerradas por el COVID- ¡Todas las posibles respuestas eran insuficientes!

Complejo se avecina el año 2022, con instituciones colapsadas que, atendiendo a otros colores en el semáforo sobre la pandemia, deben recuperarse lentamente para proveer servicios accesibles de calidad para la atención de víctimas de violencia; servicios de salud y de procuración e impartición de justicia con los estándares internacionales.

Sin desmayar las corrientes feministas continuarán construyendo nuevos caminos para promover la aplicación práctica de marcos normativos y políticas públicas integrales, con perspectiva de género e interculturalidad; eso sí, implementados con la cooperación de la sociedad civil a fin de llegar al corazón de la sociedad mexicana, para deconstruir la ideología patriarcal que ampara y tolera las violencias contra las mujeres.

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