Opinión

9M282cimac Elizabeth Guadalupe Marín López / Rosa de Vientos

Ser mujer es muy complejo, va mucho más allá del sexo. No basta con lo que me diga el espejo para definirme mujer. Ser mujer trae consigo un montón de cualidades, defectos, virtudes y peculiaridades… Ser mujer, es ser yo misma y como me siento.

Históricamente, las mexicanas han sido relegadas en todos los aspectos de la vida pública. La sociedad es responsable de fabricar ideas sobre el “papel” que toda mujer debe desempeñar y sobre “el lugar” de la mujer en casa, “haciendo cosas de mujeres”. Todas las anteriores son ideas sexistas, culturalmente creadas e impuestas; el yugo que las mujeres hemos resistido generación tras generación y que, a través de la educación familiar y académica, siguen reproduciéndose.

Los “inocentes” juegos de la infancia tienen una carga simbólica de violencia y desigualdad, y llevan a interiorizar de manera generalizada esquemas de género, que no son más que estereotipos y conductas erróneas socialmente impuestas. Estos estereotipos y conductas inciden de forma directa en la asignación de atributos personales, sociales y, posteriormente, laborales.

En el seno familiar, los roles (actividades) a desarrollar por las niñas son parte de una tradición familiar legada, principalmente, de madres a hijas ―pero reforzados por todos los miembros de la familia― casi siempre relacionados con la limpieza y el cuidado. Roles que se afianzan, incluso, en los momentos de juego. Por ejemplo, en la elección de juguetes: a la niña le compran un juego de cocina o una muñeca para que, cuando crezca, se quede en casa al cuidado de sus hijos y realizando las labores del hogar; por el contrario, al niño, carros o camionetas con animales y herramientas, porque debe prepararse para salir al mundo y trabajar.

En las escuelas los roles se fortalecen a partir de la división social entre géneros. Estos roles fueron reportados en 2006 como problemas y estereotipos a nivel mundial por el Relator Especial de la Organización de las Naciones Unidas (onu), de los cuales retomo y destaco los siguientes:

  • Los docentes manifestaron tener bajas expectativas relacionadas con las habilidades intelectuales de las niñas, ya que se cree que las niñas son inherentemente menos inteligentes que los niños.
  • Las niñas tienen menores expectativas sobre sí mismas en la escuela, y fuera de la escuela piensan que su futuro consiste primariamente en ser esposas y madres.
  • Las bajas expectativas de las maestras y de las niñas son reforzadas por libros de texto, currícula y materiales de evaluación en los que no aparecen las figuras femeninas.

Es sumamente triste que, a 16 años del análisis del Relator de la ONU, dentro del panorama educativo tanto mundial como local, se continúe con la reproducción de estereotipos y prejuicios con base en el género. Tal es el caso de México, cuyas políticas educativas promueven la desigualdad social con base en la atención diferenciada para niñas y para niños de acuerdo con prejuicios personales de los docentes; actitudes y tratos que llevan a la segregación de contextos que restringen las actividades para cada género, estableciendo una diferencia jerarquizada entre mujeres y hombres, así como el uso de discursos y costumbres sociales sexistas.

Como podemos observar el problema es la educación, y, por ende, también en ella recae la solución. La educación inicia en casa, con la arraigada cultura de costumbres y quehaceres, misma que se complementa en la escuela, inmersa en un sistema patriarcal. Esto parece un ciclo sin fin…

El primer paso para erradicar la desigualdad por género inicia en casa, es cierto que a veces no sabemos cómo tratar la discriminación por género o por dónde empezar, una opción es apoyarse en organizaciones que abordan esta problemática de manera lúdica y didáctica a través de las artes.

Afortunadamente parte de la sociedad se preocupa y organiza, está atenta y toma el asunto en sus manos. Tal es el caso de Trazo A.C., una asociación civil de la ciudad de Xalapa que se dedica a la realización de actividades artísticas y culturales con una perspectiva de género, intercultural, intergeneracional y biodiversa.

Esta asociación acerca el arte y la cultura a la población segregada de Xalapa, teniendo por objetivo general descentralizar la cultura y crear comunidad, echando mano de dos actividades principales: el mural y los talleres. Se trata de actividades que considero importantes para la creación de espacios y comunidades basadas en interacciones a partir de principios de igualdad.

A través del mural, Trazo promueve la apropiación del espacio público a partir de temáticas culturales, incluido el género, y la colaboración activa de las personas de las colonias, de colectivos y colectivas preocupados por la inclusión social y, recientemente, de las autoridades locales y nacionales.

Por su parte, los talleres de “Patria Femenina” parten de una metodología pedagógica crítica, liberadora de estereotipos y promotora de la transformación social, los cuales permiten generar una acción a partir de la reflexión en torno a la representación simbólica del papel de las mujeres dentro de la sociedad mexicana.

Estos talleres analizan la histórica invisibilidad de las mujeres mexicanas y la construcción de sus identidades. Así, el taller ayuda a las participantes a descubrir la importante labor que las mujeres prehispánicas hasta las de nuestros días han realizado en diversidad de campos científicos, artístico-culturales y humanísticos, y que han incidido en la construcción de nuestra Historia, misma que se continúa escribiendo.

Al principio de los talleres las mujeres suelen participar de manera tímida, pero a medida que avanzan las actividades se muestran más desenvueltas y seguras, y realizan aportes a los temas tratados, comparten historias de vida mientras concluyen un proyecto de arte.

Conforme avanzan, las mujeres reconstruyen su historia y los roles que han desempeñado hasta el momento, a la vez que contemplan el horizonte de actividades que son capaces de realizar.

En los talleres, las mujeres significan constantemente el “ser mujer”; es decir, dejan a un lado estereotipos dictados por la sociedad y descubren que cada una tiene en sí misma una posibilidad infinita de definiciones: definiciones dadas para sí mismas, no adjudicadas por alguien más.

Las mujeres que acuden a los talleres de Trazo se encuentran, comparten con otras mujeres, se nutren entre ellas, y contagian con su espíritu de libertad y valorización por sí mismas a otras mujeres de sus colonias, de su familia, a sus hijas y a sus hijos, a las generaciones futuras. Talleres como el de “Patria femenina” deben reproducirse porque se presentan como una alternativa a la falta de voluntad del sistema educativo para cambiar las formas del discurso sociocultural de lo que significa “ser mujer”.

Y tú, ¿has pensado lo que significa ser mujer?

*Estudiante de la Maestría en Acción Pública y Desarrollo Social de El Colef, sede de Ciudad Juárez

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